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Uganda ha convertido el ritual de la circuncisión en una atracción turística

El festival de Imbalu se celebra bianualmente y en él se somete a una circuncisión pública a un centenar de jóvenes de la tribu Gisu, quienes deberán de soportar como les seccionan el prepucio de manera impertérrita.
Screenshot del documentario di VICE sul festival dell'imbalu

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Este artículo fue publicado originalmente en VICE.

La provincia de Bigisu, al este de Uganda, se engalana cada dos años para prepararse para las celebraciones del ritual al que se conoce como Imbalu. En pequeñas aldeas de la zona, los jóvenes del lugar serán sometidos al seccionamiento de sus prepucios en una ceremonia a la que asistirán los mayores, sus familiares y sus compañeros. Si no muestran ningún signo de debilidad — no vale ni retorcerse ni encogerse ni llorar — se considerará que ya son hombres y se les obsequiará con ganado, dinero, teléfonos móviles y otros regalos.

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La temporada Imbalu es bianual y cae siempre en los años pares. Este año las celebraciones arrancaron en el primer fin de semana de agosto en las tierras de Mutoto, al este de Uganda, en las inmediaciones de la aldea de Mbale. Según Vincent Mugaba, portavoz de la Junta de Turismo de Uganda, más de 30.000 personas acudieron a sumarse a los tres días de celebración.

Los vecinos y los turistas acampan y saborean juntos la cerveza artesanal de mijo y los toros asados, y contemplan la danza tradicional kadodi. La fiesta culminó con la circuncisión de los 100 jóvenes candidatos, que habitualmente tienen entre 16 y 20 años.

"El festival Imbalu ha sido un éxito monumental", proclama a VICE Eddy Kirya, propietario de la agencia de viajes local Mbale Tours.

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El turismo es una de las mayores industrias de Uganda. Claro que se estima que el país del África Oriental habría estado perdiendo a razón de 1 millón de dólares diarios debido a los enfrentamientos que se están librando en la vecina Sudán del Sur. Este año había muchas esperanzas puestas en que la ceremonia de la circuncisión fuera un éxito, puesto que ello significaría la llegada de más turistas y de más dinero para la provincia.

"Mi interés no es otro que asegurar que acudan al festival tantas personas como sea posible", asegura a VICE Stephen Asiimwe, presidente de la Junta de Turismo de Uganda, un organismo público que como tal depende del ejecutivo del país. "Se trata de un acontecimiento que es igualmente interesante para muchos ugandeses, especialmente para los más jóvenes. Jamás han visto a nadie someterse al yugo de un cuchillo sin emitir el menor ruido".

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Según Asiimwe, actualmente el turismo supone unos ingresos de 1,4 mil millones de dólares al año, una cifra que dobla las cifras de 2007, cuando se ingresaron 700.000 mil dólares. Los visitantes disponen de multitud de atracciones turísticas que visitar —desde las aguas bravas en las que nace el Nilo Blanco, hasta los colosales gorilas que pueblan los fértiles parques nacionales enclavados en el sudoeste del país. Además, tanto los vecinos como el gobierno obtienen grandes sumas de dinero derivadas del turismo; solo conseguir el permiso para inscribirse en expediciones de rastreo de gorilas cuesta 600 dólares por aventurero.

Kirya asegura que se han entablado conversaciones para construir un centro cultural y un museo de la circuncisión en la zona de Mbale, enclavada muy cerca del volcán extinguido monte Elgon, y de la frontera con Kenia. De hecho, también se ha hablado de inaugurar nuevos restaurantes y de sembrar las tierras de Mutoto con mejor césped, con la intención de conseguir que el paisaje sea más atractivo para los visitantes de cara a la próxima edición.

Asiimwe relata que hace poco un arquitecto presentó unos bocetos de la que podría ser una moderna instalación cultural en el futuro. Sería el último paso de un plan que lleva labrándose durante los dos últimos años con el apoyo de los líderes locales.

"Hemos disfrutado de este ritual durante más de 200 años", contaba Omar Njofu, presidente del consejo cultural Inzu Ya Masaaba situado en Mbala , al periódico ugandés Daily Monitor, este verano. "Es único y es muy vendible, y convertiría a este lugar en un centro de turismo es de gran importancia".

