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Liguilla MX: Pocos empates tan entretenidos como este entre Pumas y Tigres

El partido de vuelta en el Volcán casi empieza de cero. Ojalá la exhibición sobre el campo no sea aburridísima.

Las crónicas resaltan lo entretenido del partido. Los relatores hacían lo mismo, en especial durante la primera mitad del segundo tiempo. El balón fue y vino, de banda a banda en el Estadio Olímpico Universitario. Amarrados los equipos del Tuca, dicen, pero este se vio vulnerable, torpe por momentos e tremendo por brevísimos momentos. Los de Palencia, los locales, por su parte, eran pura resistencia, pujanza y contragolpe. La pelota no dejó de rodar hacia las metas; cosa grata y sorprendente. (Si nos ponemos exigentes: qué sorprendente que un partido lindo nos parezca sorprendente, y luego, si nos ponemos más severos, reconocemos que no debería sorprendernos que nos sorprenda un partido lindo, y así hasta el infinito.)

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De lejos y sin el beneficio del video, un dos a dos en miércoles por la noche parece siempre algo menos interesante, algo soso. Con el video a mano, uno pone en su sitio justo las cosas: fue un partido de final de serie, no de inicio. Con ese vaivén se juega la tanda decisiva, no la apertura. El Puma no renunció al ataque a pesar de empezar perdiendo y el Tigre tampoco se enconchó en la atortugada estrategia de quienes protegen ventajas magras. Así, por casualidad o planteamiento, por sumatoria de circunstancias o por disposición táctica: tuvimos un partidazo.

Habrá discusiones por el penal pero, desde el ángulo que permite la televisión y el sillón de la sala, claramente era mano del defensa tigre. Lo demás fue futbol del que gusta a los inspirados. Puro juego, pase a fondo, errores francos, y consecuencias irrefutables. Los cambios funcionaron para una cosa: para mantener el estatus quo. Quién sabe qué habría pasado de continuar los once sobre el campo: habríamos quizá desmadejado este partidazo, se habría desequilibrado hacia una goleada histórica. No pasó y tuvimos que conformarnos con un partido de lo más disfrutable.

El panorama para el partido de vuelta queda intacto. Dos goles para ambos, sin excedentes ni faltantes. Este partido, esperemos, fue solo el principio de una serie memorable, y no el exabrupto, la excentricidad de un partido sin amarres del DT; más que la goleada, habría que temerle al sopor, al trámite aburrido. Para el partido de vuelta casi empezamos de cero, para fortuna y angustia de todos.