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¿Podría el levantamiento turco ser positivo para los kurdos del país?

Como son unos expertos en sobrevivir a la represión militar, los kurdos ayudan a los turcos en sus protestas.

Emre Elmekci, un activista kurdo, sentado en una barricada en el camino hacia la Plaza Taksim durante los enfrentamientos con la policía turca. 

Las consecuencias de las protestas en Turquía no han sido del todo malas. Impensables hace tan sólo tres semanas, las manifestaciones han empezado a unir a los kurdos de Turquía (tanto a aquellos en Estambul y los que viajan desde el este del país) con un amplio sector de la sociedad turca, todo bajo el odio colectivo contra el gobierno y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Años de enfrentamientos con la policía antimotines en el este del país han ensañado a los kurdos un par de cosas sobre tácticas de protesta, y su conocimiento resultó útil el fin de semana antepasado cuando la gente en el parque Gezi fue desalojada por la fuerza.

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Sidenç es una kurda de veintitantos años de Diyarbakir, la principal ciudad en la parte kurda de Turquía. “La mayoría de los angloparlantes me dicen Angel, me puedes decir así”,  me dijo. Y el nombre le queda como anillo al dedo: es una chica impresionantemente hermosa del corazón oriental de la población kurda en Turquía, quien viajó con sus amigos para apoyar la ocupación antigubernamental.

El día antes del desalojo del parque Gezi, todos estábamos agachados bajo una lona, fumando. “Estamos aquí para apoyar esta revolución, a pesar de 30 años de problemas, presiones y falta de reconocimiento de los kurdos”, me dijo Angel. “Estamos aquí en un acto de solidaridad con los turcos de Estambul. Ahora saben [los manifestantes, principalmente jóvenes de clase media que salen a las calles por primera vez] lo que los kurdos hemos sentido todos estos años”.

Y los kurdos presentes durante la ocupación han compartido todo ese conocimiento adquirido a la mala sobre cómo enfrentarse a la policía antimotines. Según Sarphan Uzunoğlu, asistente en la Universidad Kadir Has, quien está involucrado con el partido kurdo Democracia y Paz, el intercambio de técnicas de defensa ha forjado una nueva unidad a través de una “lucha común”.

Tanto Sarphan como Angel me dijeron que son los kurdos quienes “saben cómo construir las barricadas” para proteger a los manifestantes de la policía. “Sabemos cómo enfrentarnos a los TOMA [los cañones de agua blindados del gobierno]”, me dijo. Lo hemos hecho desde que éramos niños”. Aceitar las calles es una estrategia, pero las barricadas en los edificios fueron el enfoque principal de los manifestantes. En puntos estratégicos alrededor del parque Taksim durante el fin de semana (y a lo largo de los demás enfrentamientos en las últimas semanas) las calles quedaron tapizadas de manifestantes que levantaban pedazos de asfalto para tirarlos sobre montañas de basura, bardas, anuncios y lo que sea que hubiera a la mano.

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Por supuesto, destruir el pavimento para construir barricadas no es exactamente legal, y la policía podría argumentar que eso justificó su intervención en el desalojo de Gezi (sin embargo, el exceso de brutalidad policiaca parece imposible de justiciar). Angel me cuenta que, mientras los niños de clase media en Estambul pasaron su infancia disfrutando de los frutos del crecimiento económico bajo Erdogan, “Nosotros [la comunidad kurda] nos hemos familiarizados con las herramientas del gobierno”, en referencia a los cañones de agua, el gas pimienta, el gas lacrimógeno y las bombas sónicas. “El gas lacrimógeno no nos afecta”, me dijo entre risas.

Activistas kurdos cantan y bailan en el campamento kurdo en el parque Gezi.

No es sólo durante los enfrentamientos que se han construido puentes; también ha sido por el contacto directo en el parque Gezi en Estambul. Çansu, un joven abogado mercantil y protestante por primera vez, dice: “ellos [los kurdos] realmente sabían lo que hacían. Nosotros [el gran número de jóvenes profesionistas] no teníamos idea; nunca habíamos escuchado de los TOMA hasta Gezi”. Y codearse con los kurdos ha cambiado su actitud hacia la comunidad en general: “No sabía lo fascista que estaba siendo”, admitió. “Yo pensaba: ‘Los kurdos son terroristas’. No me importaban sus exigencias. Pero después de estar en el parque Gezi, después de ver cómo reaccionó la policía en las últimas semanas, me doy cuenta que estaba equivocada y que necesito reevaluar mis ideas”.

