Pregunté a varias personas en Chatroulette por qué siguen en Chatroulette

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Pregunté a varias personas en Chatroulette por qué siguen en Chatroulette

En su momentó se le llegó a considerar "el futuro de internet", ¿pero qué queda del futuro de internet ahora que ha pasado su momento?

Chatroulette, la plataforma de encuentros entre desconocidos de todo el mundo mediante webcam, empezó su andadura en 2009 y vivió sus días de gloria al año siguiente. En aquel entonces contaba con millones de usuarios registrados, más de medio millón de visitas diarias y cerca de 35.000 usuarios conectados en todo momento. Desde la revista New York Magazine incluso llegaron a plantearse si Chatroulette se acabaría convirtiendo en "el futuro de internet", y el sitio web The Frisky se refirió a la plataforma como "el Santo Grial de toda la diversión en internet".

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Y la verdad es que era divertido ver cómo una chica que estaba en una fiesta privada le pedía a un tipo en la otra punta del mundo que enseñara los genitales, para luego hacer que todos los invitados a la fiesta aparecieran frente a la cámara gritando "¡Sorpresa!". Pero también llegó a cansar bastante rápidamente: en cuestión de un par de años, el mundo entero dejó de hablar del "futuro de internet".

En mi opinión, Chatroulette ha sido una de las locuras virtuales más efímeras de esta última década. Sin embargo, las 921 personas que hay conectadas mientras escribo estas líneas probablemente no piensen lo mismo, así que decidí preguntarles qué les mantiene enganchados a Chatroulette en pleno año 2016.

Chatroulette te permite cambiar la pareja que te han asignado con solo pulsar un botón. Como era de esperar, mi búsqueda de respuestas se saldó con un montón de hombres medio desnudos que me descartaban al segundo tras comprobar que no era la mujer que esperaban. Por lo visto las chicas escasean en esta plataforma, lo que hace pensar que los hombres que están conectados se pasan el rato descartándose mutuamente para volver a encontrarse una hora después y repetir la operación.

Por alguna razón, el tipo de la foto de arriba no me descartó de inmediato. En lugar de eso, dibujó un falo en la pantalla acompañado del mensaje "22 cm". Ni se molestó en saludarme primero. Me explicó que la razón por la que sigue en Chatroulette es que habían bloqueado su perfil de una web similar por mostrar el pene, y que por eso ahora se conformaba con dibujarlo en la pantalla. También dejó claro que "buscaba chochete", y como yo no tenía ninguno a mano, la conversación acabó ahí.

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La segunda persona que tuvo a bien no descartarme en cero coma fue Nabila, de Francia. "Como 'periodista', das pena", me dijo durante nuestra conversación. Me encanta el detalle de las comillas de "periodista", pensé. Lo cierto es que muchas veces me siento más "periodista" que periodista, así que la chica llevaba razón.

Nabila resultó ser una ayudante de farmacia en paro y sin dinero para viajar, por lo que decidió recurrir a Chatroulette para encontrar compañía y algo de conversación. Jugamos un rato al tres en raya con la aplicación de dibujo, pero hasta ahí llegó nuestra amistad.

Poco después me encontraba en el salón con decoración marroquí. Una mujer daba viajes entre la cocina y dicho salón, cargada con ollas y sartenes. Tras cinco minutos de idas y vueltas, apareció un hombre frente a la pantalla y conversamos un rato. El tipo me explicó que se había estado conectando a Chatroulette a diario durante los últimos seis años y que le parecía "una pérdida de tiempo".

Hay gente en el mundo intentando diseñar perros robóticos capaces de caminar sobre las patas traseras, o presentando su solicitud para participar en Gran Hermano 18, o quitándose los pelos de la barbilla con pinzas… Lo que quiero decir es que en esta vida hay infinidad de actividades que podrían considerarse "una pérdida de tiempo", pero este hombre, que ha pasado seis años conectándose cada día a Chatroulette, ha llevado el concepto a otro nivel.

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El hombre era libanés y me explicó que usa esta plataforma para "conocer distintas culturas" y "denunciar a la gente que se masturba". Su intención es hacer de la web un lugar sin desnudos, propósito por el que se considera un "idealista".

"Aquí la gente tiene la mente podrida", explicó. "Yo no voy enseñando la polla a todo el mundo. Prefiero hacerlo por Skype".

En mi paseo por Chatroulette conocí a varias personas que afirmaban estar ahí para hacer amigos. Como un tipo de Irak, que me aseguró que no tenía muchas amistades. Cuando le pregunté por qué, me dijo adiós y desconectó.

¿Cómo era posible que un hombre que hace el esfuerzo de despedirse antes de salir de un chat privado con un completo desconocido no tenga amigos? ¿Qué dolor estaba intentando ocultar marchándose tan repentinamente?

Empecé a cansarme de que todo el mundo me descartara continuamente, así que llamé a mi compañera Lisa —que tiene una vagina— para que me echara un cable. Poco después, Lisa estaba hablando con un tipo desnudo que buscaba sexo ocasional.

El hombre confesó no haberlo encontrado todavía, pero que no le importaba. En cuanto me vio aparecer en la pantalla, el tipo salió del chat. Lisa también se marchó porque necesitaba comer algo.

Tras pasar otros 10 minutos siendo ignorado por tíos medio desnudos y mallas de ciclista abultadas, me expulsaron de la plataforma. Al parecer, los usuarios de Chatroulette me habían denunciado por comportamiento inapropiado y se me había vetado el acceso durante 24 horas.

Al parecer, es de mala educación preguntar a los usuarios de Chatroulette por qué hacen lo que hacen. Lo mejor es mantener la boca cerrada o enfocar la cámara hacia tu paquete mientras estás empalmado y tumbarte a esperar.

Traducción por Mario Abad.