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Nuevo Código de Policía

Varios patrulleros me respondieron un quiz sobre el nuevo Código de Policía

Desde el próximo miércoles 30 de enero usted y la policía tendrán que entenderse bajo nuevas reglas. ¿Qué tan bien las conocen los hombres de verde?
Ilustración por Curzi

Luego de 47 años, la Policía colombiana vuelve a estrenar. Esta vez no son motos, ni carros, ni tasers, ni uniformes ––la policía ha estrenado todas estas cosas varias veces desde 1970––. Esta vez los hombres  de verde fosforescente estrenarán Código de Policía. El código anterior, que estaba vigente desde 197O, morirá el próximo lunes a la medianoche y será reemplazado por uno nuevo, que ya ha sido demandado ante la Corte Constitucional por restringir derechos como la protesta social, al debido proceso y a la libertad. Hasta el día de hoy siguen demandados.

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Más allá de la polémica jurídica que ha levantado su contenido, ¿qué tanto conoce el policía de la esquina el código que entrará en vigencia en pocos días? Le preguntamos a la Policía ––a la institución en sus niveles altos–– cómo es la tarea de reeducar a miles de hombres que se atenían a un manual que estaba vigente desde 1970 y luego fuimos a hablar con algunos policías rasos, para saber qué tanto ha calado el nuevo código entre la tropa.

Según la Coronel Claudia Ramírez, jefe de talento humano de la Policía Metropolitana de Bogotá, durante las últimas semanas los 21 mil hombres que son profesionales de policía en Colombia recibieron 20 horas de capacitación virtual en el nuevo Código de Policía. Además, aseguró la coronel, los 17.600 agentes que trabajan  en el plan de vigilancia por cuadrantes de Bogotá  recibieron un curso presencial de 48 horas teóricas y 10 horas prácticas en las que la Alcaldía le pidió a la policía dedicar especial atención a las riñas, los grafittis, los colados y las sanciones por  contaminación.

Para saber si bastaron 78 horas de clases a los agentes de la policía para comprender un texto de 120 páginas, formulé 20 preguntas acerca del código. Luego me acerqué a cinco Centros de Atención Inmediata (CAIS), en los que 17 policías seleccionaron de  manera aleatoria una de las veinte preguntas acerca del nuevo código. Para evitar ser  acusado por los policías de tirar a corchar, tomé mis preguntas de las mismas cartillas con las que los agentes han venido siendo capacitados.

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Así les fue:

De los 17 agentes, 13 contestaron correctamente las preguntas. Nada mal. Los agentes, al menos los 13 que contestaron correctamente mis preguntas, saben bien cuáles son las facultades que les da el nuevo código: saben que ningún ciudadano se puede negar a mostrarles su identificación ni a revelarles su dirección, saben que están autorizados a tener contacto físico a la hora de hacer un registro de cualquier persona (siempre y cuando esta sea de su mismo sexo) y saben que el código los autoriza a "trasladar por protección" a cualquier persona que a su juicio esté alterada.

También conocen las facultades que el código nos da  a los ciudadanos, que son limitadas pero están ahí: saben que en adelante todos estamos autorizados a grabar cualquier procedimiento de policía, aunque  aclaran de inmediato que esto aplica "siempre y cuando la grabación no interfiera en el procedimiento" (cosa que no aparece en ninguna parte del código) y saben que todo ciudadano tiene derecho a protestar en el espacio público, siempre y cuando antes haya notificado a la alcaldía local acerca del motivo, fecha y lugar de su protesta.

"Cinco años en esto,  ¿cómo no va  a saber uno?", agregó un patrullero de un CAI de la Localidad de Barrios Unidos luego de seleccionar la pregunta 7— ¿Qué debe hacer un grupo de ciudadanos que quiera manifestarse en la vía pública?—y contestarla correctamente. La sensación de que el código nuevo no cambia mucho las reglas de juego entre policías y ciudadanos fue compartida por la mayoría de agentes con los que conversé—cabe anotar que los agentes contestaron a mis preguntas de buena gana, incluso se mostraron entusiastas ante la posibilidad de ser evaluados frente a sus compañeros y dijeron que varios de ellos cargaban una cartilla con los apartes más importantes del código en el bolsillo del pantalón––.

