Dinero

Fui a una visita guiada del centro logístico de Amazon

Y todo lo que conseguí fue una mísera caja de cartón.
amazon fulfilment centre uk
A la izquierda, el centro logístico de Amazon; a la derecha, la autora pasándoselo genial en el centro logístico.

No es ninguna novedad que las condiciones de trabajo en los almacenes de Amazon son terribles. Desde que 15 trabajadores se desmayaran sofocados por el calor extremo en un local de Pensilvania en 2011, las noticias, cada vez más frecuentes, han ido pasando de lo grotesco (trabajadores que tenían que orinar en botellas porque les daba miedo tomarse un descanso) a lo tremendamente triste (13 personas han muerto en los centros de logística de Estado Unidos desde 2013).

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El mes pasado, algunos empleados en Essex comparaban su trabajo a una esclavitud moderna en una entrevista. En septiembre, Billy Foister, de 48 años, se sumaba a la lista de muertos de Amazon tras sufrir un ataque al corazón en un centro logístico de Ohio. Supuestamente, su cuerpo se quedó 20 minutos tendido en el suelo, mientras que a sus compañeros les decían que volvieran a trabajar. Según la compañía Amazon, el tiempo de respuesta fue “de minutos”.

Por eso, me sorprendió cuando, hace poco, me encontré cara a cara con una fila de trabajadores de Amazon sonriendo como si fueran rehenes al tiempo que me aseguraban, honestamente, de verdad, que trabajar ahí era superdivertido.

Este es Sean: un bailarín terrible. Y Lisa, a quien le encanta hacer senderismo. Está Jackie, que abraza cada paquete antes del envío. El anuncio decía que podría conocer a gente alocada y cercana como esta (que, por supuesto, no son actores pagados) si me apuntaba a una visita guiada por el centro de logística de Amazon. Como medida para contrarrestar sus evidentes estadísticas de muertes, Amazon ha estado llevando a cabo visitas este año más que nunca en sus centros de logística. Para ello, ha hecho un despliegue publicitario multimillonario en algunos países, con anuncios como el que he mencionado.

Así, una mañana de domingo, me levanté de la cama y me fui caminando hasta un polígono industrial en Peterborough, Inglaterra, para visitar un centro de Amazon en el que nos llevaban como si fuéramos ovejitas.

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A los cinco segundos de poner pie en territorio Amazon, se me acercó un guarda de seguridad para preguntarme si estaba allí por la visita. Durante las dos horas siguientes, un guía controló todos mis movimientos. No podíamos sacar fotos y nos pedían que lleváramos chalecos de alta visibilidad para que pudieran encontrarnos si nos perdíamos. “Y os encontraremos”, nos dijo sonriendo nuestra guía, una chica tatuada de unos veintipico años.

Era como si fuésemos dando un paseo por un parque de atracciones de empleados felices con un grupo de 15 personas que parecía una mezcla de frikis de la logística y padres que no sabían dónde llevar a sus hijos. Nos llevaron por una serie de atracciones estratégicamente colocadas, mientras que nuestro guía iba soltando una serie de gracias programadas de antemano por el micrófono sintonizado con nuestros auriculares.

"Era como si fuésemos dando un paseo por un parque de atracciones de empleados felices con un grupo de 15 personas que parecía una mezcla de frikis de la logística y padres que no sabían dónde llevar a sus hijos"

Las paredes que llevaban al almacén principal tenían colgadas una serie de fotografías de eventos que se han celebrado para niños con cáncer o viajes escolares que han visitado el centro. También, había una pizarra en la que se anunciaba que era la “Semana del Reciclaje”, pensada para ayudar a los empleados a que pongan su granito de arena con el medioambiente. Está claro: que Susan tire la bolsa de patatas que se acaba de comer a la papelera correcta va a suponer una gran diferencia respecto a los 44,4 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono de Amazon.

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Después, pasamos por la zona de recursos humanos y una serie de tablones de anuncios. En uno de ellos, se podía leer que los empleados pueden trabajar “no más de 6 días a la semana, no más de 11 horas al día”. Otro aseguraba que hacía “227 días desde el último incidente registrado”.

No estoy seguro de a qué se refieren con “incidente”, exactamente. Quizás se refieren a las llamadas a ambulancias desde los centros logísticos de Reino Unido que, en tres años, fueron más de 600. O quizás se refieren específicamente a las llamadas a Urgencias por intentos de suicidio o episodios de salud mental, de los cuales se registraron 189 en centros de Estados Unidos entre 2013 y 2018.

Aunque Amazon se empeña en recalcar en sus declaraciones que tiene un buen historial comparado con otras empresas de transporte o almacenes, Mick Rix, del sindicato británico GMB, dice que no son normales. “Que tanta gente se rompa huesos o se desmaye y tengan que llevársela al hospital… no es algo que ocurra en otras empresas”, explica.

