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Pase y llore

Temporada electoral: Hasta que gane Morena o lleguemos al Cielo, lo que suceda primero

Para muchos, el partido del Peje funciona como una iglesia. Podría ser pero, ¿cuál es el paraíso que promete? Sobre todo, ¿debería atraernos?

No creo que, con las elecciones a unos días de distancia y con todo lo que ha pasado desde que López Obrador era jefe de gobierno del DF, haya algo que pueda decir sobre él que haga cambiar de opinión a muchas personas. Se dice que el Peje es como el América (que lo odias o lo amas, etcétera), pero no me convence. En realidad, a quienes no vemos futbol, el Ame nos importa casi lo mismo que el pedacito de plástico verde que le ponen al sushi. Pero los altos representantes de la política difícilmente nos pueden ser indiferentes. De una forma o de otra, sufrimos el efecto de su chamba. Creo que el Peje me resulta más parecido a un fetiche o una parafilia: si encuentras que es lo tuyo, le entregarás tu devoción; en el caso contrario, la reacción oscilará entre el rechazo tajante y un puro asquillo.

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Algunos (muchos, muchos) más, comparan su nuevo partido, Morena, con una religión. Este símil no me parece tan fuera de lugar. En primera, porque el mismo AMLO ha ayudado a fomentarlo. Sabemos que el señor es bastante mocho. Hasta ha hecho mítines en el interior de una iglesia, aunque está de lo más prohibido. Incluso ha aceptado que no le desagrada la idea de que su partido sea visto como una iglesia ("preferimos ser una iglesia que un burdel", dijo; porque, claro, la prostitución es el pecado más terrible que existe y demás). Se supone que está convencido de la necesidad de separar iglesia y Estado, pero todo el tiempo se la pasa difundiendo una especie de misticismo baratón y su retórica es la de un cruzado. Al parecer, desde donde él y buena parte de sus seguidores están parados, todo aquel que no vote por ellos el próximo 7 de junio, estará contribuyendo a que el país se encamine a la perdición.

Don Peje, defensor del Estado laico, oficiando una misa disfrazada de mítin. Foto vía.

Por otra parte, su capacidad de permanecer impermeable a la autocrítica parece haber hipnotizado al bloque más duro de sus adeptos, quienes llegan a verlo de una forma que inevitablemente recuerda a la admiración que se reserva a los profetas. La inmensa mayoría de la propaganda de Morena lo tiene a él como protagonista principal (incluso cuando se llama a votar por otra persona), aunque este año no es candidato a ningún puesto.

Hay que ser justos: no es cierto que todos los simpatizantes del Peje sean unos lobotomizados. He encontrado a varios con los que se puede discutir tranquilamente los méritos o problemas de Morena y su figura principal (no creo que haya muchos fans de Calderón o Quique de los que se pueda decir lo mismo; o no los he buscado bien, quién sabe). Además, puede que en su interior haya un buen número de militantes que están genuinamente interesados en buscar vías hacia la justicia social, aunque tienden a creer que sólo puede hacerse con los votos como primera escala.

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Por ejemplo, en la cuenta de Twitter @FUERZA_MORENA, el tuit que aparece fijado al inicio es una invitación a no olvidar el crimen de Ayotzinapa. Pero bajita la mano, es en realidad un intento de apropiarse de esa lucha, y convertirla en votos.

Esto último es gran parte del problema. A primera vista, se pensaría que un acierto del aparato de Morena fue acercarse a organizaciones y líderes sociales. Así, en teoría, se convertirían en un conducto para llevar las demandas populares hacia la esfera del poder estatal. Pero en los hechos están trabajando por lo contrario: obligar a que toda la lucha social pase por el embudo de los votos. Y se quieren hacer pasar como la única institución que puede poner la estrellita en la frente de quienes buscan una política más justa.

Un video promocional protagonizado por el Peje es muy transparente al respecto:

Creo que poner atención a lo que dice ahí puede ser muy útil para juzgarlo. No es como que haya demasiado riesgo de sacarlo de contexto o que haya ahí algo que se dijo "por accidente". Ya hemos visto que el señor piensa como media hora antes de decir cualquier pinche palabra. Asumo que todo lo que está ahí es intencional.

Por si les dio hueva verlo (muy comprensible, por cierto), les cuento que en ese video López Obrador da sus razones para votar por Morena. "Sumarse a Morena", dice textualmente, pero creo que la invitación no es tanto para integrarse a la estructura partidista como para votar por ellos o convencer a otros de que lo hagan. Entre otras cosas, afirma: "es la única organización que tiene como objetivo la transformación del país". No dice que se trate del único partido político que busca la transformación del país. Dice que es la "única organización". Quiobo.

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Habla de los 16 millones de votos que "se obtuvieron", en referencia a las elecciones presidenciales de 2012, como un avance (en materia de difusión o "cambio de conciencia", aunque también en otros aspectos más verificables, se me hace). Ese "se obtuvieron" es un truco chafa. Lo pone así para no hablar en primera persona y decir que los obtuvo como candidato a la presidencia. Hay que ponerle filtro verbal al narcisismo, entiendo, pero si dice que el mayor avance hacia la justicia social que se ha dado en tiempos recientes son los votos que él ha obtenido, ese filtro no funciona gran cosa.

