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Nostalgia

Veinte años de la barrigona que no tenía sextillizos sino un montón de trapo

Por amor, en 1997 Liliana Cáceres fingió estar embarazada para que su novio no la dejara. Esta semana es el aniversario de los falsos sextillizos que engañaron a todo el país.
Imagen vía El Heraldo

Usted, seguro, andaba chupando leche o compota en los brazos de su mamá. El televisor estaba prendido, era de noche y, de fondo, sonaba la voz de Jorge Alfredo Vargas en el Noticiero de las 7 de Programar Televisión:

—Buenas noches, por primera vez en Colombia una madre está a punto de dar a luz a seis bebés al mismo tiempo —decía Vargas, sin pausas—. Pero el médico supone que pueden llegar a ser nueve bebés. La madre no aguanta el tamaño de su barriga, al punto de que tiene que dormir en silla mecedora.

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La colosal barriga de Liliana Cáceres, una adolescente barranquillera de dieciséis años, le había volado el cerebro al país. Nadie entendía cómo había ocurrido, cómo aguantaba una menor de edad de seis a nueve niños en su vientre y, conmocionados, nuestros papás esperaban el anuncio del parto. La foto fue un monumento nacional: Alejandro Ferrans, su novio, miraba sonriente a la cámara mientras acariciaba la barrigota de Liliana, quien reposaba dichosa sobre un sofá naranja.

Liliana no se dejaba tocar de nadie. Ni de su novio, ni de los médicos, ni de su familia. Cosa extraña, habrán pensado todos. Tanta panza y ni una ecografía, ni un examen médico. La periodista Lorayne Solano Naizzir, del diario El Heraldo, recordó el chismerío y el gigantesco despliegue que se armó por toda Barranquilla: la presión de los medios y los periodistas esperando afuera del Hospital Universitario, el desconcierto de la familia previo al “parto”, los médicos aturdidos por una mujer que no se dejaba tocar por ellos aunque tenía un cerro en la barriga. Hasta los comentarios en las esquinas sobre esa “embarazada que estaba a punto de parir a un poco de pelaos”.

Pero la panza y la mentira estallaron eventualmente. Tras una corredera de médicos, familiares y periodistas, alguien se dio cuenta: Liliana no tenía fetos adentro, sino un montón de trapos.

—A mí me llegó el chisme de que Alejandro me estaba poniendo los cachos con mi mejor amiga, Lorena. Yo no quería que él me dejara por ella —le contó Liliana luego al magazín Increíble pero cierto—. Ahí fue que se me ocurrió decirle que estaba embarazada. Pa’ que él no se fuera con ella.

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La “mentira por amor” de Barrigaetrapo, como la apodaron luego, se convirtió en la más macondiana de todas las noticias de su época. Me atrevería a decir que de nuestra historia reciente. Y macondiana no en vano: como le contó Liliana a Solano Naizzir, el mismísimo García Márquez la llamó cuando visitó Barranquilla para dictar un taller de crónica y “alabó la imaginación de Cáceres al punto de decir que la suya no era comparable con la de ella”.


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—Él me tomó unas fotos y me dijo que me iba a ayudar para que estudiara para ser actriz de televisión y después iba a escribir un libro sobre mí, pero eso nunca se dio —le narró la falsa embarazada a Solano—. Ahora siento nostalgia porque no pensé nunca encontrarme con alguien tan reconocido, y por una mentira tenerlo cerquita, por una mentira que yo quería que fuera verdad.

Lo sorprendente es que Cáceres haya aguantado la mentira tanto tiempo con éxito. Intuitivamente se iba llenando un enterizo negro con trapos, como si los seis bebés estuvieran creciendo de forma natural. No dejaba que nadie la tocara. Ya ni siquiera tenía sexo con Alejandro, la pareja amada por la cual ideó la mentira. La sacaron de la casa por haber “quedado embarazada”, se fue a vivir con los Ferrans, mojó prensa.

Todo para retener al “hombre de su vida”. Dimensionemos el nivel: fingir sextillizos por amor.

Hoy, veinte años después, Liliana tiene cuatro hijos (estos sí de verdad) y Alejandro no la quiere ni ver. Vive en Cartagena y ya pocos la reconocen, aun cuando recién publicado el desengaño —como contó ella en El Heraldo —, le tiraron agua de pescado y tuvo que esconderse en casas de familiares remotos para evitar el desprecio de la gente. También se supo después que en ese cuarto de hospital, cuando la confesión era inevitable, ella pensó hasta en saltar por una ventana, pero la detuvieron a tiempo.

Por fortuna: para que ella sepa lo mucho que hasta hoy sigue fascinándonos su meticulosa ficción. Porque en palabras de García Márquez mismo, acá los poetas “hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida”.

Y Barrigaetrapo es eso: la alegre maravilla de nuestros trópicos. Vean más detalles de la historia en el video de abajo. Y lean acá la crónica de reencuentro de El Heraldo con Liliana y Alejandro, en el aniversario número veinte del más célebre desengaño de nuestras tierras: "Era puro trapo".