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La ceremonia de circuncisión es un ritual ancestral por el que deben pasar todos los chicos de la tribu Gisu — a la que también se conoce como Bagisu — de la Uganda Oriental. Durante la ceremonia, los vecinos se reúnen y celebran durante días. Entre las actividades se incluyen la matanza de la cabra, vestir a los jóvenes candidatos con los atuendos ceremoniales, y embadurnarles de una pasta de mijo, para prepararles para el acontecimiento.

La ceremonia culmina con la intervención de un "cirujano" local que comparece provisto con un cuchillo de aluminio. Este irrumpe en escena y secciona el prepucio de los jovencitos. Tiene que tratarse de un episodio increíblemente doloroso. Claro que mientras se jalea a los jóvenes con vitores y aplausos, estos deben de permanecer impertérritos, mientras hasta el menor de sus movimientos es observado con lupa. Si todo va bien, cada joven será declarado apto para enfrentarse a los deberes y a los privilegios del hombre Gisu.

Mira el documental: VICE acude a la ceremonia Imbalu en Uganda (pronto subtítulos en español).

Tal y como VICE ya informó durante la ceremonia de 2014, los orígenes del ritual son una fuente de debate. Claro que también están sometidos a una fuerte presión social, una presión que el buen funcionamiento de las iniciativas de promoción del festival, habría reforzado. La antropóloga Suzette Herald, quien ha llevado a cabo exhaustivas investigaciones sobre la tribu Gisu, declaró a VICE News en 2014 que el ritual es una parte central de sus culturas y de su concepto de lo que representa convertirse en hombre. Aquellos jóvenes que se echan atrás o que abandonan la comunidad porque no quieren saber nada del ritual, se arriesgan a ser interceptados allí donde estén y a ser circuncidados a la fuerza.

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No debería de sorprenderle a nadie, entonces, que a algunos turistas el ritual les haya parecido repugnante. Y pese a todo, los vecinos han hecho todo lo posible por adaptar su celebración a los tiempos modernos, como incorporar nuevos protocolos de seguridad —tales como utilizar distintas cuchillas para cada circuncisión y evitar así contagios de VIH. Y si bien es cierto que el gobierno ugandés ha perseguido la ablación de clítoris femenina, también lo es que el presidente del país, Yoweri Museveni ha aprobado oficialmente el ritual de Imbalu.

Según Asiimwe, existen razones prácticas que explican por qué ha llevado tanto tiempo promocionar las ceremonias de circuncisión como atracción turística. "Nosotros estamos acostumbrados. Nacimos aquí, de manera que no lo vemos como algo turístico. No sé, es como para ti en California. ¿Qué sería algo en lo que no reparas porque forma parte de la cultura californiana?", comenta. "Por ejemplo. Un tipo que hace skateboard. ¡Exacto! Sería lo mismo".

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Otro de los aspectos a considerar es que las ceremonias solo se celebran cada dos años. Y habida cuenta de que el festival que inaugura la temporada Imbalu es, básicamente, un festival excepcional, el recinto cultural de Mutoto donde se celebra se queda vacío la mayor parte del tiempo, lo cual es un punto en contra para los turistas que quieren aventurarse por la zona de Mbale en busca de otras atracciones —como visitar los recintos donde se produce el café, las cataratas que manan a borbotones desde el monte Elgon, las corridas de toros que se celebran cada dos semanas en la aldea de Bulucheke, o la tribu de los Bayudaya, una pequeña tribu de indígenas que son judíos africanos.

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"Creemos que podríamos aderezar el festival con alguna otra actividad y con alguna otra experiencia más allá del ritual de la circuncisión, y ofrecer así a la gente una muy buena excursión por los confines de la Uganda Oriental", cuenta Asiimwe a VICE.

La junta de Turismo o bien tendrá que renunciar a su presupuesto o buscar a los inversores necesarios para construir un centro de atención turística. Y por mucho que a día de hoy el negocio esté lejos de ser boyante, Kirya, el propietario de Mbale Tours, sigue teniendo grandes esperanzas.

"La cosa todavía está baja", cuenta, "pero confiamos en que vaya hacia arriba".

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