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Cultură

Una tarde con un camello de speed de Bilbao

"La farlopa hace tiempo que dejó de molar. La gente ya no busca ese tipo de ostia. El speed es lo que pega ahora de nuevo"
Fotografías por el autor

"Me suele venir húmedo, ¡pero está que te cagas!", advierte Jon (nombre ficticio por motivos obvios de seguridad). Se pone un par de líneas encima de una carcasa de CD más que gastado por el continuo rozar de tarjetas con speed. "La farlopa hace tiempo que dejó de molar. La gente ya no busca ese tipo de ostia. Busca más frenetismo. El speed es lo que pega ahora de nuevo", me dice Jon mientras prepara bolsitas de anfetamina. "Cada una pesa 1 gramo, ni más ni menos. Eso sí, incluyo la bolsita en el pesaje que si no me deja la tanita (la balanza) hecha un puto belén. Luego no hay Dios que saque el speed reseco".

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Jon es traficante al por menor de speed. Vive en un pueblo cerca de Bilbao. "Aquí el speed siempre ha tirado mucho. Antes de estar en el talego me acuerdo de que en cada bar había diferentes tíos con diferentes tipos de speed. Había dónde elegir. Ahora ya no controlo tanto. Si salgo es para irme siempre al mismo bar, pero ya sin horarios. Aún y todo la gente me sigue comprando a mí, porque saben que mis gramos son más gramos que los de otro. Aunque este húmedo les da igual" y sigue preparando bolsitas de plástico antes de salir al bar. Decido acompañarle.

Al entrar, el camarero le saca su caña sin haberle preguntado y antes de que se siente en "su sitio" ya se le ha acercado un hombre de mediana edad. "Este tío es la ostia. Antes le compraba yo a él, pero ahora tiene mujer y 2 hijos y ya pasa de meterse en movidas chungas. Ahora le paso yo ya que sabe de dónde viene". El hombre le coge la bolsita, el saco de no dormir como lo llaman, "que hoy hay fiesta y por una vez que salgo, salgo bien". Le pregunta si está húmeda y Jon le dice que sí "¡Pa´que ostias preguntas si ya sabes lo que tengo!", le dice Jon al hombre mientras este se encamina hacia el baño. Al rato vuelve y se dirige a la barra y grita "¡Esto no hay Dios que pueda hacerlo la ostia! Chaval, dame un papelillo de fumar que tengo que secar esto. ¡Mecagüen la puta cada día más húmedo! Si no fuera por lo mal que hueles diría que te metes a la ducha con ella ostia", grita el hombre en el bar y los pocos clientes que hay se ríen. "¡Si ya sabes lo que hay pa´que me vienes!", se enfada Jon.

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Claramente está húmedo

En poco más de una hora siete personas se le acercan a Jon. Uno de ellos pregunta por mí. "Es un tío legal nada chotas (chivato). "Tras disipar dudas, el mismo ritual; directos al baño no sin antes avisarles de que está húmedo y que les costará cundirlo. Todos ellos salen del baño con lagrimeo de algún ojo, según el lado por el que se hayan metido el tiro. Parecen contentos y alguno que otro incluso le saca una caña a Jon.

Mientras atiende al que le viene y se pule en menos de tres horas lo que había traído de casa, sigue hablándome. "Me he pasado tres años a la sombra porque me pillaron con kilo y medio de speed. Fue a la entrada del pueblo y estoy convencido que fue alguien que quería joderme. Un chotas. Los chavales ahora no tienen respeto. Ven que pueden hacer dinero fácil para comprarse sus M3 (BMW M3) y joden al que tienen por delante. No se ni quién ha podido ser, pero tengo mis sospechas. Ahora la que venden los chavales es una mierda. La farlopa ya ni te digo. Da tanto beneficio que ya ni es farlopa ni es ná. Una mierda".

Le pido que me hable de su estancia en la cárcel. "No quiero hablar de eso, fue jodido", le da un trago largo a su caña y sigue diciéndome. "Ahora tengo que andar espabilao, porque como me pillen la he liao parda, sería reincidente y serían más años en el trullo que la ostia. No quiero ni pensarlo. Por eso ya solo vendo en pequeña escala, en el mismo sitio y nunca de noche que es cuando los cipayos (Ertzaintza) pueden pararte. De día casi nunca, pero de noche… Ahora encima no tienen la movida de ETA y van a saco a por los que pulimos". Mientras me explica esto se acerca un hombre rozando la cincuentena y Jon le da el último gramo. Entra al baño y se va a la barra a pedir un papel de fumar. "Es que está húmedo", le dice mirando a Jon.

