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ISIS

Los cuatro londinenses que se convirtieron en los 'Beatles' de ISIS

La historia de los cuatro británicos infames por torturar y decapitar prisioneros en Siria.
De izquierda a derecha: Aine Davis, Alexanda Kotey, El Shafee Elsheikh, Mohammed Emwazi. Ilustración: Dan Evans 

Eran británicos, los cuatro. Era innegable. Mantuvieron el rostro oculto y hablaron sobre su odio hacia occidente, pero los inconfundibles acentos significaban que los prisioneros de la cárcel Raqqa sabían una cosa sobre ISIS. Eran británicos, así que los llamaron “The Beatles”.

Los rehenes no debían saberlo, pero sus carceleros tenían mucho más en común que la forma en la que hablaban. Los cuatro crecieron a unas pocas millas entre sí en el occidente de Londres, caminando las mismas calles y por los alrededores de Ladbroke Grove, mezclando la asistencia a la mezquita, con fútbol y videojuegos.

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Los cuatro se llenaron de ideas extremistas en sus veintitantos. En sus fallidos intentos por encontrar un rol satisfactorio en su vida adulta en Londres o por reconciliar sus identidades musulmanas y británicas, cada uno se enfrentó a una batalla en el exterior, una que pudiera terminar con toda posibilidad de construir una vida ordinaria de regreso a casa. En Siria, optarían por la brutalidad y la violencia. El gobierno de los Estados Unidos declaró que el grupo era responsable por golpes, simulacros de ejecuciones y la decapitación de más de veintisiete personas.

Entonces, ¿Cómo cuatro niños británicos llegaron a desatar una violencia tan despreciable que hiciera que su nación los negara? ¿Y qué nos pueden decir sus historias sobre los fatales pasos que las personas toman en el camino hacia la radicalización?


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Las cuatro identidades de la notoria célula de ISIS fueron finalmente aclaradas a principios de este mes cuando oficiales americanos revelaron que las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), respaldadas por Estados Unidos, capturaron a los dos últimos miembros de “The Beatles”: Alexanda Kotey de treinta y cuatro años y El Shafee Elsheikh, de veintinueve.

Aine Davis, un miembro previamente identificado, permanece en una prisión turca. El hombre de treinta y cuatro años fue condenado por ser miembro de una organización terrorista y manejó una sentencia de siete años y medio en noviembre de 2015. Mohammad Emwazi, el miembro mejor conocido como "Jihadi John", fue asesinado el mismo mes, atacado por un dron a la edad de veintisiete.

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Alexanda Kotey, que no creció como musulmán, parece haber sido el más devoto y celoso por su religión. Fue criado en Shepherds Bush por su madre grecocipriana y, habiendo perdido a su padre ganés cuando era muy joven, se mostraba como un gran hincha de los Queens Park Rangers, y los vecinos los recuerdan jugando fútbol en el jardín con su hermano mayor.

En algún punto en su adolescencia o a comienzos de su adultez, Kotey se convirtió en musulmán. La mezcla de una nueva religión y políticas simplificadas que mostraban a los musulmanes como víctimas globales de la opresión en las manos de no creyentes era fascinante. En poco tiempo, Kotey fue un influenciador clave para otros jóvenes musulmanes, que comparten su visión del mundo de 'nosotros contra ellos' desde su propio puesto callejero no lejos de su mezquita de Al-Manaar, cerca de la estación de Westbourne Park.

“Él podía conocer gente en la atmósfera social de la mezquita, hacer amistades sobre cosas inofensivas como el fútbol y el gimnasio, y luego [él podría] succionarlos en [su] órbita”, según un conocido.

Emwazi y Davis también fueron a la mezquita de Al-Manaar, dando paso a descripciones perezosas de ella como el lugar en el que se radicalizaron. La enorme mezquita actúa como un punto focal para una amplia sección transversal de la comunidad musulmana en el occidente de Londres, 3.000 personas asisten cada semana. No es la clase de lugar en el que un grupo íntimo sería educado en yihad.

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La mezquita ha hecho todo lo posible por distanciarse de las acciones de individuos que puedan haber ido y venido de ahí. “No perfilamos a los fieles con base en sus etnias o el tipo de ideas que puedan tener en sus mentes”, dice un vocero. “Esto es algo que no podríamos saber o controlar”.

Como Kotey, El Shafee Elsheikh, amaba el fútbol y a los Queens Park Rangers. Él también fue criado por una madre soltera, originaria de Sudán, y creció en White City, no lejos del estadio Loftus Road de QPR.

La madre de Elsheikh explicó previamente cómo él cambió de repente, en 2011, cuando comenzó a escuchar sermones en CDs de Hani al-Sibai, un clérigo egipcio radical que vivió en el occidente de Londres, y que permanece en las listas de sanciones de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y la Unión Europea por presunto apoyo de al-Qaeda.

