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Los coleccionistas de carrozas fúnebres que tunean y presumen sus mórbidas naves

"Lo hacemos para presumir nuestros autos y para mostrarle a la gente que las carrozas fúnebres son cool".

Hace como ocho años, Bill Duval vendió su monster truck y compró una carroza fúnebre. Duval no tiene una funeraria y no tiene nada qué ver con cadáveres; simplemente le gustan las carrozas fúnebres. Hoy, el habitante de Warminster Heights, Pennsylvania, conduce una Krystal Koach Lincoln de 1997 con un ataúd de madera de roble que pesa más de 100 kilos en su nave carísima y está feliz de que su auto resulte tan útil para ir de compras y a ventas de garaje.

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El sábado pasado, el auto de Duval ganó el premio a la mejor decoración en la octava edición del show anual de vehículos profesionales y carrozas fúnebres en Filadelfia, en una convención de vehículos funerarios que se lleva a cabo en el cementerio de Laurel Hill. El show de este año, organizado por el Club de Autos Profesionales Mohnton (MPCC, por sus siglas en inglés), atrajo a más de 20 propietarios de carrozas fúnebres como Duval. (El término "autos profesionales" se utiliza para describir carrozas y otros vehículos como limusinas y ambulancias.)


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"Lo hacemos para presumir nuestros autos y para mostrarle a la gente que las carrozas fúnebres son cool, divertidas y cómo están hechas", dijo Shawn Koenig, el director de MPCC. Koenig, que tiene dos carrozas y un auto para transportar flores (a funerales), creó el club hace ocho años simplemente para conocer a otros propietarios de carrozas fúnebres. Hoy, club está conformado 44 miembros procedentes de Pennsylvania y Nueva Jersey, que en total tienen 57 autos.

En todo Estados Unidos, hay una cantidad sorprendente de personas que aman las carrozas fúnebres. La Sociedad de Autos Profesionales (PCS, por sus siglas en inglés), que se jacta de tener más de mil miembros en todo el mundo, va a realizar su propio show anual este sábado en Gettysburg, Pennsylvania; en mayo, los propietarios de carrozas se reunieron en Asheville, Carolina del Norte, para una reunión anual organizada por la Asociación Nacional de Carrozas Fúnebres y Ambulancias.

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Todas las personas que conocí en Laurel Hill hablaban en una forma entusiasta y técnica sobre el estilo de sus autos, sobre sus interiores elegantes y lo fácil que son de modificar. Son fanáticos de autos que disfrutan el aspecto único de sus carrozas largas y elegantes —en especial las fabricadas antes del 2000— y aprovechan cualquier oportunidad para presumirlas.

"Entré porque me hace sentir diferente al resto", dijo Ron Errickson, quien viajó desde Nueva Jersey con su Superior Cadillac '77. "No encajas. Te da la atención que siempre quisiste". Su carroza es color blanco y está un poco oxidada pero al parecer es un modelo muy raro. Tiene otros cuatro autos pero éste es diferente porque tiene un esqueleto falso en el asiento del copiloto y otro en un ataúd, con los que viaja siempre. Muchos de los propietarios de carrozas fúnebres en la convención tenían sus propios ataúdes decorados por fuera y por dentro.

"La mayoría de los que conducen carrozas fúnebres tienen un humor muy negro y les gusta espantar a la gente", dijo John Hoffert, quien tiene una Cadillac S&S Fleetwood Brougham '82. "Tal vez no lo admitan pero saben que es cierto".


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Las reuniones como la de Lauren Hill son una oportunidad para presumir ese humor a la gente que lo entiende y para conocer otras personas con los mismos gustos 'frikis'. El ejemplo más evidente de esto fue Gary Schnabel de Colmar, Pennsylvania, quien adornó su Cadillac con calcomanías en apoyo a Trump y puso una efigie de Hillary Clinton en el ataúd. La llamó "El Tren Trump" y se ha paseado en ella durante todo el año electoral para expresar su postura política.

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Algunos prefieren accesorios más sutiles como placas graciosas o banderas adornadas con la palabra "FUNERAL". Otros prefieren no modificar para nada sus autos. Nikki Maurer, por ejemplo —la integrante más joven del club, con 24 años de edad— conservó su Superior Sovereign Three-Way en el mismo estado en la que la compró, con su interior color azul mírame a huevo. Además, tiene una característica única: una tabla eléctrica para meter y sacar los ataúdes, que reemplaza las rueditas que se utilizan para facilitar el proceso manual de carga. Es una de las dos carrozas que tiene. La otra es una Cadillac Eureka '88. Aunque aspira a ser directora de una funeraria, dice que la relación del auto con la muerte no tiene nada que ver con su amor por las carrozas.

"Es un auto único. Cuando la gente lo ve, se pregunta ¿Por qué?", dijo Maurer. Me gusta sorprender y confundir a la gente. Soy rara y me gustan las cosas raras. Esto es solo una de todas mis rarezas".

Abajo puedes ver más fotos de las carrozas y sus dueños.

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