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Y tienen razón: la mayoría de las disposiciones  y poderes aparentemente extraordinarios que este código le ofrece a la Policía también se encontraban en el de 1970. Por ejemplo: el ingreso al domicilio sin previa orden judicial— quizá la norma que más polémica causó durante el debate del código en el congreso—quedó autorizado en el artículo 163 del nuevo código siempre y cuando una persona al interior de la vivienda esté pidiendo auxilio, se esté atentado desde la vivienda en contra de otra persona o sea necesario extinguir un incendio o "dar caza a un animal feroz". Estas mismas disposiciones se encuentran de manera casi textual en el artículo 73 del código que ha estado vigente desde 1970 hasta hoy. Incluso las multas ––otra disposición que ha causado polémica–– ya existían en el código de 1970 solo que en ningún caso excedían los diez mil pesos. "Es que esto no es sino una actualización", me dijo otro patrullero, luego de explicarme que los calabozos donde la policía está autorizada a retener transitoriamente a los ciudadanos y que hoy se llaman  Unidad Permanente de Justicia (UPJ) se convertirán a partir del lunes en los Centros de Traslado por Protección (CTP) dónde los ciudadanos son protegidos, ya no retenidos, de manera transitoria.

Si el nuevo código es tan parecido al viejo, ¿cuáles preguntas contestaron mal los policías?

Una acerca de algo que sí es nuevo, otra de algo que era viejo pero siempre se ha hecho mal y, en dos ocasiones, una acerca de algo que ya estaba en el código anterior, pero que nunca se materializó en este plano de la realidad.

El primer agente corchado desconocía exactamente a qué se refiere el código cuando habla de población de especial protección constitucional. Me dijo que se trataba de "las etnias y  em … los demás ". En su respuesta omitió, por ejemplo, a la población LGBTI. El segundo ignoraba que antes de "proteger" (ya no "retener") transitoriamente a una persona, los policías están en la obligación de ofrecerse a llevarla a su domicilio. Solo si la persona se niega o no puede dar su dirección  podrá ser "protegido" (ya nunca más "retenido").  Esta disposición ya se encontraba en el código de 1970, aunque en la práctica ha sido ignorada de forma rutinaria. Para ser justos, también hay que decir que el cabo encargado del CAI al momento de la entrevista corrigió de inmediato al patrullero frente a todos sus compañeros.

Dos agentes en CAIS distintos contestaron mal a las preguntas que formulé acerca de las multas,  palabra que aparecía trece veces en el código del 70 y en el de ahora se repite, literalmente, 300 veces. El primero afirmó que las multas solo aplican para personas que reincidan en alguno de los comportamientos sancionados, cosa que no aparece en ninguna parte del código, que sanciona desde el primer strike. El segundo afirmó que los comparendos impuestos por agentes de policía no se harán efectivos hasta que un inspector de policía cite a la persona sancionada, escuche sus descargos y decida entonces si la multa fue impuesta de forma correcta o no. Esto tampoco funciona así según el código, que hace efectivos todos los comparendos impuestos por los agentes sin necesidad de que intervenga ningún superior jerárquico. Lo que sí dice el código es que las personas que sean multadas tienen derecho a objetar la sanción ante los inspectores de policía. Habrá que ver cómo se las arreglan los 39 inspectores de policía que, según la coronel Ramirez, existen hoy en Bogotá para lidiar con los reclamos de ocho millones de personas.

La buena noticia es que tanto la Policía como los policías ––por lo menos los que entrevisté––  han hecho la tarea que les fue encargada durante los meses  previos a la entrada en vigencia del nuevo código: capacitar y dejarse capacitar. La mala es que, para todo el bombo que se le hizo al primer código de policía que el congreso de Colombia ha expedido en casi cinco décadas, el nuevo código no están nuevo y lo poco que cambió no parece haber tenido mucho eco en la tropa.