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Cultură

Lesbianas nunca más: un viaje transgénero hacia la heteronormalidad

La historia de Sadie y su novio Marco quien solía ser mujer.

En la azotea de su departamento en Williamsburg, discutiendo qué hierbas y verduras quieren plantar este año y cuáles todavía pueden rescatar del anterior, Sadie está sentada con las piernas cruzadas tomando cerveza, mientras Marco limpia y enciende el asador. Sadie, con su vestido corto y apretado le pregunta: “Cariño, ¿tenemos suficiente carbón?”, con ese dulce tono que las novias usan para que su escepticismo suene a palabras de apoyo.

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“Ya lo resolveré”, responde Marco, hablando más con el fuego que intenta avivar que con Sadie. Tiene el cabello corto, y su voz se ha vuelto más grave como resultado de la terapia hormonal.

Finalmente, con las brasas listas y el pollo en el asador, Marco se sienta en la mesa con nosotros.

“A los hombres los tratan de la verga”, me dice. “Sé que a las mujeres las tratan como basura todo el tiempo. Pero, cuando eres hombre, la gente choca contigo todo el tiempo. Tienes que detener puertas, pero nadie te lo agradece. Y nunca te dicen cumplidos”.

“Sí”, agrega Sadie, “las chicas siempre se dicen, ‘¡cariño, te ves increíble! ¡me encanta tu vestido! ¿Te cortaste el pelo?’”

“Sí”, dice Marco, mientras le da un trago a su cerveza. “Nada de eso”.

“Y el saludo de mano me desconcertaba al principio”, agrega. “Las mujeres se dan la mano así”.

Se levanta para mostrarme, y me toma la mano de una forma relajada y casual.

“Pero los hombres lo hacen así”.

Toma mi mano, la jala bruscamente hacia él y me aprieta los dedos con el ceño fruncido. Todos nos reímos por la exageración que, aunque un poco ridículo, no está muy lejos de la verdad.

Me explica que las pequeñas cosas son las que lo confundían, pero que ya se está acostumbrando. Sadie también está haciendo su mejor esfuerzo para acostumbrarse.

Sadie se refiere a ella misma como una lesbiana fallida. Tuvo sexo con tres mujeres en su vida, y las tres están en proceso de convertirse en hombres. Esto incluye a su pareja de los últimos dos años y medio. Cuando Sadie se enamoró de Marco, él era una mujer llamada Erica.

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De repente, a sus 25 años, cuando Sadie creyó saber quién era y estaba segura de su sexualidad como lesbiana, terminó involucrada en una relación heterosexual con un hombre. Pero no con cualquier hombre, sino uno que busca distanciarse de la identidad lésbica que alguna vez tuvo. Ella y Marco están en un limbo entre sus dos identidades; no son precisamente la pareja heterosexual promedio, pero tampoco son la pareja de lesbianas de antes.

***

Sadie y Erica antes.

“Cuando pienso en las cosas por las que me enamoré de Erica, creo que no eran suficiente para mantener una relación”.

“Tenía esa vibra de estrella de rock. Tocaba la guitarra eléctrica en ropa interior. Era sexy”, dice Sadie.

Erica era una chica ruda. Al principio, eso le gustaba a Sadie. Ahora siente que esa personalidad sensual y misteriosa de “chico malo” que le atraía de Erica, se habría vuelto aburrida después de un rato.

Cuando Erica empezó a tomar testosterona, a Sadie le preocupaba que Erica se volviera más agresiva, un efecto secundario muy común.

“Conforme se convertía en hombre, se volvió más tranquila”. Sadie cree que gran parte de la frustración de Erica venía porque ella no se sentía cómoda con su cuerpo. Cuando empezó la transición, comenzó a sentirse más tranquila, y a estar más en paz con su persona.

Cuando era pequeña, Erica pedía a Dios crecer como un niño, pero cuando se convirtió en una chica adolescente, se deprimió y se empezó a frustrar. Las chicas de su escuela católica en Nueva York la molestaban por ser una marimacha con el pelo corto. Su experiencia no fue nada inusual: 90 por ciento de las personas transgénero aseguran haber sido víctimas de acoso y abusos, según un estudio de 2011 por el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero (NCTE, por sus siglas en inglés).

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Cuando Erica puso sobre la mesa su confusión y la posibilidad de hacer la transición, ella y Sadie llevaban sólo unos meses saliendo, pero se conocían hacía tres años. Sadie dijo que, conociendo a Erica, la noticia no le sorprendió tanto: sabía que Erica llevaba tiempo sintiéndose conflictuada y que había sido diagnosticada con el trastorno de identidad de género cuando era pequeña.

Antes de 1997, cualquiera persona que asumía el género opuesto era clasificada como travesti, lo que caía bajo la categoría de “Disfunción sexual” en el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Trastornos Mentales (DSM).

En la tercera edición de este manual, publicado en 1997, el travestismo fue reclasificado en tres nuevas subsecciones. Los nuevos diagnósticos eran transexualismo, trastorno de identidad de género infantil y trastorno de identidad de género atípico. Las clasificaciones han sido debatidas y revisadas con cada nueva edición del DSM, y es probable que sean modificadas para el próximo DSM-V, según Nicole Giordano, maestra en trabajos de salud mental, quien ha investigado la identidad de género.

