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Música

A 100 años del nacimiento de Octavio Paz, hablemos de Molotov

Pa' que todos chinguemos igual.

Foto vía La Jornada

Octavio Paz seguro escucharía Molotov. O tal vez no. No importa; el asunto es que el poeta mexicano tuvo su momento obsesivo con la grosería mexicana, su palabrería vulgar, y Molotov hizo cimbrar a la industria musical mexicana desde su base por su cuidadosa utilización de ese mismo tipo de lenguaje. Ahí radica una relación accidental, pero sin duda interesante para analizar.

Probablemente lo que estoy escribiendo sea toda una herejía. Después de todo, no hay peor cosa que revivir a los muertos, y más si el muerto es uno de los más grandes escritores y pensadores que hemos tenido. Este año seguro han oído hablar de Octavio Paz hasta el cansancio: han llovido homenajes y textos, pues este 2014 cumple 100 años de haber nacido. En Noisey haremos lo propio: rescatar una de las ideas más conocidas de Paz y resolverla con la chingada mejor canción de Molotov. O algo así.

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En el Laberinto de la Soledad, el poeta dice: “Son las malas palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de todos.”

Si acaso la idea es interesante porque, ligada al mundo de la música, podría decirse que toda letra “de rock” no es más que un intento de poesía popular. Lo que el rap es para los Estados Unidos (“una poesía hablada”, dijo alguna vez Jerome Rothenberg) puede equipararse a lo que algunos proyectos nacionales como Molotov y Café Tacuba han hecho por nuestras suertes culturales.

La grosería que más le llama la atención a Paz es el grito explosivo de cada 16 de septiembre: “¡¡Viva México, hijos de la Chingada!!”

¿Pero se han puesto a pensar, quién carajos es ‘la Chingada’ y por qué tiene hijos?

Evidentemente pocas personas podrían responder tan lúcidamente a esto. Paz decía que, ante todo, la Chingada es la Madre.

“No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones de la maternidad, como la Llorona o la “sufrida madre” mexicana que festejamos el diez de mayo.”

Y les digo que Molotov lo dice mejor que nadie:

“Y a mi gente, a mi brother compadre

busca cualquier pretexto pa’ romperte la madre

Para que nadie se quede sin hablar, pa’ que todos

Chinguemos igual

Chingo yo, chingas tú, chinga tu madre”

Aunque claro, en esta canción la Chingada se convierte en verbo que además tiene ‘chingos’ de significados. Es una voz mágica, que con cambiar de tono el sentido varía. De nuevo Paz (siempre en el Laberinto de la Soledad) decía :

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“Se puede ser un chingón, un Gran chingón (en los negocios, en la política, en el crimen, con las mujeres), un chingaquedito (silencioso, disimulado, urdiendo tramas en la sombra, avanzando cauto para dar mazazo), un chingoncito.”

Chingar puede decir coger, joder, avanzar… en fin, tantas cosas con tantos significados. Cualquier extranjero se marea intentando memorizar. Qué chingón que Octavio Paz se haya preocupado por descifrarlas como poeta.

En el fondo, la idea más importante de lo que dice es que los ‘chingos’ de significados no impiden que la idea de la palabra sea violenta: incomodar, picar, zaherir, violar, desgarrar y matar.

“En suma, chingar es hacer violencia sobre otro. Es un verbo masculino, activo, cruel: pica hiere, desgarra, mancha (…) Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo que chinga, que es activo, agresivo y cerrado. El chingón es el macho, el que abre. La chingada, la hembra, la pasividad pura, inerme ante el exterior (…)”

Y nosotros, junto con Molotov y un ritmo parecido al ska, nos abrazamos, brincamos y repetimos rezos sin darnos cuenta de lo que dicen y el significado que cargan:

“Siempre tienes que abrir tanto la boca

Metida en las cosas, donde nada

Te importa, mejor no te

Metas donde nadie te llama, aquí nadie te quiere

Aquí nadie te extraña

Dime quien te cedió la palabra

Te pones a hablar y luego nadie te calla

Chingo yo chingas tu chinga tu madre”

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Ahora, jamás seré de esas puritanas que aboguen por dejar de decir “chingar” y todas sus connotaciones. Al contrario, me parece una palabra maravillosa a pesar de que Octavio Paz le atribuya un génesis machista (que yo le creo con toda convicción). Me gusta sobre todo la expresión “¡¡hijo de la Chingada!!”, que no es lo mismo que su contraparte española de “hijo de puta”, que luego las feministas se enojan si lo decimos como insulto.

Pero en fin, lo que digo es que el poeta mexicano se hubiera fascinado con Molotov y su manera de plasmar a la “Chingada Madre” en una canción. Me intriga más que el Laberinto de la Soledad se haya escrito en 1950 y 64 años más tarde todavía tenga vigencia en el rock mexicano. Aunque bueno, Octavio Paz se fue aún más lejos asociando a la “Chingada” con la Conquista española y la violación, no sólo en sentido histórico, sino en la carne misma de las indias.

Les digo, yo le creo todo lo que dice, pero dudo que Molotov hubiera llegado a la misma conclusión.

Así las cosas, lo chingón, chingaquedito y la Chingada, no deberían de ser malas palabras, aunque siéndolo mantienen toda su aura y la mitad de su fuerza.

Así que, en honor al poeta y todo nuestro argot, hagamos homenaje, y sigamos rezando:

“Para que nadie se quede sin chingar

Y pa’ que todos chinguemos igual”