Aun, hay buenas razones para creer que la radicalización de Elsheikh no ocurrió de la noche a la mañana. Decepciones acumuladas. Se casó en Canadá en 2010, pero su esposa no había podido adquirir una visa para ir al Reino Unido. No pudo dejar su trabajo en un garaje local, a pesar de estudiar ingeniería en la universidad. Y su hermano mayor fue encarcelado por posesión de armas luego de una pelea entre pandillas.

“La radicalización puede parecer rápida, puede ser vista así incluso por los miembros de la familia, pero las crisis psicológicas tienden a tomar mucho más tiempo en desarrollarse”, explica el doctor Afzal Ashraf, experto en terrorismo e ideología extremista en la Universidad de Nottingham. “Las frustraciones se construyen durante un periodo largo, y de repente encuentras un grupo que ofrece una visión a blanco y negro que le da sentido a todo”.

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Mohammed Emwazi, AKA Jihadi John

También se piensa que Mohammed Emwazi ha sido influenciado por las feroces lecturas de Hani al-Sibai, y llegaría a adoptar una cruda forma de Islam político sin ningún periodo prolongado de estudio religioso.

Criado por inmigrantes Kuwatíes en diferentes hogares alrededor de North Kensington, y siendo un pupilo de la Academia de Quintin Kynaston, no era conocido por ser particularmente devoto como adolescente. Era fanático del Manchester United, amaba el rap y usaba gorras de béisbol, y le dijo a sus amigos del colegio lo mucho que odiaba a Tony Blair y a George Bush. Los profesores lo ayudaron con sus problemas de manejo de ira.

Emwazi se volvió amigo de Bilal al-Berjawi y Mohammed Sakr, dos chicos ligeramente mayores de North Kensington que fueron a luchar con el grupo islamista al-Shabaab en Somalia. Serían asesinados en ataques por drones en 2012.

“Emwazi salió de una red más grande de jóvenes islamistas en esa área del occidente de Londres”, explica Raffaello Pantucci, autor de We Love Death as You Love Life: Britain’s Suburban Terrorists (Amamos a la muerte como tú amas a la vida: Terroristas británicos suburbanos). “Al-Berjwai y Sakr destacaron entre las personas que entraban y salían de Somalia, y Emwazi pasaba el rato en ese círculo. Hay una coincidencia de pequeños gangsters y personas que se sumergieron en el yihadismo”.

En 2009, cuando tenía veintiún años, Emwazi viajó a Tanzania, diciendo que quería ir a un safari. Los agentes del M15 lo interrogaron, acusándolo de tratar de llegar a Somalia para luchar con al-Shabaab. Luego pasó algún tiempo moviéndose entre Kuwait y Londres antes de que los oficiales de inmigración le impidieran volver a Kuwait. En 2013, logró dejar el país, y le dijo a sus padres que iría a Turquía para ayudar a los refugiados.

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Aine Davis. Foto: Policía Metropolitana

Aine Davis creció en Hammersmith con su madre, su padre ausente, pero muy poco se sabe sobre su infancia. De adulto joven, acumuló una serie de condenas como traficante de drogas antes de ser enviado a prisión en 2006 por posesión de armas de fuego. Se cree que se convirtió al Islam en prisión o poco después de su liberación.

Si Davis fue el criminal más experimentado en "The Beatles", pudo haberse dirigido, perversamente, a Siria para mantenerse recto y estricto. Su esposa, Amal El-Wahabi, sugirió en su juicio de 2014 (fue condenada por intentar llevarle dinero a Davis en Siria) que salir de Londres se suponía que era bueno para su "cuerpo y alma". Pero volaría fuera del Reino Unido en 2013 por algo mucho más perturbador que el tráfico de drogas.

Los cuatro hombres tomarían caminos diferentes hacia Siria y la ciudad norteña de Raqqa. Solo se conoce que Kotey viajó allí en algún momento después de abandonar un viaje en convoy a Gaza en 2009. Se cree que Elsheikh fue a Siria en algún momento en 2012 e inicialmente se unió a al-Qaeda antes de trasladarse al ISIS. Emwazi y Davis fueron a Siria en 2013, el año en que ISIS, inicialmente establecido en Iraq, comenzó a reclamar importantes victorias territoriales dentro del país.

¿Es posible que alguno de ellos haya viajado con intenciones no violentas, conducidos solo por la idea de ayudar a las víctimas del régimen Bashar al-Assad?

"Si fuiste en 2011 y 2012, probablemente pueda creer que pudiste haber empezado creyendo que eras el Che Guevara, haciendo el bien y salvando a los oprimidos", dice Rafaello. "Pero cuando la causa empieza a establecer un califato con ISIS, y no te detienes ante nada por esa causa, entonces obviamente se convertirá en algo muy diferente".

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En cualquier caso, los cuatro londinenses se quedaron y prosperaron. Mucho ha sido escrito sobre la cultura del martirio entre los jihadistas, la voluntad de buscar la muerte, pero el doctor Afzal Ashraf cree que hemos subestimado lo emocionados que muchos jóvenes islamistas estaban por hacer parte de un equipo que iba ganando. "Estos chicos se vieron atraídos por una promesa creíble de éxito", dice. "El éxito espectacular de ISIS cuando estaban ganando terreno significaba que las personas que vivían con una narrativa de quejas estaban emocionadas por pertenecer a algo que parecía tener éxito".

