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Los hispanos y los negros son más vulnerables a la brutalidad policial en EEUU

Después de acudir a cuatro bases de datos distintas, un estudio concluye que los civiles que no sean de raza blanca tienen un 50 por ciento más de posibilidades de verse involucrados en un episodio relacionado con la violencia policial .
Des policiers arrêtent des manifestants devant une salle où s'exprimait le candidat Donald Trump, le 14 juin 2016, à Greensboro, Caroline du Nord (Joseph Rodriguez/News & Record via AP)

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Los negros y los latinos que viven en Estados Unidos están más expuestos a convertirse en víctimas de la brutalidad policial — es decir, a ser abatidos sin contemplaciones, agarrados, esposados, golpeados con una porra o estampados contra la pared — que los blancos. Así lo concluye un nuevo y preocupante estudio.

Claro que la investigación concluye igualmente que cuando la cosa va a mayores — como en casos de asesinato— la discriminación racial no es una circunstancia agravante.

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El estudio ha sido suscrito por Roland Fryer, un profesor de Económicas en la Universidad de Harvard y ha sido publicado por la organización National Bureau of Economic Research.

Tal y como señala Fryer en la introducción, la brutalidad policial contra los negros de Estados Unidos cuenta con demasiados antecedentes tan siniestros como duraderos.

"Durante gran parte del siglo XX", relata Fryer, "las fuerzas de seguridad eligieron imponer su fuerza de manera ejemplarizante y brutal sobre las minorías raciales, en un gesto incuestionablemente discriminatorio que se olvidaba de proteger a todos los ciudadanos", que supuestamente debería de ser el cometido de cualquier fuerza del orden.

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Otras formas de agresión más leve, como cualquiera que no entrañe ningún riesgo para la vida de la persona pero que pueda considerarse como un asalto a su dignidad; o, incluso, que implique alguna clase de dolor físico, resultan más complicadas de localizar.

"Las inquietantes similitudes entre la actual oleada de violencia policial contra afroamericanos y las históricas injusticias que siguen sin cicatrizar contra el mismo colectivo provocan que el actual debate sea, virtualmente, un debate desprovisto de información nueva", advierte Fryer.

El estudio ha concluido que, incluso cuando intenta aislar distintas variables, como, por ejemplo, donde habría sucedido el crimen (en un lugar donde la delincuencia es baja o en otro donde es elevada, por ejemplo), las conclusiones siguen siendo las mismas: que la policía tiende a arremeter contra negros o latinos en un 50 por ciento de ocasiones más de las que lo hace contra blancos.

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El estudio también ha concluido que incluso cuando el uso de la fuerza se intensifica —cuando se pasa, por ejemplo, de agarrar a un civil a golpearle con una porra— "la probabilidad de que un incidente parecido suceda disminuye drásticamente, aunque las posibilidades de que la diferencia racial sea un motivo de agresión apenas lo hacen nunca".

El informe advierte igualmente que incluso en los civiles negros no ofrecen resistencia alguna y se muestran dispuestos a colaborar, estos tienen un 21,3 por ciento más de posibilidades de terminar envueltos en algún incidente que implique el uso de algún tipo de fuerza.

Los investigadores han trabajado en base a cuatro conjuntos de datos para sacar sus conclusiones — entre cuyas fuentes se contaría el infame programa instaurado por el departamento de policía de Nueva York al que se conoce como "Stop and Frisk". Se trata de un programa que se instaló en el departamento neoyorquino a principios de los 90, aún cuando la práctica ya estaba instalada desde hacía años.

Consiste en permitir que los agentes de las fuerzas del orden de la ciudad tengan competencia para interceptar a cualquier peatón y registrarle en busca de armas, drogas, o lo que sea. En 2011, 5 millones de personas fueron detenidas en nombre de la iniciativa y, como no, resultó que la amplia mayoría eran negros y latinos.

Otras fuentes de información para el estudio han sido los datos recabados por la Encuesta Pública de la Policía, un sondeo nacional que interroga a civiles elegidos al azar por todo el país sobre sus experiencias con la policía. Fryer y su equipo han acudido, además, a otras dos fuentes de datos: en uno se compulsaban todos los incidentes en que un agente de policía habría desenfundado su arma reglamentaria en incidentes acaecidos en tres ciudades de Texas, seis condados de Florida y en todo el condado de Los Ángeles. El otro es una muestra recogida al azar que reúne las interacciones entre policías y civiles, basada en el archivo de detenciones del departamento de policía de Houston.

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