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Viajes

La Antártida: tan lejos de Dios y tan cerca de… Ah no, nada

No hay mejor lugar del mundo para tomarse un gin & tonic con hielo y una buena carne asada.

Todas las fotos por Jo Stewart.

Muchas personas fantasean con "alejarse de todo", pero pocos lo hacen. Irte de mochilazo a Europa o al sudeste asiático, o chingarte unas vacaciones aprobadas por Mundo Joven “a una isla tropical para relajarse” podría ser un buen cambio de ritmo, pero al final del día todavía estás rodeado de gente y todos los problemas que les rodea. Si maldices al mundo lo suficiente, el universo te proporcionará una vía de escape, en caso de que desees tenerla: a mí me ofrecieron la oportunidad de trabajar en un yate que estaba filmando un documental en la Antártida.

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Inmediatamente dije que sí, por supuesto, imaginando las majestuosas tierras de hielo, roca y mar, las orcas nadando libremente, los pingüinos jugueteando en paisajes tan pintorescos que podrían ir acompañadas con la narración de Morgan Freeman. Pero la realidad es que se trata de un continente aislado y muy diferente de la fantasía glacial. Sí, hay belleza, pero también está lo extraño, lo cruel y las cosas terribles que no se podrán encontrar en cualquier folleto turístico. Algunos días, la banda sonora de la Antártida es un disco de Sigur Rós, en otros, es el llanto de una foca herida. A continuación, algunos detalles de mi viaje que no saldrán en ninguna película.

PARA LLEGAR

Para muchos, el viaje a la Antártida implica andar en barco desde el extremo sur de América y cruzando el Pasaje Drake, también conocido como "el Drake", que es popular por custodiar uno de los mares más agresivos del planeta. Quiero dejarlo claro: Odio el Drake. A la mayoría de los viajeros que van en un cómodo crucero quizá les parezca un poco molesto, pero si estás en un yate pequeño, como yo, es una historia totalmente diferente. En las tormentas, estos yates giran y se agitan con tanta violencia que comer es inútil porque te mareas, el sueño es casi imposible, y una tarea tan simple como vestirse es difícil. Al estar rodeado de un monstruo, que no tiene consideración de tu vida es una experiencia surreal.

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Yo estaba en un búnker, así que ésta era la manera de despertar cada mañana:

No soy propenso a la ansiedad, pero las condiciones aquí hacen fantasías morbosas: niebla siniestra, olas blancas de nieve, heladas, vientos capaces de triturar tu cara, y golpes sin previo aviso. En un clima así, el acceso al tratamiento médico es limitado y está fuera de tu control; y cuando alguien se fractura la pierna puede ser mortal, los pensamientos de la lesión (y las cirugías improvisadas en el interior de un barco sacudido por la tempestad) son posibilidades.

En ocasiones me preocupé de que el barco se hundiera, los temores que eran sin duda fomentados por los barcos en ruinas que pasamos:

Esas ruinas eran un recordatorio de los peligros que acechan esas tierras blancas y los riesgos tomados por la gente que navegó ese mar hace años; imagina navegar estas aguas sin un radar. Los barcos pueden volcarse, quemarse, chocar con icebergs o perderse. El año pasado, un yate se hundió después de estrellarse contra una ballena. (Después de visitar las estaciones balleneras abandonadas y ver los restos oxidados de dispositivos fabricados para procesar grasa y partes de ballenas, entiendo por qué estos mamíferos marinos gigantes podrían no ser demasiado amistosos con los barcos). Las espeluznantes ruinas abandonadas incluyen algo más que barcos: restos de un avión de Nueva Zelanda que se estrelló en el Monte Erebus, en 1979, sigue siendo visible. A pesar de los grandes esfuerzos de recuperación, la mayor parte del avión (y algo de lo que queda de los pasajeros) siguen en la montaña, sepultados.

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LAS BESTIAS

Un aplauso a este pequeño individuo que se quedó quieto mientras yo tomaba una foto, a pesar de tener la mitad de sus entrañas arrancadas por una foca. Los pingüinos barbijo son así de amables, a diferencia de sus primos, los pingüinos rey. En Fortune Bay, fui testigo de una banda de ellos atacando una foca bebé. Nadie se mete con el pingüino rey, él es el rey de la mafia.

Pero no se sientan mal por la foca bebé. Son consideradas los cachorritos del mundo de las focas. Me di cuenta que son un poquito más Cujo que Lassie cuando uno de ellos corrió hacía mí, forzándome a huir. Sólo se parecen tímidos.