“Sentir confusión con la identidad de género o alguna variante de esto, no es en sí una enfermedad mental”, dice Giordano. “Más bien, la violación de la norma social que define el género como algo binario, y la discriminación social y el ostracismo que la acompaña, es lo que genera esta angustia, depresión y ansiedad”.

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El estudio de 2011 del NCTE demuestra que las personas transgénero intentan suicidarse 26 veces más que el promedio nacional. El estudio reconoce que obtener estadísticas precisas sobre la comunidad transgénero es imposible, pues el estigma hace que muchas personas prefieran callar sobre sus experiencias.

***

Así era Erica.

El primer paso en la transición de Erica hacia Marco fue cortarse el pelo. Esto fue algo muy importante. “Fue como quitarme una máscara que llevaba años usando”, dice Marco. “Al fin estaba desnuda, y me volvían a molestar, por primera vez desde mi infancia”.

Sadie y Marco recuerdan momentos en los que salían juntos y un extraño se preguntaba en voz alta si Marco era hombre o mujer. Ese tipo de pendejada podía arruinarles la noche.

“Era extraño”, dice Sadie. “Me sentía cómoda estando en público como una pareja de lesbianas, pero no me sentía cómoda en público como una pareja trans. La gente nos observaba”.

Pero ahora, cuando vez a Marco, no creerías que alguna vez fue una mujer; es un poco pequeño, pero tiene los hombros y la quijada cuadrada, y su voz es más grave.

Le quitaron los pechos el 2 de mayo de este año, el último signo visible de su pasado como Erica. El plan es tener cirugía de cambio de sexo, el último paso, en mayo de 2013.

Hasta ahora, con cada paso, desde cortarse el pelo, hasta su primer shot de testosterona, y el cambio de nombre, Marco era el que se ponía nervioso: le daba miedo dar el paso, pero Sadie siempre estaba ahí para apoyarlo. Tomaba a Marco de la mano, le decía que todo saldría bien, le recordaba que esto era lo que quería y que al final estaría feliz de haberlo hecho.

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Después, cuando Marco había dado el paso y estaba emocionado y relajado, tocaba el turno a Sadie para enloquecer.

“Mientras se nivelaba, yo empezaba a actuar”. Ahora que Marco se siente más cómodo y seguro de haber hecho lo correcto, Sadie está lidiando con sus emociones, va a terapia y reconoce que esta experiencia también ha sido difícil para ella.

Tanto Sadie como Marco lloran la pérdida de Erica, como si fuera otra persona a la que amaron. Hace poco, la hermana de Marco vino al departamento y les enseñó un video de Erica y su madre cantando una canción de Frankie Valli.

“Así era Erica cuando la conocí”, dice Sadie, recordando cómo el video la había agarrado con la guardia abajo. Estaba acostumbrada a escuchar y contar historias sobre Erica, incluso a ver fotos de ella. Pero el video le hizo ver que esa persona se había ido para siempre. Tenía que lidiar con muchas cosas.

Sadie y Marco después.

Sadie intentó ir a un grupo de apoyo para “parejas trans”, pero quedó desilusionada por la experiencia.

“Intenté mantener una mente abierta, pero la conversación se centraba tanto en los costos financieros de la cirugía y el peso que sentían nuestras parejas. Se daba muy poca atención al peso con el que cargábamos nosotros. Las personas con mentalidades similares que tanto había buscado, no estaban en ese lugar”.

Se dio por vencida con los grupos de apoyo y empezó a contactar de forma individual a otras personas en situaciones similares a quienes conocía personalmente o de las que había escuchado por amigos.

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“Era lindo escuchar que la gente habría logrado llegar al otro lado de lo que parecía un camino imposible y sin fin”.

Con el tiempo, conforme Marco aceptaba la idea de ser un hombre, Sadie comenzó a aceptar la idea de su relación semiheterosexual.

“Puedo pasar tiempo con nuevos amigos y hablar de mi ‘novio’ sin sentir que estoy diciendo una gran mentira”, dice Sadie.

Los dos quieren tener hijos, y se imaginan un futuro perfecto en los suburbios. Se preguntan en voz alta a quién le dirán y a quién no, y dicen que intentarán ser una familia normal y unida. Sadie siente que tendrán que ser más abiertos al respecto si planean decírselo a sus hijos, porque no quieren que sus hijos tengan que guardar el secreto de su padre. No hay nada de qué avergonzarse.

“Nunca imaginé que tendría que explicarle a mis hijos que su padre nació siendo mujer”. Pero planean ser muy honestos con sus hijos, y explicarles lo mejor posible el pasado de Marco.

“Quiere estar en una relación heterosexual, pero creo que presentarnos así no sería auténtico. No lo somos. Simplemente no lo somos”.

Están atravesando por una serie de problemas y sufrimientos, intentando descifrar dónde encajan en el mundo. Pero aquí en su jardín, tomados de la mano en la azotea, parecen más una pareja modelo que una anomalía.

“Al final del día, estamos mejor que muchas parejas que conozco”, dice Sadie. “Somos honestos, y estamos felices y enamorados”.