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Alguien ha intentado entrar en el metro de Barcelona con su coche

Alguien se ha liado y se ha metido por la parada de metro de Plaza España.
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Debe ser jodido darse cuenta que, de repente, estás bajando por las escaleras de una parada de metro con tu coche. Esto es lo que ha pasado hoy en Barcelona, cuando alguien se ha liado y se ha metido por la parada de metro de Plaza España.

Lo más probable es que la conductora, presa del desespero que genera buscar aparcamiento en una urbe inundada por vehículos contaminantes que matan a las personas de diversas formas, pensara que esa entrada de metro fuera una entrada de parking pese a que un letrero que se alzaba hacia el cielo indicara claramente con su señalética particular que se trataba de, efectivamente, una entrada de metro.

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La estampa es espectacular, inaudita. Nuestro cerebro no puede asimilar tal incongruencia, pues el metro y el coche son el símbolo de dos formas de pensar totalmente opuestas. El viandante contra el conductor, el vehículo público contra el vehículo privado, el egoísmo contra la empatía, la sostenibilidad contra la contaminación; en fin, las dos grandes maquinarias que enfrentan el capitalismo contra el socialismo.

O puede que estemos todos profundamente equivocados y que el gran símbolo del capitalismo y de la producción en cadena intentara darnos una lección. Puede que UN COCHE, sin la ayuda del conductor que se encontraba detrás del volante y encontrándose la máquina en un extraño estado de conciencia, decidiera coger el metro como diciendo “joder, es que los humanos son unos palurdos, si no lo hago yo no lo hará nadie”.

Un acto de sacrificio tremendamente valiente que opera en contra de su propia naturaleza. La máquina enseñando al humano que hay otras formas de moverse por la ciudad, que existen alternativas menos dañinas para el planeta y para todas las formas de vida que en él habitan. “Maldita sea, señora, coja algún día el metro que tampoco le va a matar”, pensaba el coche mientras descendía por las escaleras.

Al final tienen que ser los hijos del progreso los que nos alerten del demencial modo de vida que estamos llevando, un ludismo kamikaze perpetrado por las propias máquinas en un intento de alterar el curso de la historia. Un buen apretón de manos entre dos tecnologías que han sido separadas contra su voluntad por distintas éticas políticas.

Para muchos esto solo es una anécdota del 15 de julio de 2019. Muchos seguirán conduciendo sus vehículos por el centro de Barcelona para hacer trayectos de 20 minutos que se podrían realizar en 30 minutos con transporte público. Unas risas entre amigos, “la tía esa que metió su coche en el metro”. JAJAJAJAJA. Muy bien. Para mí es un mensaje claro de que nos estamos equivocando profundamente y me da pena pensar que seamos incapaces de hacer nada y que sean las putas máquinas las que nos estén pidiendo a gritos cambiar.

Sigue a Pol en @rodellaroficial.