Por otra parte, este pequeño posó como un modelo que sabe cuál es su mejor ángulo:

Se ve algo sexy pero peligroso, ¿cierto? El James Dean de las focas.

LAS IGLESIAS

Obviamente, quien decidió construir la Iglesia de la Trinidad en King George, nunca escuchó del viejo dicho: “50 grados sur, no hay ley. 60 grados sur, no hay Dios”. Este pequeño recinto de la iglesia ortodoxa rusa es cuidado por un sacerdote durante todo el año. Y hace un buen trabajo, incluso tiene ese olor a iglesia, algo así como una mezcla de velas, incienso, culpa y vergüenza. Muy sorprendente de lograr, dado que el aire en Antártida tiene olor a vómito de pingüino y mierda de focas.

Un hermoso lugar para alabar al Señor, o grabar la película de La profecía on ice.

LOS SEÑALAMIENTOS

Hay señalamientos por todas partes. Es un chiste que la gente dice demasiado. Bueno, igual no es un chiste pero es un recordatorio cruel de que estás lejos de cualquier lugar que le puedas llamar hogar.

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LAS MATANZAS

¡Awww! ¡Focas bebé tan hermosas! Sin embargo, detrás de ellas podrás ver un cadáver de un reno. La Isla de South Georgia era el hogar de renos. “Era” es el punto clave, porque los renos fueron erradicados bajo un programa, manadas han sido asesinadas, y así seguirán hasta que maten a los renos de Santo Claus.

LAS ESTACIONES BALLENERAS

Edificios en ruinas, oxidados y las puertas que conducen a lo desconocido, el asentamiento ballenero de Grytviken es el lugar perfecto para una escena de terror. También cuenta con una iglesia y un cementerio espeluznante que es el lugar final de algunos de los exploradores más intrépidos de la Antártida. También hay cadenas:

Directores de cine de Hollywood, tomen nota: Sí es una chinga llegar aquí, pero una vez que has llegado es la locación perfecta para dirigir tu próximo slasher.

EL HIELO

Hay grandes torres de hielo antiguo en la Antártida, pero también hay trozos flotantes del tamaño de campos de futbol, que llevan a flote un verdadero dolor de cabeza. El motor de nuestro barco dejó de funcionar un par de veces gracias a las cantidades sin precedentes de hielo que dejó el último verano antártico; era algo así como una licuadora bajo la presión de tener que mezclar demasiadas margaritas.

LAS BASES

Mucho respeto a la gente extraordinaria de la Estación de Investigación Científica Acrtowski, de Polonia, en la Isla King George. Mientras que la gente de McMurdo está comiendo helado y vegetales, estos chicos están partiéndose la madre y cargando pesas, algo así:

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Lo que es más sorprendente es que esta vida es muy parecida a otras. Claro, hay desesperación y aislamiento, pero no tanto como el que vas a encontrar en un bar. La gente que vive aquí tiene los mismos hábitos que otros: toman vodka, se quejan de la selección de música y juegan luchitas.

Sí, hay historias de gente que se vuelve loca, y estas son repetidas hasta que alcancen el estatus de leyenda urbana. Aquí hay una: De acuerdo con una leyenda de Antártida, un médico tenía ganas de volver a casa después de una larga temporada en una base argentina. Cuando llegó el equipo de reemplazo, se le dijo que no había ningún médico para que lo sustituyera, lo que significaba que no iría a casa por un año más. Así que hizo lo que cualquier miembro honorable de la comunidad médica haría, incendió la base.

Si eso suena un poco terrorífico, a continuación, un poco de historia de los hombres que trabajaban en la base británica conocida como Puerto Lockroy, o Base A: En la década de los cincuenta, los tiempos eran difíciles. Este es un ejemplo del porno de la Antártida de la época:

Creo que esa debe de ser Jayne Mansfield. Y esto es todo lo que queda de Elizabeth Taylor:

(Mucho mejor que la interpretación de Lindsay Lohan en la película Liz & Dick)

LA RECOMPENSA

Antártida es conocida como un lugar de extremos: clima extremo, aislamiento extremo, gente extrema. Pero también es un lugar de emociones extremas. Lo malo es sentir que llegaste a las puertas del infiero. Pero lo bueno de todo es el paisaje. No hay mejor lugar en el mundo para tomarse un gin & tonic (claro, con hielo) y asar una buena carne.