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Mentirillas económicas que los políticos nos dicen a los colombianos

Los políticos del país recurren a una serie de "mentirillas" para endulzarnos los oídos a los colombianos y librarse de ese ejercicio democrático que consiste en decir la verdad clara y dura.

Ser político puede ser una tarea ardua. Los constantes debates de control político y las rendiciones de cuentas desgastan los nervios de cualquiera. Tal vez es por eso que los políticos recurren a una serie de "mentirillas" para endulzarnos los oídos a los colombianos y librarse de ese ejercicio democrático que consiste en decir la verdad clara y dura. Ahora que los temas económicos están de moda, El Mal Economista, pensando en la salud de los funcionarios públicos (pero sobre todo en la conciencia de los colombianos), ha diseñado un kit de las mentirillas económicas más corrientes que los políticos nos dicen. Lo mejor de todo es que no son mentiras gruesas: son eufemismos, una forma más cálida de contar la realidad.

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Empleo y desempleo

Pocos colombianos son conscientes que los vendedores ambulantes, las personas que trabajan por contratos de un solo día, y todos aquellos que viven del rebusque son considerados para el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) y, por ende, también para el Gobierno, como ciudadanos con empleo.

Mejor aun, la metodología actual de esta entidad permite que las personas que trabajan una vez a la semana no sean consideradas como desocupadas. Esto se debe a que el Dane realiza encuestas continuas a los hogares representativos colombianos y pregunta si han trabajado por lo menos un día en la semana de referencia. Si la respuesta es afirmativa, quedan automáticamente registrados como ocupados. Como si lo anterior no fuera suficiente, este tipo de contabilidad permite que una hora de trabajo cada siete días sea suficiente para que alguien se gane el título de trabajador registrado.

No sería extraño que algún político oportunista y de mente traviesa creara un programa en el que le pague a desempleados unos cuantos pesitos para que trabajen una hora cada semana como vendedores ambulantes. Con solo 20 mil de estos voluntarios podría conseguir bajar la tasa de desempleo en un par de puntos porcentuales. Increíble, ¿no?

De manera que, señor político, si algún día está acorralado en un debate de control, no olvide que la informalidad es una manera mágica de reducir el desempleo. Y técnicamente solo estaría diciendo la verdad de una manera diferente: una mentirilla.

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¿Será que este tipo de magia tiene algo que ver con que el empleo en Colombia no para de crecer en medio de la desaceleración económica? Es una pregunta que le está rompiendo la cabeza a la mayoría de los observatorios laborales del país: las relaciones económicas indican que cuando se crece menos el desempleo tiende a subir.

No es deuda, son vigencias futuras

Desde hace varios años a los políticos más legendarios se les ocurrió la idea de que "deuda" no tiene necesariamente que llamarse "deuda", ni tampoco tiene por qué contabilizarse de esta manera. Seguramente, pensando en el déficit de diversidad léxica económica, se crearon en Colombia las llamadas "vigencias futuras", un instrumento que permite al Gobierno local comprometer los recursos de la administración siguiente. Además no hay obligación de que este tipo de recursos se incorporen en los balances fiscales del momento.

Por eso no sorprende que el Gobierno colombiano, que tanto se jacta por su regla fiscal, no incorporara en el marco fiscal de este año "las vigencias futuras" como parte de sus cuentas de deuda. Gracias a esto, el Ministerio de Hacienda explicó que para 2016 el déficit que tendrá que cubrir vía créditos será de solo 3,6%.

Pero la entidad habló poco sobre lo siguiente: los recursos contemplados en vigencias futuras pasaron de $62,1 billones a $89,7 entre el reporte del marco fiscal de 2014 y el de 2015. Igual, no es técnicamente una "deuda".

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Con los promedios todo se ve más lindo

En el último año los precios del petróleo han provocado un punto de inflexión en la economía colombiana. Esto ha generado un abrupto deterioro en varios datos económicos, como por ejemplo las exportaciones. Sin embargo, no hay ninguna ley que diga que los políticos deban decir en sus discursos que según el Dane las ventas internacionales han caído 33% en lo que va de 2015. Perfectamente pueden jactarse diciendo que, según el Banco Mundial, los envíos de productos colombianos al exterior han crecido en promedio 1% entre 2010 y 2014. No se está diciendo mentiras, sino que en esta oportunidad el funcionario decidió recurrir a promedios. ¿Será coincidencia que desde hace un año los promedios y los grandes rangos de tiempos aparecen con mayor frecuencia en los comunicados de prensa de los ministerios? No lo sabemos.

Gasolina: confunde y reinarás

Cada cierto tiempo la polémica en la fijación del precio de la gasolina vuelve a aparecer. El problema con esto es que la ecuación con que se calcula este precio es sumamente complicada: los más preparados analistas reconocen que no comprenden por completo está fórmula. Lo único que se conoce es que la ecuación tiene relación directa con el precio del crudo (si sube el crudo, la gasolina también sube) y con la cotización del dólar en Colombia (si sube el dólar, sube el precio de la gasolina). Por ello, dado que el Gobierno es el único que sabe realmente sobre esta medida, solo ellos saben si el precio de la gasolina debió bajar $40 o $35.

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Lo bueno con las fórmulas complicadas es que pueden ser justificadas teóricamente. De manera que aunque la experiencia histórica muestre que este tipo de fórmulas son riesgosas (el de la UPAC fue un tristemente ejemplo que funcionaba a nivel teórico y dejó en la calle a muchos) ya que cualquier político puede apoyarse en las matemáticas para defender este esquema.

Todos los méritos son propios

El Gobierno no es el único que puede influir en el crecimiento económico. El Banco de la República, una entidad independiente, puede estimular el producto colombiano con tan solo bajar su tasa de interés. Lo bueno para los políticos es que el efecto de esta medida se tiende a reflejar un par de meses después, y como el colombiano promedio no es consciente de esto, creerá que el Gobierno fue el encargado de este repunte.

Datos aislados: a finales de 2013 el Banco de la República bajó su tasa de interés, el producto colombiano creció súbitamente 6,2% en el primer trimestre de 2014. En agosto del año pasado el Gobierno elevó en 5% la meta de crecimiento total de 2014, argumentando una mejor dinámica en la construcción por sus programas de vivienda.

No se deje meter los dedos en la boca. Hasta la próxima.

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