Mick ha negociado con otras grandes empresas como Hermes o ASDA Walmart, pero Amazon destaca por ser la única compañía que constantemente se niega a colaborar con sindicatos, e incluso ha creado vídeos sobre cómo detectar y detener a los empleados que quieran afiliarse a un sindicato.

amazon warehouse tour

Cuando volvimos al almacén, fue inútil tratar de hablar con un empleado de verdad. Además de tener tres personas vigilándonos constantemente, solo podíamos ver a los otros trabajadores de lejos mientras nos llevaban por el área de envíos hasta la zona de llegada de paquetes.

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Finalmente, llegamos a una de las atracciones principales: un laberinto infinito de estanterías llenas de todo lo que te puedas imaginar, incluidas toneladas de proteína en polvo suficientes para alimentar a un ejército.

Esta es la parte del proceso que recibe más quejas. Para que te pueda llegar el paquete con tu pedido, alguien tiene que ir rebuscando entre las estanterías para encontrar cada artículo de la lista.

"Ni siquiera pueden hablar con sus compañeros porque si lo hacen, el jefe de equipo les regaña por no trabajar lo suficientemente rápido”

Estos trabajadores tienen una cuota de artículos que recoger por hora. La guía no quiere darme un número específico y dice que lo determina el algoritmo omnipotente de Amazon. Sin embargo, en las historias que han salido a la luz se habla de 320 productos por hora, diez horas al día.

De los dos descansos de media hora que tienen al día, solo les pagan por uno. Fuera de esos descansos, según se descubrió en una investigación del periódico Mirror, se pide a los trabajadores que no se sienten en ningún momento. Si no consiguen llegar al mínimo, el sistema los marca como despido potencial. Una vez, unos 300 asociados fueron despedidos en un año en un mismo centro en Baltimore, Estado Unidos, por no llegar al mínimo de productividad.

Según Mick, los trabajadores decían que tenían que caminar hasta 30 kilómetros al día. En una encuesta a trabajadores de Amazon llevada a cabo por la GMB en Reino Unido, el 87 por ciento decían que todos los días tenían algún tipo de molestia física mientras trabajaban.

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“Ni siquiera pueden hablar con sus compañeros”, explica Mick: “porque si lo hacen, el jefe de equipo les regaña por no trabajar lo suficientemente rápido”. En el pasado, Amazon ha dicho que la compañía “ofrece un lugar de trabajo seguro y positivo para miles de personas de todo el Reino Unido” y centran sus esfuerzos en “asegurar que ofrecemos un ambiente excelente para todos nuestros empleados”.

Obviamente, no mencionaron nada de esto durante el tour. Nos quedamos en fila de a uno durante media hora mientras la guía nos explicaba hasta la saciedad cómo funciona el sistema de categorización. Cuando por fin seguimos con la visita, pasamos junto a un cartel que decía: “trabaja duro, pásatelo bien y haz historia”, y un tablero enorme de Monopoly colocado de manera ostentosa en mitad del camino. “Ah, ¿habéis visto eso?”, nos dice la guía.

"Hay un problema crucial de base en esta compañía y es que no respetan a sus empleados”

Nos cuenta que cada semana, durante la reunión del equipo, le toca tirar el dado gigante de peluche a un afortunado empleado para ver si le toca alguno de los geniales premios que tienen, como un “descanso extra” o, mejor aún, “swag bucks”. Esta es una moneda interna de Amazon que los empleados pueden usar para comprar cosas en una tienda de Amazon especial, con artículos que van desde sudaderas hasta GoPros o altavoces de ducha, todos con el logo de Amazon. Otro de los gajes del oficio, según nos dice, son los días en los que los empleados pueden ir a trabajar en pijama o con un mono. “No sabia que mi jefe tenía un mono de Bob Esponja, pero ese día no quedó ninguna duda”, bromea nuestra guía en un tono que me hace pensar que ha repetido esa misma bromita un millón de veces. También, tienen pines para los que mejor se porten; básicamente, el equivalente para adultos de las medallas de scout. Porque, ¿quién necesita condiciones laborales dignas cuando puedes tener un montón de pines?

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En la última parada, en la zona de embalaje, nos muestran cada paso específico de cómo, exactamente, se montan las cajas. Después, nos invitan a montar nuestra propia caja para llevárnosla a casa de recuerdo.

Tras una ronda de preguntas rápidas, y para nada complicadas, nos sueltan en la carretera del polígono. Me voy de allí solo con una caja de cartón vacía y la imagen de una empresa que prefiere invertir el dinero que se ahorra pagando poquísimos impuestos en una campaña absurda, en vez de mejorar el día a día de sus trabajadores en los centros logísticos.

“Lo que podrían hacer es sentarse con nuestro sindicato, que ha trabajado con muchas empresas, para asegurarse de que son lugares seguros para trabajar y de que los mínimos de recogida estén controlados y medidos. Además, la eficiencia y productividad de estas compañías ha aumentado, porque la clave de esos problemas está en la inclusión de los trabajadores. Hay un problema crucial de base en esta compañía y es que no respetan a sus empleados”.

@theotherjenhahn

Este artículo se publicó originalmente en VICE UK.