Mientras que algunos reclutas extranjeros se comenzaron a desilusionar por ser utilizados como forraje de primera línea por los comandantes, más que todo iraquíes, de ISIS, los cuatro londinenses encontraron un papel clave en Raqqa. Fueron encargados de cuidar a los rehenes occidentales en un lugar que los cautivos llamaban ‘La Cantera’.

"Puede que no hayan sido peleadores útiles, sin mucha experiencia en el campo de batalla, pero fueron una unidad natural capaz de trabajar junta", dice Pantucci. "Hablando inglés, ¿Qué mejor manera de transmitir un mensaje al mundo de habla inglesa? Se volvieron útiles para los propósitos propagandísticos".

Alexanda Kotey después de su captura en junio por las Fuerzas Democráticas Sirias. Foto: Fuerzas Democráticas

El grupo hizo más que solo mantener a la gente en su lugar. Los rehenes sobrevivientes describieron su aptitud para atormentarlos. Javier Espinosa se refiere a sus actitudes ‘psicópatas’. El periodista español recordó cómo Emwazi le susurró en detalle qué pasaría si le cortaba la garganta a Espinosa: "El primer golpe cortará tus venas, la sangre se mezcla con tu saliva".

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El rehén danés, Daniel Rye Ottosen, ha descrito cómo los carceleros británicos jugaban con ellos, haciéndoles cantar canciones sobre Kenneth Bigley, el rehén de al-Qaeda que fue decapitado en Irak. "No se les dijo que fueran y nos golpearan, pero lo hicieron porque querían, lo disfrutaron".

En su autobiografía, Ottosen describe a ‘George’ como el que dio las órdenes, y también como el más impredecible. ‘Ringo’ hizo la filmación cuando era necesario. Pero sería ‘Jihadi John’ quien asumiría el protagonismo, volviéndose infame alrededor del mundo.

En agosto de 2014, ISIS lanzó un video mostrando una figura vestida de negro: Emwazi, decapitando al fotoperiodista estadounidense James Foley. En septiembre, apareció en otro video: la decapitación del periodista estadounidense Steven Sotloff. Seguidos de más asesinatos: las muertes de los trabajadores británicos David Haines y Alan Henning, el trabajador humanitario estadounidense Peter Kassig y los periodistas japoneses Haruna Yukawa y Kenji Goto.

El gobierno de los Estados Unidos dice que la célula decapitó a veintisiete cautivos en total. Se cree que las víctimas del grupo incluyen combatientes sirios capturados en el campo de batalla.

Con Emwazi ahora muerto, no es claro cuál de los tres londinenses que aún viven era ‘George’, cuál era ‘Ringo’ y cuál era ‘Paul’. El periodista francés Nicolas Henin, un rehén sobreviviente, me dijo que no puede aclarar sus identidades. Él cita el proceso legal que podría estar por delante de Kotey y Elsheikh. Aunque el Reino Unido, según se informa, les ha privado de su nacionalidad, los oficiales americanos y británicos aún están discutiendo en dónde serán retenidos y cómo llevarán a cabo el juicio. Hace dos días, el Ministro de Interior Amber Rudd insinuó que ellos podrían volver al Reino Unido, a pesar de que el Secretario de Defensa Gavin Williamson dijo previamente, “No creo que ellos deban poner un pie en este país otra vez. Le dieron la espalda a Gran Bretaña, nuestros valores y todo por lo que peleamos, ellos son lo peor de lo peor”:

Incluso ahora, con todo lo que sabemos, es extrañamente tentador creer que por lo menos uno del grupo tenía algún sentido de decencia, que los cuatro no eran igual y completamente perversos. Pero hay una pequeña evidencia de decencia de la que agarrarse. El Departamento de Estado de los Estados Unidos, dijo que Kotey “probablemente estuvo relacionado en las ejecuciones del grupo y los métodos de tortura excepcionalmente crueles”. Elsheikh “se ganó una reputación por las ejecuciones y crucifixiones simuladas en el submarino”.

Podemos descartar a los cuatro como diferentes, como desviados, pero su viaje hacia la oscuridad no fue completamente anormal. Los servicios de seguridad creen que 800 británicos huyeron para unirse a ISIS. Potencialmente, hay lecciones que deben ser aprendidas de las 800 historias.

Es mejor que entendamos por qué tantos musulmanes de segunda y tercera generación se sienten tan inseguros en sus lugares, y por qué este Islam politizado y degradado ofrece tanta claridad y propósito.

Finalmente, Gran Bretaña tendrá que venir con relatos más convincentes si quiere hacer de la historia de los yihadistas de Londres un pie de página en la historia, en lugar de una señal de las cosas que están por venir.

@adamtomforrest / @dan_draws