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Post-identitario

Mujer en pastillas

Hormonas y cambios al cuerpo, un proyecto de alegría personal.

Ser mujer depende de tu cuerpo, ¿no? Foto: Budoir en México.

A veces me topo con gente extremadamente orgullosa de algún tatuaje o sus perforaciones. Personas que después de mucho pensarlo encontraron cómo decirle al mundo quiénes son, cuál es su pensar sobre "los demás" y cómo hay que expresarse frente a un tercero. Un arete subcutáneo, un dibujo único con tinta que dolió un chingo porque va sobre piel que cubre huesos, una aguja atravesando el clítoris y así.

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Así como ellos, yo también he modificado mi cuerpo… fuertemente. Sin el lujo de un experto en tatuajes, he de añadir. Hace ya casi cuatro años que estoy en un tratamiento de reemplazo hormonal donde tomo estrógenos y antiandrógenos —o "bloqueadores de testosterona"— y como chaqueta mental para vivir en paz en la calle, he de confesar que me considero mujer tatuada o perforada.

La idea del proceso es la misma: externar mi interior. Enfrentar los cambios prematuramente. Al final de cuentas la vida es un cambio y lo que estoy haciendo es dirigirlo en un sentido que sea de mi parecer. Eso sí, tomar hormonas es irreversible y peligroso. Una mala mezcla en la dosis y mueres. No te enfermas, no te mareas, generas trombosis, sueltas un coagulo al flujo sanguíneo y mueres.

Entre nueve y 12 pastillas al día, de por vida.

Teniendo opciones, ¿por qué me hormonizo? Al principo tenía una idea un poco más drástica: Si lo que te hace mujer son las tetas, pompas, figura, una vagina y un rostro femenino, ¿qué no se opera todo eso? Vamos a considerar la historia pues. Un poco de matemática primero.

· Implantes mamarios: MN$40,000.00 - MN$90,000.00

· Implantes de glúteos: MN$40,000.00 - MN$90,000.00

· Cintura / Lipoescultura: MN$20,000.00 - MN$50,000.00

· Vaginoplastía: MN$200,000.00 - MN$400,000.00

· Adelgazamiento de voz: MN$200,000.00 - MN$400,000.00

· Feminización facial: MN$50,000.00 - MN$200,000.00

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Total: MN$350,00.00 - MN$830,000.00

Vaya modo de darle en la madre a los ahorros de mi vida. Ninguna aseguradora cubre esto y para rematar, se considera que todos estos procedimientos son por vanidad. Para dejarlo en claro, ser trans y ponerse glúteos no tiene nada que ver con la vanidad. Son piezas prostéticas. No me van a sacar de mi lugar que yo como mujer nací amputada.

Pero bueno, digamos que igual vendo el Mercedes del tío y enfrento los costos para cubrirlo, pero someterse a este ritmo operatorio igual me dejaría entre cinco y 12 meses de postoperatorios sumados. No hay modo posible de salir de todo este chiste en un jalón, y ni hablar de encontrar un doctor que lo haga todo.

Pero bueno, asumí la hormonización también por conseguir esos intangibles que las cirugías no te dan. Piel suave y tersa, adiós erecciones —lastima que no sea "adiós pene"—, adiós vello grueso en los brazos y ¡hola, pelito fino en la piel! Más que rehacer tu cuerpo con martillo y cincel, es permitirle que se abra paso y sea como debería ser.

¿Cuánto cuesta hormonizarme? El chiste sale entre dos mil y cuatro mil pesos al mes en pastillas, todo esto de por vida. Afortundamente vivo en el DF y no siempre hay que pagarlas con mucho aprecio por los programas de apoyo LGBT de la ciudad.

Una segunda pubertad

El proceso de transición de hombre a mujer funciona así: Bloqueas lo que tus genitales generan naturalmente, en mi caso es un tate'quieto a mis gónadas y luego añades lo que tus genitales no generan. Un chingomadral de estrógenos. Para propiciar cambios tengo que pasar por una segunda pubertad, así que mis primeros dos años de hormonas me tenían como si me fuera a bajar en cualquier momento. O sea, viví un PMS de dos años.

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Dolor de senos, malestar en los huesos e irritabilidad. Mandar a tu mejor amigo a la chingada en la mañana, regañar con máxima violencia al trabajador que llegó tarde para luego sentirse mal con los dos horas después. Miles de antojos. De hecho, todavía siento todo esto.

También gané peso. En estos tres años subí un total de 20 kilos. Las pompas no se hacen grandes por músculo, así que esto es un cambio al que le doy la bienvenida.

Resulta que las hormonas son el nuevo culpable de todo mal en mi vida. ¿Te duele la cabeza? Hormonas. ¿Estás poco razonable? Son las pastillas que te tomas. ¿Hambre? Es que así es ser mujer. Para mí se volvió un poco parte de la irracionalidad del proceso, pero bueno, cada cambio en mi cuerpo ya iba preparando el próximo en mi vida.

