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Viajes

Grafiteros tunecinos borran la tortura y los atropellos de las paredes de una prisión

El artista tunecino Karim Jabbari comenzó el proyecto Toward the Light, con el que espera arrancarle jóvenes artistas al contrabando de drogas y a la violencia que recae sobre su ciudad natal.

Foto cortesía de Karim Jabbari.

Karim Jabbari tiene 36 años y es un artista de la caligrafía callejera con una pequeña barba de chivo, un débil bigote y pelo negro corto. Después de la revolución tunecina de 2011, el sueño de un futuro mejor se desvaneció gradualmente para muchas personas que viven en el país. En julio de 2013, Jabbari volvió a su casa en Kasserine, un pueblo improvisado al occidente de Túnez que se enfrenta a un aumento de desempleo, contrabando de drogas y amenazas terroristas. Allí fundó Toward the Light, el primer festival de caligrafía callejera de la ciudad.

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Está planeando el evento de 2015, en el que los artistas tunecinos que luchan contra el desempleo post-revolución y la pobreza, podrán reunirse para encontrar una esperanza renovada a través de su talento.

Todo comenzó en abril de 2013, cuando Jabbari estaba viviendo en Montreal y el director de una cárcel de su ciudad natal lo contactó para que volviera a Kasserine. La región ha sido olvidada históricamente por el gobierno tunecino, y el director quería que Jabbari organizara un evento para capacitar a los jóvenes y ayudar a alejar la prisión de la corrupción policial.

La cárcel se sitúa en el corazón del pueblo, tras una pared de 240 metros que fue destruida por los disturbios del último día de la revolución y fue reconstruida dos semanas más tarde. Jabbari sabía cómo transformarla.

“Quería diseñar la pared más grande de calligrafía en el país”, dice Jabbari, “sabía que desde que yo fuera de Kasserine, el proyecto podía tener un impacto más profundo”.

Inspirado en el trabajo de Abou El Kacem Chebbi, un poeta clásico tunecino de los veinte, Jabbari seleccionó un verso de sus escritos para guiar el proyecto.

“Tienes que luchar en el camino de la vida, porque la vida no espera a los que duermen”, recita Jabbari desde un pequeño café en el centro de Kasserine. “Quería que estos chicos se dieran cuenta que no podían esperar a que nuestro gobierno los ayudara. Tenían que tomar acciones por ellos mismos”.

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Cuando Jabbari comenzó su proyecto, muchos jóvenes tunecinos lo rechazaron como un desconocido que no podía solucionar los asuntos de la comunidad. Eso no lo detuvo, no era un forastero. No solo creció en la pobreza de Kasserine, su padre también estuvo por dos años tras el gran muro de la prisión.

La filiación del padre de Jabbari con el Ennahda, un partido político islámico ilegalizado bajo el mandato del exdictador Zine Al Abidine Ben Ali, lo llevó a ser retenido ilegalmente, torturado y a una pena de prisión. Por eso, Toward the Light representa más que una práctica de capacitación para la comunidad; también proporciona a Jabbari una oportunidad de atribuirle un nuevo significado a esa pared, que representa un momento angustioso en el pasado de su familia.

“Estaba ansioso en los días en que mi padre me vio pintando”, me dice Jabbari mientras caminamos por las calles en las que creció.

“Ver las pinturas de mi hijo en esa pared, ayudó a ocultar los recuerdos de la represión”, me cuenta Abdullah después de invitarme a su casa.

Los críticos llegaron luego de que la historia de Jabbari y su padre se propagara. Con la pared como centro, Jabbari organizó un concierto y un taller de caligrafía para atraer a los jóvenes de la ciudad. Con el paso de los días, Toward the Light impulsó a los jóvenes artistas hacia la pared mientras alejaba a otros del contrabando y la violencia.

“Cuando caminé la primera vez por la pared y vi el sistema de sonido, agarré el micrófono y comencé a rapear”, dice Hamse Ichawi, un MC local de 19 años.

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Jabbari había estado buscando a Ichawi desde que el director había quedado maravillado con el talento del joven rapero. Una vez se conocieron, Ichawi se convirtió en uno de los 15 adolescentes que ayudaron a Jabbari a pintar la pared. Ichawi me dijo que todas las noches en vela que habían pasado trabajando en Toward the Light habían valido la pena; no solo ofreciendo una actividad para ocupar el tiempo, sino dando sentido a sus vidas. Al atraer a la comunidad a un lugar que evitaba, la pared se convirtió en un ícono de la ciudad.

“Todos los que trabajaron en la pared se volvieron una familia”, dice Ichawi.

“Entre todos hicimos que esta ciudad cobrara vida”, añadió Jabbari. Impulsados por la pasión y el deseo de dar un sentido de continuidad a la juventud, Jabbari se dispuso a organizar otro festival ese diciembre y convertirlo en un evento anual.

Con la pared como telón de fondo, los artistas jóvenes decoraron las calles mientras los raperos locales hicieron de teloneros de MCs de renombre. Asombrado por la participación y agradecido de haber construido una relación sólida con los jóvenes de su ciudad, Jabbari se comprometió a fomentar el talento de una generación que siempre había estado descuidada.

“Cualquiera puede tumbar una pared”, dice Jabbari. “Es la transformación lo que es un desafío”.

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