Cierra diciendo que "Morena es la única esperanza". De hecho, el slogan más común del partido es "La esperanza de México". En este contexto, "esperanza" es una palabra peligrosa. Y más, si se acompaña de la palabra "única". Según esto, se trataría del único referente al que podríamos voltear en un país que parece a punto de irse por el desagüe. Pero no se presenta como una invitación a la lucha activa, o siquiera a la búsqueda de establecer lazos comunitarios o a organizarse para la resistencia, sino como una esperanza. Como una promesa que puede mantenerse todo el tiempo, y que siempre está lejos. En el discurso de Morena y del Peje, lo principal que debe hacerse es votar por ellos, como si aventáramos una botella al mar. Y si no ganan (porque la mafia en el poder les hizo fraude o sabe por qué), ni modo, a seguirlos apoyando y a ver si para la siguiente elección se puede.

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Ese barquito ya mero llega al lugar donde se materializan las promesas de Morena. Foto vía.

El problema es que, al contrario del cielo o del paraíso o cualquier cosa que prometa el cristianismo, el mundo ideal de Morena no parece gran cosa. Peor, se parece demasiado a éste, porque lo cierto es que no tienen ganas de cambiar mucho de lo que vemos. Es decir, el discurso de Morena habla de combatir la pobreza y la desigualdad, abatir la corrupción y demás, pero al mismo tiempo se espera mantener las estructuras del Estado y del mercado tal como están. Desde la campaña para la presidencia de 2006, al Peje lo habían tachado de ser el alumno radical de Hugo Chávez pero, en serio, el hombre tiene devoción por los empresarios. Hizo mancuerna con Slim todo el tiempo que fue jefe de gobierno, por mencionar un caso. Dice que quiere cambiar el sistema económico, pero no se trata más que de cambios cosméticos, porque se la pasa repitiendo lo mismo que sus colegas del PRI o del PAN: que la iniciativa privada es la palanca del desarrollo. Tampoco ha hecho propuestas medianamente profundas para abordar algunos de los problemas más urgentes, como la violencia. Por ejemplo, ni hablar de la despenalización de las drogas. Dice que "hay cosas más importantes". Todo el tiempo evade el tema, como lo ha hecho con el aborto o el matrimonio homosexual (siguen las pruebas de su mochería). Lo que es evidente es que considera más importante la cohesión, en torno a él por descontado, que los derechos individuales. En el caso de las drogas, esto no solamente ocasiona que se oponga a la autodeterminación en el consumo de sustancias recreativas, sino incluso a desmontar parte de la estructura financiera de las organizaciones criminales.

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Hace unos días asesinaron al candidato de Morena a la presidencia municipal de Yurécuaro, Michoacán. Su nombre era Enrique Hernández Saucedo y había sido integrante de las autodefensas que se habían organizado en ese estado. Cuando AMLO habló del asunto, aseguró que eso no debía intimidarlos, sino alentarlos a "seguir luchando por un mismo país". También habló de las supuestas amenazas de muerte que ha recibido y dijo: "el que nada debe, nada teme". Es decir, no solamente no aprovechó para cuestionar la estrategia de la lucha contra el crimen organizado (sólo dijo que se debe combatir con "la organización social pacífica" y, por supuesto, votando por ellos), sino que aplicó la misma técnica de su rival Calderón: criminalizar a las víctimas de la violencia; decir, entre líneas, que si lo mataron fue porque "algo debía".

Enrique Hernández Saucedo. Foto vía.

No sé ustedes, pero todo este rollo me recuerda demasiado a la promesa de la salvación eterna del cristianismo y la promesa de la gloria para los mártires. O tal vez sea que todos los sermones beatos del Peje me inducen a verlo así. Aunque no creo que sea casualidad. Este mecanismo funciona como un anzuelo que puede siempre renovar su interés, aunque nunca se vea el resultado. La idea es que el fruto de esta fidelidad llegará cuando te admitan en el cielo o cuando Morena llegue al poder, dependiendo. Y el truco es que ese momento no llegue.

Me explico: el Peje ha explicado el hecho de que no ha llegado a la presidencia en las dos ocasiones que ha contendido con la tesis del fraude. Sinceramente, no creo que esa tesis esté del todo desencaminada. Lo curioso es que está decidido a contender de nuevo y en los mismos términos, aun cuando sabe que las técnicas para quitarlo de enfrente se volverán a usar, y hasta les agregarán otras más sofisticadas.

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Un tuit de la cuenta dice: "A los corruptos sólo les queda la compra del voto, no te dejes engañar". Pero ni siquiera hace falta que nos engañen. Como lo vimos en 2012, la compra del voto basta.

Todo esto debe saberlo el Peje. Y aquí se llega a una pregunta: si su objetivo central es llegar a la presidencia en 2018 (porque de eso se trata todo el pedo, no nos hagamos), y es de lo más improbable que suceda, o de plano imposible, ¿a qué está jugando? Podríamos hacerle un favor y responder que busca solamente lo que deseaba desde que estaba en el PRD y tenía que compartirlo con los Chuchos: un changarro político para él solo. De no ser así, todo suena menos halagador para él. Con su exigencia de que toda lucha organizada debe subordinarse a él, lo que ocasionaría es que se desactiven formas de resistencia que necesitan buscar canales distintos al electoral. No creo que lo consiga del todo, aunque lo ha logrado en algunos ámbitos (pocos, espero).

La ventaja es que, con toda su terquedad de permanecer en el centro ideológico, según él buscando el equilibrio, ha alejado a la mayoría, que hoy se inclina por una de dos vías: afianzar la economía de mercado y el Estado al servicio de ella (con métodos cada vez más autoritarios y excluyentes) o reforzar los lazos comunitarios y estructurar una resistencia organizada, mandando a la chingada los partidos. Incluyendo, por supuestísimo, a Morena.

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@infantasinalefa