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Música

45 años de Suicide, una de las bandas más temerarias que han pisado este planeta

Rememoramos con Alan Vega y Martin Rev los inicios de la abrasiva banda, en los que la gente los abucheaba hasta el cansancio, y qué les depara el futuro.

“¡Vayan a ver a Suicide, todos vayan a ver a Suicide AHORA!” Eso fue lo que gritó Nick Cave al final de su set con Grinderman durante el Primavera Sound en Barcelona, 2011. Los gritos tenían el tono y la convicción de una orden obligatoria, más que de una amable sugerencia. Si esto hubiera sido dentro de los sucios confines del legendario CBGB’s, un club en el que aquella banda tocó de manera regular dentro de su época de oro en los 70, el vocalista Alan Vega sin duda habría portado la transmisión por cadena de una motocicleta, generando un terror salvaje y una manía dentro de ese pequeño espacio. Pero no estaba seguro si este sería el mismo grupo feroz que había creado alguna de la música más progresiva de los 70 —de la electrónica terrorífica de "Frankie Teardrop" al sexy contoneo de "Diamonds, Fur Coat, Champagne" —o simplemente otra banda que toca su disco clásico de principio a fin, llena de apatía y desesperación financiera.

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Al final sí terminé viéndolos —lo iba a hacer de todos modos, Nick Cave— y lo que encontré fue a dos hombres viejos, encogidos por el gran escenario, el cual expulsaba humo negro, creando el ruido más glorioso e infinito, que parecía sacudir el piso de concreto sobre el que estábamos parados, y que llenaba el húmedo aire español vespertino con un amenazante sentido de terror a través de sintetizadores.

"Ghostrider" sonaba tan energética, recargada y pulsante como seguramente lo hizo la primera vez que sonó en un cuarto de ensayo hace cuarenta años, como si aún se estuviera ensamblando sobre el escenario, construida a través de la improvisación, hasta que terminó siendo un deshuesadero de canción. No hubo un dejo de nostalgia en toda la presentación, ni un intento de complacer al público a través de ‘clásicos’, sino más bien era un grupo aún feliz con confrontar tanto con su música como a su público.

Continúa abajo… 2015 marca el aniversario número 45 de la formación de la banda. Después de un viaje a Londres este verano para un exitoso show bajo la premisa de una ‘Misa Punk’ (el término proviene de un título que usaban en volantes a principios de los 70, cuando tocaban shows bajo esa etiqueta), aproveché la oportunidad para poder encontrarme con los dos integrantes del conjunto, Alan Vega y Martin Rev, para rebobinar sus mentes por el legado del grupo y explorar por qué seguir a la vanguardia y haciendo cosas nuevas, a pesar de haber sufrido experiencias cercanas a la muerte, sigue siendo tan motivante para ellos hoy en día como lo fue en 1970.

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El par se conoció por primera vez en una galería multimedia abierta las 24 horas del día en Manhattan —Museum: a Project of Living Artists— y crearon Suicide al fusionar su amor por el arte, el freestyle jazz, rock ‘n’ roll y la polémica amenaza de Iggy Pop, la cual le había volado la cabeza a Vega cuando lo vio en 1969. “Era una muralla de sonido con electrónica, muy provocativo,” dice Rev, recordando los sonidos que el par hizo cuando se juntaron por primera vez. “Era el sonido puro de los componentes electrónicos, esa era nuestra dirección. Sin referencia hacia lo que estaba pasando en el mundo —no había nada como lo que estábamos haciendo, no teníamos conexión con nada más.”

La combinación de las vocales tipo un Elvis endemoniado de Alan Vega, aulladas sobre los sintetizadores de Martin Rev — el cual sonaba como un órgano de iglesia descompuesto que había sido poseído por Satanás— provocaba que encontraran el mismo número de enemigos que de fanáticos en sus shows. “Cuando llegábamos a los clubs la gente reaccionaba de manera muy agresiva en contra de lo que estábamos haciendo. Una vez que pasé a los electrónicos puros fue cuando se volvió completamente intolerable para algunas personas. Se volvían muy agresivas,” dice Rev. Pero Vega disfrutaba en demasía la confrontación: “Solía gritarles ‘¡No te escucho!’ —me prendían todos los abucheos.” A veces Vega rompía una botella y empezaba a cortarse la cara para superar cualquier tipo de violencia; otras veces cerraba con seguro todas las salidas del lugar, para que nadie pudiera marcharse hasta que Suicide decidiera que ya podían hacerlo.

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El shock de los asistentes era entendible: la mayoría había crecido con los eternos y onanistas solos de guitarra de los descamisados dioses del rock. Y ahora tenían enfrente a dos personas que parecían decididas en destruir por completo su concepto de lo que se suponía que significaba la música de guitarra. Pero esta visión singular hizo que Suicide se sintieran indestructibles cuando enfrentaban todo ese odio. “Esa es la ilusión que te da el escenario,” dice Rev. “Siempre me sentí en control, aunque estuviera enfrente de 2,000 personas que clamaban por mi sangre; sentía que los tenía en la palma de mi mano, que los podía destruír con una mano atada —porque tenía el sonido, y el sonido es un poder increíble.” Su nombre bastaba para que ni siquiera los promocionaran. Vega recuerda “no nos publicaban en el Village Voice. Enlistaban a todas las bandas que estaban tocando en la ciudad, pero nunca a nosotros. Le dije a Marty, ‘¿Somos fantasmas?’”

