FYI.

This story is over 5 years old.

el loco de 21 jerseys

Sebastián Abreu y el arte de volar y volar

Para jugar en 21 equipos, hay que saber estar... El camino de un 'Loco' que nació para jugar basquetbol, pero vivió para meter goles.
Foto: OC

Pocas veces hemos visto a deportistas tan genuinos y competitivos como él. Tan ídolos, con tanta personalidad y con tanto respeto. Personalmente, contados jugadores me han sorprendido como Washington Sebastián Abreu.

Dirán que hay que estar 'Loco' para jugar en 21 equipos diferentes. Que todo es obra de un representante sediento de contratos y de un jugador necesitado de plata. El mundo no es de los cuerdos, sino de los que se aventuran a romper ciertas reglas, y ahí cabe perfectamente el inolividable charrúa.

Publicidad

Hace unas horas se dio a conocer que Sebastián Abreú defenderá su camiseta número 21, la del Sol de América. Considerando que está a unos meses del cuarto piso y que acumula 21 años como futbolista profesional, hablamos de un futbolista poco estable al tener un promedio de club por temporada disputada.

Pero para jugar en 21 equipos durante 21 años hay que saber estar… y hay que tener con qué, si no todo se vuelve un cuento de mentiras alrededor de un supuesto buen futbolista, y al 'Loco' eso no le queda.

Abreu, un hombre que creció con una pelota… de basquetbol. Encontró su lugar en la vida gracias a su altura. Su 1.93 metros lo hacían tener el prototipo ideal para ser un excelente jugador de baloncesto, pero un centro y un remate de cabeza acabaron con ese anhelo. Habría que preguntarse y buscar quién fue el extremo que con un balón de futbol lo sacó de la pobreza y lo llevó a ser el gran nómada del deporte.

El 'Loco' como se le conoce por su extravagante carácter, temperamento fuerte y picardía en el campo, defendió hasta la fecha 21 camisetas de clubes, pero solo una de ellas es la que lleva en el corazón: la de Nacional de Montevideo.

Siempre con el Nacional en el corazón. Foto: Actualidad Futbol

Lo común era verle festejar sus goles con el jersey de los 'Bolsos' debajo de la playera que defendía en aquel momento. Curiosamente, no fue con Nacional en el equipo que debutaría sino en Defensor Sporting.

Tras dar un brinco a San Lorenzo de Argentina, llegó el gran causante de sus constantes cambios de residencia: el Deportivo La Coruña, el primer gran apostador del talento de Washington.

Publicidad

Llegado a España, Abreu no se adapto al futbol y a las normas del cuadro gallego, quien vio en él a un gran futbolista al cual debía ceder, y ceder y ceder hasta que una naranja cayera del cielo y lo hiciera ubicarse en la vida. No quería venderlo, pero tampoco quería tenerlo. Ahí, comenzó el periplo, y de paso, la vuelta a América.

Abreu no hubiera durado tanto de no ser por dos cosas: o era un gran goleador o un enorme 'vende-humo'. Pronto supimos que de mentiroso tenía poco y que la palabra 'killer' tenía que acompañar al apodo de 'Loco'. Y es que no hubo club donde el uruguayo no mostrara que con un buen centro, llegaba un buen remate. Y que su zurda era delicada y potente, haciendo romper el paradigma que un jugador alto no es ducho con la pelota en los pies.

Uno de los pocos juegos que Abreu disputó con el Depor. Foto: Xosé Castro

El atacante jugó en Argentina y aterrizó en México. Su vestimenta original nos hacía ver a un jugador diferente. Espigado, con una bincha en el cabello, protector nasal y las calcetas hasta la rodilla. Un líder temible, dentro y fuera de su club.

Tras salir de los Tecos, volvió a San Lorenzo, y de ahí, al equipo de sus sueños. Su Nacional del alma, lugar donde iría y vendría en cinco ocasiones, tal vez un récord guiness para un futbolista. Esa playera, como decíamos, dentro y fuera del Parque Central, siempre la llevaría pegada a su torso.

Fue hasta 2004 que el contrato con el Deportivo La Coruña había vencido. Abreu le dio la mano a la escuadra gallega y ambos firmaron la pipa de la paz. El uruguayo había jugado en todos lados, casi nada de tiempo en España, pero entre cada cesión, le había dejado una buena cantidad de plata a las arcas gallegas.

Publicidad

Al ser libre de ir a donde él quisiera, vimos al Washington Sebastián Abreu que todos conocemos y reconocemos. Un ave que se detenía donde quisiera, siempre con la consigna de estar donde más le fuera plácida la vida y donde consiguiera anidar uno a uno los 364 goles que ha conquistado.

Su nivel evidentemente le bastó para ser seleccionado charrúa donde acumuló 26 goles en 71 representaciones. Fue una vez campeón de América, jugó dos Mundiales y metió uno de los tantos más estrafalarios, conscientes e inconscientes de una Copa del Mundo. No fue con un remate de cabeza o con un disparo potente, sino con un penal a la 'panenka' en plena ronda de muerte súbica. No había que estar loco, había que estar muy pinche demente para tirar una pena máxima, con ese nivel de tensión y en ese preciso instante. Aquel penal describe perfectamente a Abreu… para los que no lo conocían.

Todo inicio tiene su final. Después de aquel clímax en Sudáfrica, el momento de decir hasta luego se tendría que estar acercando para Abreu. Con 39 años de edad y en el instante más nómada de su vida, el uruguayo sigue cosechando camisetas y sigue manteniendo sus goles. El acta de nacimiento nos hace pensar que El Sol de América de Paraguay tendría que ser la última casaca de su vida, pero tratándose de Washington Sebastián, nada puede ni debe estar escrito; con él, seguramente se puede romper el récord de actividad de un jugador, puede ser futbolista a los 50 años y tener 21 equipos más. Con Abreu, no hay cordura.

Para mantenerse tantos años en el futbol profesional de Primera División, hay que saber estar… también habría que saber decir adiós a tiempo. Pero en el camino que vive entre estos tres puntos suspensivos, está el cerebro de un 'Loco' que nació para jugar basquetbol, pero que vivió para anotar goles, y de ahí, volar y volar.