El Quidditch es el deporte más avanzado del mundo

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Identidad

El Quidditch es el deporte más avanzado del mundo

En este deporte se aceptan personas de cualquier género y personas que de plano rechazan el concepto de identidad de género. Es el juego del futuro.
Hannah Ewens
London, GB

Para ti y para mí, el público promedio, el quidditch es un deporte ficticio creado por la autora británica JK Rowling. Se juega sobre escobas que existen únicamente en las páginas de las novelas de Harry Potter o en la pantalla con Tom Felton y los viejos Weasley. Pero no es cierto. Para un pequeño grupo de personas, este deporte es real y es muy similar al del libro.

La única diferencia es que los jugadores no vuelan, sólo corren con un palo entre las piernas. Obviamente. El palo funciona como una desventaja, igual que la regla de no correr con la pelota en el basquetbol, o no poder tocar la pelota con las manos en el soccer. Cada equipo puede tener máximo 21 jugadores y únicamente puede haber siete en el campo: un guardián, tres cazadores (los que lanzan la pelota y anotan puntos), dos golpeadores (los que lanzan bludgers al equipo contrario para neutralizarlos) y el buscador (el que persigue a la snitch). La snitch no es una bola dorada con alas mecánicas; es una pelota de tenis con un calcetín amarrado, atorado en la parte trasera de los shorts del "corredor".

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El fin de semana pasado, en la final de quidditch en Rugeley, Inglaterra, me di cuenta de que más que celebrar la masculinidad, el quidditch se trata de integración de género. Los equipos son mixtos. Se aceptan personas de cualquier género y personas que de plano rechazan el concepto de identidad de género. Es el juego del futuro.

Conocí a Jack Leonard, uno de los editores del Quidditch Post —una publicación que alcanza los 40 mil lectores por mes— y jugador del segundo equipo de la Universidad de Oxford, los Oxford Quiddlings. Leonard es de género no binario y se enteró del deporte cuando iba en primer año de universidad por su obsesión con Harry Potter. Pero no por eso decidió practicarlo. "Este es el primer deporte que apoya la integración de género", explicó. "Si eres trans, juegas en el género que te corresponde. Si eres no binario, es igual. Esa paridad ha hecho que el quidditch sea un ambiente único. Este elemento LGBTQ siempre ha formado parte del deporte pero cada vez es más importante y nos gusta anunciarlo. Siempre va a haber gente que sienta curiosidad y se interese en el deporte pero no se sienta cómoda en un entorno claustrofóbico en la materia de género y sexualidad. El quidditch es todo lo contrario".

Jack Leonard de los Oxford Quiddlings.

En el reglamento de la Asociación Internacional de Quidditch hay un apartado enorme que explica los pronombres y la terminología preferida en torno a la identidad de género. Tomemos por ejemplo la regla de los "cuatro máximo por género". Cada equipo puede tener máximo cuatro jugadores (sin incluir al corredor) que se identifiquen con el mismo género en el campo. Como es un deporte nuevo, está diseñado para ser un espacio seguro e incluyente.

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Todos los equipos con los que platiqué tenían al menos un jugador trans, así como jugadores no binarios y un amplio rango de sexualidades. El equipo Taxes, que tiene jugadores de todo el país, es uno de los equipos las LGBT en Reino Unido. "Yo soy no binario. Busqué a un jugador trans e hicimos juntos este equipo, por eso la vibra se siente tan diferente", explicó McLaughlin, de 24 años de edad. "Nuestro coach también es no binario. Tantos jugadores de género no binario atrajo a más personas que se sentían identificadas. Somos un equipo de cuatro géneros. Es muy diverso. Aunque a veces tenemos que ser cuidadosos de no sobrepasar el número límite de mujeres".

Otro miembro de su equipo que prefirió mantenerse en el anonimato dijo que gracias al quidditch descubrió su identidad. "Antes de meterme al quidditch no sabía que existían los términos agénero o género neutro. Pero sabía que no era chica y tampoco era masculino. Hasta que escuché a alguien decir 'soy de género neutro' en una práctica de quidditch, me explicaron en qué consistía y sentí como si hubiera tenido una epifanía. Siempre he sido así. Y hay muchas personas como yo en esta comunidad".

La práctica deportiva usualmente dicta que tienes que escoger un bando: varonil o femenil. En quidditch, nadie se ve obligado a escoger un género si no quiere. "Casi todos los equipos en la universidad están divididos por género, lo cual no tiene caso", argumenta Zoe Ford, una persona agénero de 22 años de edad que es parte de los Oxford Quiddlings. "En quidditch, hasta la chica más pequeña puede taclear a un jugador de rugby enorme. Eso hace que el juego sea dinámico e interesante".