Cada una de sus presentaciones se convertía en un paso hacia lo desconocido. “Estás parado diciendo: yo soy tal, estoy haciendo esto, y me vale verga quién eres o qué piensas al respecto. Eso es lo que tienes que hacer cuando estás haciendo algo nuevo,” explica Rev, “y entonces cuando dicen, ‘Nos caga lo que haces, bájate del escenario,’ te quedas sobre el escenario y haces lo que tienes que hacer. Tomas esa energía y se las das de regreso.” A veces la confrontación y el odio se derramaban y en un show, mientras le abrían a The Clash y a Elvis Costello en Bélgica, crearon una hostilidad tan grande en el público que les robaron el micrófono y la tarde terminó en una revuelta y Vega acabó con la narzi rota. Esa velada fue capturada en la grabación 23 Minutes Over Brussels, una presentación brutal que sigue sonando absolutamente aterradora, abrasiva y hermosa incluso hoy en día, con un mar de abucheos casi tan fuertes como la apaleante música, mientras Vega gritaba “I HATE YOUR FUCKING GUTS!” Definitivamente te pone en el mismo humor que ese cuarto, a niveles casi palpables. En otra tocada en la que le abrieron a The Clash en Glasgow, alguien le aventó una hacha a Vega. Pero, como le dijo a The Guardian en el 2008, "eso no era nada fuera de lo común."

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Suicide creó su debut homónimo en una sola toma. El álbum entero, según Rev, prácticamente fue hecho en vivo — “No recuerdo ningún overdub,” dice. Publicado en 1977, le tomó un rato al resto del mundo para ponerse al corriente. Vegga afirma: “Nos tomó veinte años en que Nueva York nos aceptara.” Aún así, la convicción que tenían en sus creaciones sónicas fueron factores fundamentales para su poder, como Rev dice, “Siempre pensé que era lo más cabrón del mundo y pensé vamos, tienen que escucharlo. Lo que tiene valor eventualmente será visto como algo valioso… con el tiempo.”

Después de trabajar juntos por 45 años, Rev le atribuye sus ocupaciones individuales como una de las razones por las que han logrado durar juntos por tanto tiempo. “El secreto tras el cual hemos trabajado juntos tanto tiempo es que nos fuimos en direcciones distintas. Nunca hemos tenido un conflicto en el que digamos ‘Ya no estamos trabajando juntos.’ Tenemos nuestras vidas separadas y los dos somos personas bastante creativas, así que siempre estamos explorando cosas por nuestra parte.” Ambos han hecho numerosos discos solistas y ambos han creado piezas maestras por su cuenta. La de Rev llegó con su LP homónimo en 1980, mientras que Vega esperaría hasta el 2007 antes de que creara el suyo, con el ejemplar Station.

El groupo sigue modificando su viejo material y llevándolo a nuevos lugares cuando tocan en vivo. Pero el material nuevo tampoco es algo que esté descartado, según Rev, “Si las circunstancias son las correctas." Sobre tocar incesantemente, y modificar y reimaginar sus canciones viejas, dice “Cuando siento que me estoy familiarizando mucho con algo o que se siente como una fórmula, entonces lo desechamos. Mucho de ese material es increíble, y puedes jugar con él y cambiarlo. No tienes que hacer lo mismo una y otra vez todas las noches, pero tampoco lo tienes que desechar por completo… trato de no hacer cosas como encores o tener invitados de manera seguida, porque entonces Suicide se vuelve algo horizontal, y nosotros somos una banda vertical. No nos gusta relajarnos y pasarla bien —nada de eso me atrae.”

Ninguno de los dos quiere hacer predicciones sobre su futuro —en el 2012 Vega sufrió un ataque cardiaco y un derrame cerebral, y casi no sobrevive. Pero a pesar del susto, no está en sus planes el terminar pronto. “Nunca me voy a retirar, no está dentro de mi sangre. Voy a morir bailando. Moriré sobre el escenario,” dice mientras sonríe. Sin embargo, antes de que parta a ningún lado, tiene un plan muy Suicide para una de sus canciones más grandes. "Dream Baby Dream" ha sido reversionada por todos, desde Bruce Springsteen a Savages a Neneh Cherry y Arcade Fire (con David Byrne en la voz), pero los planes de Vega son aún más grandes. “Eventualmente será el himno nacional,” dice con una confianza sardónica. Rev tampoco tiene planes concretos para el grupo, tomando cada oportunidad de manera individual, “Nunca sé qué va a pasar de una tocada a otra. [Punk Mass in London] podría haber sido nuestra última tocada. Pero he pensado eso varias veces, y siempre hay una más.” El futuro de Suicide es quizá un poco como su pasado: cada presentación es un paso más hacia lo completamente desconocido.

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