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Cómo lidian las trabajadoras sexuales con los clientes que les caen mal

Algunas trabajadoras sexuales odian esos momentos “pedagógicamente aprovechables” con sus clientes. Otras aprovechan la oportunidad para entablar diálogos respetuosos con sus clientes.

Ilustración por Stephanie Santillan.

Era 20 de julio y yo acababa de llegar a mi hotel en Washington, D.C. Soy dominatriz profesional y mis expectativas financieras de este viaje eran muy altas.

Por seguridad, viajé con otra trabajadora sexual. Mientras que yo programaba citas, mi amiga se fue a dar una vuelta a la Convención Nacional Republicana. Como somos liberales, me tranquilizó saber que íbamos a encontrar menos conservadores extremos en la capital durante la convención.

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Llamé a un hombre mayor de Virginia que había mostrado interés en programar una sesión con strap-on.

"Sam", dije, "¿A qué hora puedes mañana?".

"Nena, a la hora que quieras", dijo en voz ronca. "Siempre y cuando no nos perdamos el discurso de nuestro próximo presidente. ¿Lo estás viendo? Esa vieja asquerosa acaba de interrumpir el evento para levantarse y ondear una bandera de arcoíris. Mira nada más. ¡Ya quiero que América sea grande otra vez! Oh y, ¿puedes ponerte un traje de látex?".

Para seguir, tuve que imaginarme dando de latigazos a Sam hasta hacerlo llorar mientras le grito acerca de los derechos de salud reproductiva. Mi imaginación es mi mecanismo de defensa favorito para lidiar con clientes difíciles.


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Las trabajadoras sexuales están acostumbradas a que les pregunten cómo mantienen la calma en situaciones tan complicadas con clientes que empiezan oraciones con "No soy racista pero"; que no dejan de hablar sobre lo "horribles" que eran las vulvas de otras trabajadoras sexuales que han visto; y que todo el tiempo en que les das por el culo insisten en que no son gay. Estos encuentros representan entre el 10 y el 20 por ciento de mis clientes. La mayoría solo quiere alguien con quién hablar de todo, incluso sobre sus creencias políticas, religiosas y éticas. ¿Pero qué pasa cuando estas pláticas se tornan incómodas para las trabajadoras sexuales?

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"Es raro que un cliente y yo tengamos la misma forma de ver la vida, algo que a veces resulta problemático porque los clientes les gusta tener la razón", dijo Jaden, un trabajador sexual de género fluido de veintitantos años que nos pidió no utilizar su nombre real. "Normalmente les doy la razón en su opinión de cómo los pobres se 'aprovechan del gobierno' o cómo ellos, con sus millones de dólares y su piel blanca, se sienten 'discriminados'. Cuando dicen ese tipo de cosas me molesta mucho porque yo crecí en una familia pobre y monoparental".

Claro, no todas las formas de trabajo sexual implican esta clase de vulnerabilidad. Sin embargo, para las escorts, la labor emocional puede llegar a ser muy intensa. Los clientes quieren afecto, aprobación y alivio emocional. Están comprando intimidad y solo un artista es capaz de mantener una conexión creíble, en especial cuando es una persona con la que evitarías platicar durante una fiesta.

"Me educaron conforme al catolicismo en una ciudad pequeña", dijo Calliope Fire, una escort cisgénero de treinta y tantos. "Mucha gente como yo termina rebelándose en contra de su religión pero yo nunca dudé que podía ser trabajadora sexual y católica al mismo tiempo. Es algo que deja sin palabras a mis compañeras de trabajo. Y nunca he tenido problemas con mis clientes por mi religión. De hecho, muchos de mis clientes son muy creyentes".

"Como tengo imagen de MILF, atraigo a muchos hombres jóvenes", continuó. "Y a veces su odio hacia Dios y hacia la gente que cree en él es encantador. Creo que asumen que soy atea por mi trabajo. No me gusta hacer juegos de rol con temática religiosa. Odio que me lo pidan".

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"Después de lidiar con un cliente particularmente problemático, trato de dejar mis sentimientos negativos en 'la oficina'", dijo Jaden. "Normalmente me tomo un tiempo para escribir cuando llego a casa; después platico sobre mi experiencia con otros trabajadores sexuales en persona o en foros en línea. Me educaron —contra mi voluntad— conforme al fundamentalismo, así que, si me toca un cliente especialmente religioso y necesito hablar sobre mis sensibilidades religiosas después de trabajar con él, tengo un grupo de amigos queer que también formaban parte de religiones fundamentalistas con los que puedo hablar del tema. Eso ayuda mucho".

Algunas trabajadoras sexuales odian esos momentos "pedagógicamente aprovechables" con sus clientes. Otras aprovechan la oportunidad para entablar diálogos respetuosos con sus clientes.

"De vez en cuando me llega un cliente que está dispuesto a aprender", dijo Ginger Snap, escort cisgénero y actriz porno. "Pero tengo que analizar bien tanto al cliente como a la conversación. ¿Es seguro o benéfico para los dos seguir esta conversación sobre un tema que me importa tanto? Si esta persona me está pagando por una experiencia específica, ¿esta conversación sobrepasa los límites?

"Tengo que ser muy cuidadosa con todo, desde mi lenguaje hasta mi tono", continuó. "No quiero sonar condescendiente ni como si estuviera dando un sermón. Prefiero que sea más casual y divertido. Es su tiempo y es mi responsabilidad asegurarme de que no se vuelva una discusión enardecida. Como educadora, generalmente tengo que apagar mi 'cerebro activista indignado' y tomar un enfoque más empático e imparcial con mis clientes. Es mi forma de experimentar cómo es ser no reactiva".

La clave es decidir qué tan vulnerable quieres ser y, al mismo tiempo, entender que la vulnerabilidad no siempre es algo que podemos controlar. Las trabajadoras sexuales deben estar conscientes de que es difícil ser vulnerable con clientes problemáticos y de que eso puede afectar en la calidad de nuestros servicios, algo que puede dejar una mala impresión acerca de nuestro trabajo.

Reconocer y apreciar a los clientes que utilizan a las trabajadoras sexuales para expandir su propio punto de vista puede ser revitalizante y sirve para recordarnos por qué escogimos este trabajo. Los clientes que participan en diálogos respetuosos con las trabajadora sexuales, en especial si sus opiniones no coinciden, y que reconocen la importancia de su trabajo son sumamente valiosos. Permítannos, como profesionales sexuales, tratar de entablar este tipo de diálogos cada que sea posible.

Andre Shakti es trabajadora sexual, educadora y escritora. Síguela en Twitter.