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Me pregunta qué hora es "Las seis de la tarde", le respondo. "Igual tengo que darme otra vuelta por casa porque todavía vendrá gente. Y por un día que estoy en la ofi…", se ríe.

Cogemos su coche destartalado y me lleva hasta su casa en las afueras de Romo. Abre el congelador y saca una bolsa de Eroski con el speed dentro. "200 gramos", me dice, "pa este mes".

Hace unas 20 bolsitas pesadas en la tanita con precisión de cirujano. "Esta se pasa 0,1. Le quito un poco y listo. Esta en cambio se pasa también 0,1 pero lo dejo así, pa´l que me caiga bien". Saca de la riñonera un imán y mete todas las bolsitas apretadas en una bolsa con otro imán dentro. Salimos y pega la bolsa con el imán por dentro y por fuera en el hueco de la rueda trasera izquierda. "Ahí no se cae y si nos paran diremos que no es nuestro y no tendrán pruebas para decirnos nada".

En el camino de vuelta no hay controles, todo libre hasta la ofi. Pero Jon se da un par de vueltas en la manzana sin la música y con las ventanillas abiertas por si ve algún estupa (secreta). "Yo no me fío ni de mi sombra", dice mientras agacha la cabeza para poder mirar desde el lado del conductor a la ofi que le queda a mi lado.

Vuelve a entrar al bar y ya hay gente esperándole. "Macho, ¡se me ha terminado a toda ostia! Como se nota que hoy hay fiesta. Anda que os vais a poner todos finos", le dice a uno que sin más dilaciones se le a acercado con 15 euros en la mano.

Jon no me quiere contar a quién le compra "solo te digo que yo lo traigo del norte de Guipúzcoa. De un pueblo con barcos. Pero no te voy a dar nombres ni lugares. Me pueden correr a ostias si se lo cuento a alguien que ya están hasta los cojones de chotas y chavalillos. Algún día se va a liar una muy buena", me dice premonitoriamente mientras sacude su dedo índice delante de mí.

El ir y venir de gente, saludos dándose la mano con el dinero listo entre los dedos, pedir un cigarro y dejar el "regalo" dentro. Toda una coreografía del ocultismo a plena luz del día y con padres ajenos (y no tan ajenos) en la terraza. Uno se da cuenta de que aquellos que se le acercan a Jon no es gente marginal ni con pinta de drogata. Son más gente mayor y de mediana edad que jóvenes. "Aquí el speed tiene tradición, antes desaparecerá el aizkolari que el speed-lari. Yo podría hacer muuucho dinero pero no quiero arriesgarme tanto. Con el RGI y con vender mis gramillos de anfeta al mes me puedo permitir vivir sin dar un palo al agua. No quiero que se me termine el chollo, prefiero tener mi clientela fija y de confianza que no andar moviéndome por ahí e intentar vendérselo a alguien que no conozco en unas fiestas y que sea un madero. Paso como de la mierda", me explica Jon mientras rebufa.

Mientras seguimos hablando sobre la calidad que se vende hoy en día y la que vende Jon, un hombre bien vestido, canoso y con cierto aire de dandi le pide un par de gramos. Se los da a cambio de 30 euros que el hombre no tiene suelto. Saca una ronda para los tres y con las vueltas de un billete de 50 paga por la anfeta y se saca un paquete de Marlboro. Entra al baño y Jon me dice "es un cabrón este tío. Normalmente por mucho que le veas vestido así siempre va de fiao. Pero sabe que a mí no me la juega y si no hay pasta no hay tarta". El dandi sale del baño, se ha dado cuenta de que no tiene billete para esnifar el speed y le pide uno a Jon. "Con H de huelta", le responde. El dandi desaparece en el baño. Tras cinco minutos sale y le dice al camarero: "Dame un papelillo de esos de fumar", le mira a Jon y le dice: "¡Es que está la ostia de húmedo!"