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No cabe duda de que es un deporte muy absurdo. Es raro ver a personas pequeñas y delgadas con rastas tacleando a grandulones; o personas gorditas que lanzan balones desinflados a mujeres trans. Muchos nos dicen que nunca habrían empezado a practicar deporte de no ser por el quidditch, ya que acepta a personas con todo tipo de cuerpos y capacidades. De hecho, como dijo Leonard, es mejor que haya variedad. "Se necesitan muchos enfoques, tácticas y posiciones. El corredor, por ejemplo. Algunos corredores son 'cardio' porque corren mucho. Hay unos tanques que pueden impedirte el paso solo con levantar el brazo o hay unos que son pequeños pero saben artes marciales y pueden vencerte con facilidad".

Pero no hay de qué preocuparse, hasta los estigmatizados hombres cisgénero tienen cobijo aquí. Andrew Price, un jugador de 21 años de edad que forma parte del equipo Nottingham Nightmares, también se siente bienvenido pero por otra razón. "Quería ponerme en forma, taclear y golpear personas pero nunca me metí a practicar rugby. Cuando entré a la universidad, creí que no era lo suficientemente bueno para entrar a un equipo. Ya era demasiado tarde". Con el quidditch no se necesita tanta experiencia porque el deporte nació apenas hace unos años y muy pocos pueden empezar a jugarlo desde que son pequeños.

Es lógico que, así como Price, la mayoría los jugadores estén cursando la universidad. Las universidades son centros políticos. Es imposible que no salga a flote este tipo de deporte en las conversaciones. Lo raro es que el quidditch es el deporte del que todos hablan.

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Sin embargo, conforme se acercan las semifinales, cabe destacar que el equipo de Oxford es el primero en entrar al campo, después el de Durham, luego el de Warwick y por último el de Nottingham. Pero Oxford fue el que se llevó a casa el título. A pesar de las filosofías del deporte, se nota mucho que es para gente blanca y de clase media. Le dije esto a Leonard pero no estuvo de acuerdo y dijo que algunas de las primeras universidades en crear equipos de quidditch fueron Keele y Chester. Southampton tiene jugadores tanto de la Universidad de Southampton como de la Universidad de Southampton Solent; Bristol también tiene jugadores de la Universidad de Birmingham y de la Universidad del Oeste de Inglaterra. Aunque es cierto que los equipos reflejan la población de las instituciones.

Entonces, si los universitarios son los jugadores ¿quiénes son los espectadores? ¿Quién decide pasar el fin de semana viendo un partido de quidditch? La mayoría son amigos o familiares de los jugadores. No obstante, también hay varios que van por curiosidad después de haber visto un anuncio del partido. La familia Paduano fue porque su hija de 14 años es fan de Harry Potter y querían saber de qué se trataba. "Nos daba mucha curiosidad", dijo el papá. "Estoy un poco decepcionado porque no hay escobas reales pero es un juego fascinante y más físico de lo que esperábamos. Es todo un espectáculo. A los niños les va a encantar". Y los niños, de siete y ocho años de edad, coincidieron.

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Pero todavía hay un largo camino por recorrer. Nadie fuera de este círculo cree que el quidditch es un deporte de verdad, al menos no todavía. "Queremos que Sport England lo reconozca", dijo Leonard. "Para eso, debe cumplir con varios requisitos —que ya tenemos—, como que haya un torneo nacional, que exista una federación deportiva y que ésta reciba estatus de organización benéfica. Tenemos la esperanza de que nos reconozcan el próximo año y así podremos tener acceso a un presupuesto mejores instalaciones, etcétera".

Aunque es probable que los papás que aman el fútbol soccer odien el quidditch porque rompe totalmente con la tradición. Tiene una vibra amorosa que no existe en ningún otro campo de juego escolar. Después de la final, Oxford y el equipo que perdió se formaron, se dieron la mano y se abrazaron. "Nos amamos sin importar de qué equipo seamos", dijo Leonard al ver esta acción. "Estamos juntos en esto y somos mejores amigos".

Nadie sabe si este ambiente amistoso siga existiendo cuando el quidditch se vuelva un deporte para las masas. ¿Qué tan seguro puede ser si se vuelve mainstream? Leonard explicó que todos quieren que se reconozca el quidditch para que crezcan los valores fundamentales, no el compromiso. "La regla de cuatro por género es muy importante en lo que hacemos. Es un factor que no se puede modificar.