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la remontada

Un amargo amanecer: los hinchas parisinos enfrentan el bullying tras la remontada

La catastrófica eliminación del PSG ha despertado las bajas pasiones en Francia, donde los hinchas parisinas deben resistir el bullying de los seguidores de otros equipos

Después de la trágica remontada de la que fueron víctimas en el juego contra el Barcelona la noche del miércoles, la vida de los aficionados en París se ha vuelto imposible. Si ya estaban inmersos en una profunda angustia, ahora se enfrentan también a la burla de toda Francia, que aprovechó la oportunidad perfecta para reventar a un club que es ultradominante en las competiciones nacionales, pero incapaz de ganar en el más alto nivel europeo. Lo que los seguidores del PSG han experimentado en las últimas horas, desde el silbatazo final: mensajes de texto, comentarios mordaces en Facebook, memes, burlas. Los buitres están sueltos y con rapacidad se comen el cadáver del PSG.

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Jérémie, de 25 años, y aficionado de siempre al Lyon, con gusto se ha unido a la carroña. Mientras trabaja, revisa todo: los videos, los tuits, los memes. Con una radiante sonrisa en los labios, se saborea estos momentos de placer. Y se ríe de cada comentario que le envía a un amigo, seguidor del París. "Esta mañana, desde que llegué, no he dejado de etiquetarlo en toda la basura que encuentro. ¡Ja!, mira este video, no está nada mal". Es un montaje del gol de la victoria Sergi Roberto, pero con la música de Titanic.

La historia inesperada con que nos sacudió el PSG en el Camp Nou, plantea una cuestión moral de la mayor importancia, una que trasciende el campo de futbol. ¿Por qué nos pone contentos la desgracia de los demás? ¿Es una prueba tangible de la perversión que nos acecha en el fondo de cada uno de nosotros?

Cualquiera que sea la causa, este sentimiento que todos experimentamos en un momento u otro de nuestras vidas tiene un nombre. En psicología, se llama Schadenfreude, literalmente, "alegría" y "lástima" traducido del alemán, es decir, el placer de ver dolor en la otra persona. En este pequeño juego, Jérémie se da un festín: "Creo que mi amigo lo toma mal", dice, sonriendo. Y eso es precisamente lo que lo motiva a seguir. Hay una risa sádica. "Esto es sólo comienzo", advierte.

Aunque asegura sentirse un poco culpable, Jérémie se zambulle con deleite en este placer: "Es bastante feo, sí, pero ¡qué alegría!". Un hedonista convencido, Jérémie tiene algunos argumentos para intentar legitimar su conducta: "A pesar de que ante el PSV, Apoel o Gent, nuestras derrotas no fueron tan duras, sí llegamos a perder partidos horribles por el campeonato de la Liga, por eso creo que hay que disfrutar. Es un poco de venganza por nuestras propias derrotas". ¿Venganza? ¿Es ese el primer móvil que provoca este síndrome Schadenfreude?

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Otros aficionados anti PSG han sido bastante más acomedidos, casi petrificados por la magnitud de la catástrofe que ha golpeado al club de la capital. Pierre, también seguidor del Lyon, prefiere no aventurarse demasiado en la burla a sus amigos de París. Por decencia, pero también advierte: "Al final del partido, tenía una pequeña sonrisa, pero solo quedó en eso. El resultado es tan violento que yo me hubiera tirado a llorar al sofá. Me siento tan herido que no tengo el corazón para burlarme. No me gustaría romper hermosas amistades".

¿Es criminal reírse de los aficionados del PSG en una derrota tan catastrófica? ¿o es un juego justo? Por supuesto, es difícil dar una respuesta cierta a la pregunta. Alain Pe-Curto, estudiante de doctorado en filosofía en la Universidad de Ginebra, intenta dotar al dilema de un marco teórico para poder analizar esa sensación de Schadenfreude, o lo que él llama el "placer malicioso", en base a tres premisas básicas.

- Si nos basamos en sus criterios sobre el sufrimiento evidente del otro, entonces el placer es moralmente incorrecto ya que este sufrimiento verdaderamente existe. Hasta el momento, suena lógico.

- Si nos basamos en el criterio de que el otro supuestamente sufre, entonces el placer sigue siendo moralmente incorrecto, ya que seguimos riendo aunque sepamos que existe la posibilidad de que el otro esté sufriendo. Por lo tanto, la línea entre el comportamiento moral e inmoral se vuelve cada vez más borrosa.

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- Por último, se puede analizar simplemente como burla. Obviamente, es más tolerada socialmente si el goce proviene de una derrota del PSG, que de la enfermedad incurable de algún pariente. Pero, de nuevo, la frontera es más porosa de lo que parece.

Ahora de vuelta a nuestro estudio específico del acoso a los parisinos. Para determinar si hay un comportamiento indigno o no, la mejor solución es quizás preguntarle a los propios partidarios del Paris Saint-Germain. Como Christopher, que dolorosamente responde el teléfono. "Una palabra de burla y te cuelgo", sus palabras reflejan su estado de ánimo: es un oso que ha caído herido en los combates en que antes salía airoso.

A los 27 años, Christophe ha experimentado las altas y las bajas en la historia del PSG con una notable capacidad para lidiar con los aficionados de otros equipos. Pero esta vez, el cazador está siendo acosado. Por el teléfono, en el fondo escuchamos a sus compañeros muertos de risa, pero Cristophe seguirá en la calle, a donde ha salido a buscar refugio.

En los pocos minutos que siguieron al silbatazo final, Christophe recibió no menos de veinte llamadas. Algunos se burlaban abiertamente. "Francamente, hubo muy poca decencia después de la tragedia", afirmó. Otros eran mucho más empáticos. Christophe parece indulgente con algunos de sus amigos que, como Pedro, están mostrando cierta humanidad. "Creo que la gente entiende que el marcador habla por sí solo. Ellos no me hacen bullying hoy. Pero en el fondo sé que estas personas que hoy tienen piedad, me tundirán por este partido durante los próximos 50 años".

Estas pocas reacciones empáticas, que hacen que Christophe se sienta "optimista acerca de la naturaleza humana", se topan con las personas cercanas que han decidido llevar la rivalidad hasta la crueldad. Uno de sus jefes, con quien había apostado que él "podría comerse su caca" si el PSG no pasaba a la siguiente ronda, llega a la oficina, y llega sonriendo. Con piedad, su jefe le propone que mejor pague la apuesta comiéndose una lata de Whiskas. "Golpearía a un hombre por menos que eso", se rebela Christophe suavemente.

A pesar de su indignación, Christophe no juzga el comportamiento de sus amigos, que se suman a la carroña en su muro de Facebook: "Honestamente, yo estoy en tal nivel de desesperación que no estoy en condiciones de emitir ningún juicio moral ", dice. De todos modos, ya no hay tiempo para las consideraciones filosóficas. Es hora de ir a comer con sus colegas y probar las croquetas Whiskas. La oportunidad de tomar la única enseñanza que hoy vale: el hombre sigue siendo un lobo para el mismo hombre. Especialmente después de una derrota del PSG.