Los sikuani playero son un pueblo indígena colombiano que trasiega por los Llanos del Orinoco, entre los ríos Guaviare, Meta y Arauca, y que también recorre los departamentos de Vichada, Meta, Arauca, Guaviare y Guainía. Su presencia, incluso, se extiende hasta Venezuela.Este contenido forma parte de la edición de octubre de VICE Colombia, EL NÚMERO DE LOS QUE SOBRAN, y apareció bajo el título original de 'Sikuani no es Guahibo'.
Publicidad
Como en el caso de la mayoría de las minorías étnicas de Colombia, los sikuani han sido sometidos por varios grupos: los españoles, que entre 1531 y 1590 llegaron a estas tierras en busca de El Dorado, y los terratenientes, que motivados por la independencia de Colombia despojaron a los indígenas de sus territorios con prácticas aberrantes como las 'guahibadas' o la también llamada 'caza de indios', que perduró hasta mediados del siglo XX y encontró su sangriento final el 22 de diciembre de 1967 en la masacre de la Rubiera, donde 18 indígenas murieron asesinados. Ya en los años ochenta llegaron las multinacionales y la construcción de campos petrolíferos: depredadores que exploraron y explotaron las zonas. Al final, los grupos armados desplazaron a los nativos de la Laguna de Lipa.Ahora, en pleno siglo XXI, a la tormentosa vida de los indígenas se suma un nuevo problema: su salud mental. Desde 2010 La Organización Mundial de la Salud advierte sobre el fenómeno y señala que es una preocupación global. Entonces, los casos de suicidio registrados en el departamento de Vaupés, no son aislados.Pero hay más.
Lea también:
Durante un viaje que hice recientemente a la ciudad de Arauca, en la frontera con Venezuela, me dio por recorrer las vías a la orilla del río. Allí me encontré con muchos indígenas que vivían en las calles en estado de indigencia y pedían limosna.Después de buscar respuesta infructuosamente en entidades oficiales, en agencias de la ONU y en ONG, recurrí a historiadores y líderes de esa comunidad para meterme de lleno, durante una semana, en el resguardo Matecandela y en lo profundo de Arauca, donde la indigencia y el consumo de drogas son rutina. Durante ese tiempo acompañé a los sikuani en sus días de ansiedad por conseguir chicha y bóxer, pero vi también el dolor y los deseos de dejar la droga.
Lea también:
Durante un viaje que hice recientemente a la ciudad de Arauca, en la frontera con Venezuela, me dio por recorrer las vías a la orilla del río. Allí me encontré con muchos indígenas que vivían en las calles en estado de indigencia y pedían limosna.Después de buscar respuesta infructuosamente en entidades oficiales, en agencias de la ONU y en ONG, recurrí a historiadores y líderes de esa comunidad para meterme de lleno, durante una semana, en el resguardo Matecandela y en lo profundo de Arauca, donde la indigencia y el consumo de drogas son rutina. Durante ese tiempo acompañé a los sikuani en sus días de ansiedad por conseguir chicha y bóxer, pero vi también el dolor y los deseos de dejar la droga.
Publicidad
Hoy, según la Secretaría de Asuntos Étnicos del municipio, al menos cuarenta y seis indígenas se encuentran en esa misma situación. Para referirse a ellos, los mestizos usan la palabra 'guahibo', que en su lengua significa algo así como 'indio cochino, mal vestido y que huele a feo'.Aquí no existen las respuestas porque nunca se han hecho las preguntas: ¿Qué piensa el gobierno local? ¿Qué harán las dependencias de salud pública del nivel nacional? ¿Existen enfoques diferenciales para apoyar a esta población y ayudarla a salir de la indigencia y la drogadicción? ¿Quién denuncia? ¿Quién se siente responsable de la situación?Las fotografías que presento a continuación no son un testimonio. Son un grito desesperado de auxilio.
Conozca el contenido de nuestra revista de octubre 'EL NÚMERO DE LOS QUE SOBRAN':