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Música

Juan Forche y su máquina del tiempo

Nos tomamos unos mates con el inquieto músico argentino para que nos explicara cómo transforma el tiempo con canciones.

Muchas veces, los que nos aventuramos a hacer música, pensamos que la única manera para viajar a otras latitudes a tocar nuestras canciones es volviéndonos famosos, firmando un contrato con una disquera grande y llenando estadios. ¿Pero dónde está la parte romántica en todo eso?, ¿acaso es necesario vender y vender para poder disfrutar de ese goce indescriptible que nace al coger un instrumento y ponerlo a sonar como queremos y donde queremos? Claro que no.

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Un ejemplo de esto es Juan Forche, un músico y docente de Buenos Aires que, guiado únicamente por la ilusión de hacer canciones, se ha dado el gusto de llevar su arte a países como Chile, Bolivia y Perú, sin tener que contar con un gran presupuesto ni una fanaticada masiva. Lo que realmente lo motiva es crear los sonidos que le nacen del alma y, hasta el día de hoy, tiene tres discos de estudio a sus espaldas. Los primeros dos, El festín de la desesperación (2012) y La alegría de mi queja (2015), los grabó con Sai Amet, una banda con un estilo parecido al de Los Fabulosos Cadillacs y La Bersuit Vergarabat que fundó en su adolescencia. El otro, Máquina del tiempo, es fruto de su primera experiencia como solista donde se juntó con “Los compañeros del vino” para componer 13 canciones inéditas que tienen ese aire del cantautor viajero y poeta que le canta al tiempo, al olvido, al miedo y al amor.

Hace unos pocos días me senté con él a tomarme unos típicos mates argentinos en un pequeño apartamento en La Macarena para acercarme más a su música y entender cómo es la vida de un artista inquieto y camaleónico. Uno que se entrega de lleno a su obra y a la conexión que esta genera con los que la escuchan.

Máquina del tiempo

NOISEY: ¿A qué te refieres con que la música es una máquina de tiempo?
Juan Forche: Siempre entendí la música como una máquina del tiempo que te transporta a distintos lugares y a determinados olores también. A mí me pasa a veces que escucho canciones y puedo sentir el olor que sentía cuando las escuchaba siendo un niño. También puedo recordar los espacios y las texturas, y es una cosa que solo me pasa con la música a pesar de que también me gustan mucho la pintura y el cine. Por eso ese ese juego con lo de la máquina de tiempo, que es el título del disco.

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¿Por qué hay una diferencia tan radical entre el sonido de Sai Amet y tu proyecto solista?
Son espacios diferentes. Uno es mucho más de rock y de experimentación y el otro es mucho más silencioso y acústico. Es algo así como un Sr. Jekyll y Mr. Hyde. La idea de hacer un disco solista empezó como algo muy mínimo, luego fue creciendo y me motivó el hecho de poder cambiar el aparato de lo que es una banda con muchos músicos. Yo tenía un buen número de canciones guardadas y no quería hincharle los huevos a los de Sai Amet diciéndoles que las teníamos que tocar, entonces me generé mi propio espacio musical para no tener que depender de los demás. Igual la banda sigue como un grupo de amigos que tocan y componen entre todos.

¿De qué manera tocar por tu cuenta te ha cambiado la percepción acerca de lo que es ser músico?
Tocar solo es una experiencia diferente, pero también tiene su lado bueno. Máquina del tiempo lo grabé con un grupo de gente que me acompaña y que puede ir alternando que se llaman “Los compañeros del vino”. El nombre surgió como un juego de palabras y una excusa para tomar vino sin que te digan nada jajaja.

¿Y cómo haces con los músicos cuando sales de Argentina?
En la instancia en la que estoy yo es medio dificil viajar con todo el grupo porque no tengo la estructura económica armada para poder hacer eso. Lo que me he ideado son diferentes formatos para poder articular mejor los shows en vivo. Por ejemplo, en países como Colombia toco en lugares más chicos donde no tenga que incorporar como de 3 o 4 instrumentos a las presentaciones. Obviamente quisiera tocar en escenarios grandes, pero no se pierde la esperanza, vine a sembrar una semillita en este país conociendo músicos y demás para que en un futuro pueda traer a todos los demás.

¿Cómo es la experiencia de recorrer Sudamérica siendo un músico independiente?
A veces es más hippie y a veces, como en esta ocasión y la vez que estuve en Chile, un poco más planeado en cuanto a lugares para tocar y agendas. Me acuerdo que una vez en un pueblo en Bolivia me puse a tocar y una amiga me acompañó haciendo cintas. Para mi era una cosa medio mínima, pero la gente nos ponía una atención impresionante y estuvo buenísimo. Ahí entendí lo importante que es viajar para abrir la cabeza y abrir la cabeza de los demás. Es todo un intercambio y cuando uno se sale de las ciudades grandes, le puede llevar la música a gente que no tiene tanto acceso a ella.

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Para meterse en la máquina del tiempo de Juan Forche y estar pendientes de sus próximos conciertos por Colombia, síganlo por aquí.