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Cuatro situaciones en las que nos puede ganar la tentación

La tentación es cosita seria.

¡Cosa seria lo que es la tentación! No hay nada más rico que dejarse llevar por lo que pensamos que no está bien, por lo prohibido: no pensar en las consecuencias. No nos lo neguemos: somos unos seres animales que seguimos nuestras pulsiones y sentimientos más profundos a ciegas y eso, si lo cumplimos, nos da una satisfacción inmediata. A veces efímera, a veces culposa.

Decidimos encontrar esos momentos en los que nos dejamos llevar, así sea brevemente, en pensamientos y emociones que se nos salen de control y cumplimos deseos que pueden parecer prohibidos.

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1. Mirar al celular de otro

¿No le ha pasado que lleva media hora en el restaurante oyendo los mensajes que le llegan al celular de su pareja sin cesar? ¿Quién será esa persona que no nos deja comer en paz? ¿Será su amante? ¿Me estará poniendo los cachos? ¿Quién es la desgraciada que me quiere quitar a mi novio?

Siempre está la opción de mirar el celular mientras él no está. ¿Será que miro? No, no puedo mirar. Volvió a sonar. Se paró. Lo dejó ahí.

—Amor, ya vengo. Voy al baño.

2. Globos: dejarse tentar por el caos

La perfección no existe y, de hecho, a veces hasta nos dan ganas de interrumpirla. Un ponqué intocable, unos zapatos blancos relucientes de su compañero de clase, un globo reluciente que pasa al lado suyo. ¿No le dan ganas incontrolables de caos?

¡Bum!


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3. Con la novia: Dejarse tentar por el poliamor

No hay nada más común que caminar con la pareja y ver a un bombón acercándose, despreocupado. Pareciera que los caminos se hubieran cruzado. Sudor, ganas de voltear la cabeza, mariposas. El atractivo de esa persona se hace evidente mientras se acerca.

¿Qué hacer?

4. Secreto: Dejarse llevar por no morderse la lengua

"No le puedes decir a nadie": esta es la afirmación más fácil de incumplir en el planeta. Qué ganas de contarle a mi mejor amigo que Mariana está con Pedro. ¿Secreto? Eso se termina sabiendo eventualmente. ¿Por mí? Quién sabe…