La pubertad sucede a temprana edad y por lo general en un momento de tu vida en el que más personas viven en las mismas. ¿Yo? Feliz a los 30 mirándome al espejo buscando cambios en mi cuerpo. Pensando en cuándo tendré que usar sostén por primera vez.

Más importante, mi pubertad fue sin mamá o hermana que me diga cómo lidiar con estos cambios. Mi pubertad a los 30 se vivió desde un aspecto adulto que no se espera de alguien a los 16.

Sonrisas, el desarrollo más importante de mi transición.

¿Qué espero de mi futuro en este tema? El día que opere mis genitales, en caso de hacerlo, será el día que dejaré de producir testosterona y significará una pastilla menos. Desafortunadamente nunca podré generar estrógenos por cuenta propia, así que ese aspecto de las pastillas se queda. Se espera que mis riñones y órganos encargados de limpiar el flujo sanguíneo no den la talla para aguantar una vida de limpiar el ingreso de químicos foráneos. Es muy probable que el hecho de tomar hormonas y transicionar ya me haya quitado años de vida. Pero lo que sí haré, será vivir como quiero, como mujer.

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Tomar hormonas, de paso, implica no poder tener hijos. Soy estéril desde que arranqué. Renunciar a la capacidad de tener hijos me dolió, pero al no poder cambiar mi situación, definitivamente me tocó trabajar aquí el reto de cambiarme a mí misma.

¿Qué más me han dado mis hormonas? Un pensar femenino de mis sentimentos. Descontrol de mi frialdad, una libertad para asumir tareas con cariño y por supuesto, una imposibilidad de ignorar cualquier hecho que me afecte emocionalmente. Placebo o no, son cambios a los que les doy la bienvenida.

El primer dealer

Otro reto del tema de hormonización, ¿cómo conseguir las mendigas pastillas? Parecería que en estos meses me he vuelto experta en el tráfico de estupefacientes, con la cantidad de trucos y artimañas que he desarrollado para buscar la mezcla perfecta, pero la realidad es que sólo me encargo de procurar mis pastillas prostéticas bajo el miedo de que si las dejo de tomar, mis testículos comenzarán a actuar en mi contra. ¿Pero saben qué? En México se consiguen estas hormonas en cualquier farmacia y sin receta.

Tomar las hormonas incorrectamente es camino seguro de suicidio, pero tampoco es que estemos llenos de endocrinólogos expertos en transición. Mi doctor —un "don frufru" en Médica Sur— me invitó a bloquear testosterona sin siquiera saber qué medicamentos hay en venta en el país. No encontré un solo doctor con experiencia demostrable en el tema trans en todo el país. Muchos llegaban con un simple: "eso no se enseña acá, emigra".

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Y aquí es donde entró la Clínica Condesa a mi vida. Un espacio que otorga auspicio a la transición, me regala mis pastillas, mi tratamiento endocrino y además también tiene psicólogos de planta para mi uso. Un regalo por parte de la ciudad de México que más de 300 personas usan para transicionar. Mucho que hablar de este tema, pero será en otra ocasión.

Obtener la mezcla perfecta de antiandrógenos y estrógenos puede ser una labor de un año o más. Toma más de tres meses notar cambios drásticos y digamos que dos meses en total para que se vean cambios en tu sangre. Todos los meses me hacía pruebas de sangre y cada dos meses tendría que ir con mi doctora para ajustar mis niveles.

¿Tener los niveles incorrectos? Sangre "delgada", problemas de coagulación, problemas de desarrollo y por supuesto, un alto riesgo de trombosis, cosita linda las hormonas. Siempre me ha impresionado la cantidad de gente que levanta una dosis de donde sea y dice: ¡vámonos!

Hormonas femeninas para ser mujer

Con respecto a los cambios al cuerpo y cómo lograrlos, las hormonas no son proyecto barato, pero por lo menos son pagables. De hecho, siempre he creído que además de la existencia de información en internet, éste es el motivo prioritario por el cual estamos viviendo un boom de transiciones.

Cambiar tu cuerpo te da poder de decisión. Por esto es que los que se tatúan en una ocasión a veces arrancan con el segundo en corto. Y yo pensaba, ¿esto es lo que me hace mujer? ¿Tener un cuerpo femenino? Nunca pude negar pensar qué pasaría si dejo de lado el molde binario de cuerpos como meta. Sin mencionar las mil y un mujeres en las que te puedes transformar, o las mil y un cosas que puedes ser del total.

Un fenomenal experimento.

Tomar hormonas es en últimas un proyecto de alegría personal. Sólo sentarme y tomar las pastillas generan apapacho. Perdérmelas, digamos que se me olvidó una mañana tomarlas, me causan estrés. Si me diagnosticaran de Stockholm, no lo negaría.

Pero sea una meta o no, mi transición es para mí. Mucho se escucha acerca de la necesidad de "pasar", como si ser trans implicara una situación de engaño. Me alegra poder hacer esto. Hormonizarse es mujer en pastilla, femineidad en fíat. La llave a mi puerta del clóset por que si yo cambio, todo cambia.