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El papel de los kurdos en el estado turco es un asunto político sumamente polémico, y aunque no cabe duda que estas protestas han tirado barreras para algunos, no existe un apoyo “oficial” hacia el movimiento de ningún partido político kurdo. A su favor, Erdogan ha logrado generar avances hacia un acuerdo de paz con los kurdos, algo que nadie quiere descarrilar. Pero después de caminar por la ocupación o de asistir a las asambleas generales en pequeños parques por toda la ciudad, es obvio que muchos kurdos, como individuos, tienen las mismas quejas que aquellos en las calles: no les gusta la forma en que están siendo gobernados.

Por fortuna, ha habido pocos reportes de hostilidades hacia los turcos durante las protestas. Más bien la gente habla de los turcos que se unían a los círculos de baile kurdos, quienes cantaban canciones tradicionales en la entrada principal al parque antes de que fueran desalojados. Y aunque compartir información durante las protestas era común, la importancia de quienes introdujeron las técnicas comienza a desvanecerse. Ahora es más importante que, después de conectar con los kurdos durante las últimas semanas, la gente se está viendo obligada a cuestionar a su propio gobierno. “Entiendo su ignorancia sobre los kurdos”, me dijo Angel, y agrega que el gobierno turco “nunca ha dicho la verdad sobre nosotros, así que nunca nos han entendido”.

Mujeres kurdas gritan consignas durante una marcha hacia la plaza Taksim.

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Aunque la gran mayoría de los medios turcos no cubrieron las protestas (el CNN turco transmitió de manera infame un documental sobre pingüinos, mientas las calles estaban cubiertas de gas) o hicieron eco de lo que Erdogan decía, es imposible para aquellos en el centro de Estambul, Ankara y otras ciudades principales ignorar las protestas. Ozgur Mumcu, profesor de leyes internacionales en la Universidad Galatasaray en Estambul, dice que los turcos ordinarios comienzan a darse cuenta de que “la falta de información sobre estas protestas podría implicar que también ha habido una falta de información sobre los kurdos”. Estas protestas ponen en evidencia la magnitud de la autocensura ejercida por los medios turcos.

Después de un exhaustivo fin de semana de enfrentamientos (y después de que dispararan 130,000 latas de gas lacrimógeno por todo el país) las cosas se encuentran tranquilas en Estambul. En un acto de desafío que la gente espera no lleve a ninguna intervención policiaca, en la plaza Taksim y otras plazas menores en las principales ciudades de Turquía, algunos manifestantes protestan solemnemente como “estatuas”; una tendencia simbólica y pasiva que ha venido creciendo a lo largo de la semana.

Este estado contemplativo también ha motivado a los vecinos a organizar asambleas generales en parques en toda la ciudad. La gente discute los logros y lo que falta por hacer. “Y los kurdos están involucrados en este proceso”, dice Sarphan. "Se siente como si los símbolos del pasado de desvanecieran y el símbolo de la ‘resistencia’ fuera ahora el elemento principal en Turquía. Apenas han pasado unos días, pero el futuro podría traer un nuevo tipo de política; turcos y kurdos unidos”.

Sin embargo, esto sólo seguirá si la policía no interfiere. “La gente está furiosa”, dice Sarphan. "Si nos atacan de nuevo, es probable que las cosas estallen. Espero que esto no pase”. El profesor Ozgur Mumcu cree que el principal logro es el nacimiento de una nueva cultura política, pero (no tan optimista como Sarphan) no está segura que esta ola de indignación nacional sea la última y, si se apaga, el catalizador del cambio entre la comunidad kurda y el resto de Turquía se habrá perdido. “Probablemente desaparezca en una semana”, agrega, “como ocurrió con Ocupa Wall Street, o mayo de 1968 en Francia”.

Pero Angel, mientras sale de la lona para saludar a algunos amigos que acaban de llegar de su pueblo natal, parece llena de esperanza sobre le futuro de las relaciones entre el pueblo kurdo y el resto del país. “Ahora nos reconocemos entre nosotros. Y esto es bueno; esto es muy bueno”.

Sigue a Jonathan en Twitter: @jonwiltshire