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Sin embargo, ya que mis intentos no siempre eran exitosos, desarrollé un caparazón para lidiar con el rechazo. Todos hemos escuchado el cliché de que la mujer está demasiado cansada o que le duele la cabeza, pero en nuestro caso era al revés. A veces parecía que sólo tenía sexo conmigo por lástima, y eso no es algo que prenda a nadie.En algún punto me di cuenta de que no tenía interés de acostarse conmigo. Ya al final todo era un acto individual y estaba a nada de parecer una violación. Cuando mi lencería sexy y los juguetes sexuales dejaron de prenderlo, prácticamente se me acabaron las ideas y entonces mi placer dependía de mi mano.Ése fue el principio del fin. Paul quería estar en todos lados, pero no entre mis piernas, y ya no pude más. Yo quería hablar, él no. Yo quería coger, él no. En poco menos de un año nos dimos cuenta de que nuestra relación no podía seguir. Cortamos y nos dejamos de hablar.
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La mayoría de las mujeres hetero con las que he hablado sobre el tema dicen que si supieran que uno de sus ex es gay, su autoestima se destruiría, ya que de cierta forma sería su "culpa". Una amiga me dijo que si un tipo saliera del clóset "después de estar con ella", dudaría de su propia femineidad y su ego se iría a la basura. Ésa es la mierda más grande que he oído.Eventualmente Paul tuvo la decencia de buscarme y hablarlo conmigo, que es algo por lo que lo respeto mucho. Yo tenía muchas preguntas y él tenía las explicaciones que merecía. Hablamos mucho tiempo sobre inseguridades, represión, auto aceptación y entendí todo. De alguna forma siempre lo había entendido.