Cuando el barrio te respalda: Una charla con Enjambre

Y es que tras comenzar a tocar en su natal Zacatecas a fines de los noventa, el combo se mudó a Estados Unidos para finalmente llegar a la periferia de la capital mexicana, justo a la colonia Santa Isabel Tola. Al aterrizar en Tolanco, como los Navejas apodan al barrio donde vieron llegar la fama, Enjambre contaba con un par de discos (Consuelo en domingo y El segundo es felino) y una reputación discreta. "Entonces sonaba mucho "Manía cardiaca" en la radio, en la estación Reactor [la estación decana en CDMX dedicada al rock]", acota Rafael; "como que el run run alrededor del grupo estaba fuerte, la gente hablaba de nosotros sin saber si éramos de Zacatecas o de Estados Unidos". Sin embargo, un concierto cambió el panorama para los de Fresnillo, una tocada que de alguna manera les daría el pase directo al Vive Latino. Rafael recuerda aquel día con la mira en las nubes y su índice rascando el cuero cabelludo: "Era el aniversario del FARO de Indios Verdes y tocamos ahí, en el barrio. Pero llegó tanta gente que hasta fue la policía. Esa vez nos dimos cuenta de que sí, ya jalábamos. A raíz de eso nos invitaron al Vive Latino. Fíjate, así, sin tener disquera ni nada".

Noisey: Antes de los autógrafos y los estadios llenos, ¿cómo vivían en Fresnillo?
Rafael: Fresnillo es una ciudad chica con costumbres de pueblo. Nos subíamos a un coche a dar la vuelta escuchando casetes de cabo a rabo, echando unas chelas. No había nada más qué hacer.

Luis: Así crecimos, dando el rol en coches con la música bien alta. En Fresnillo la mayoría jugaba futbol, pero a nosotros lo que nos gustaba era el rock and roll. Desde muy chavillos, Rafael y yo estuvimos en la rondalla de la escuela, él tocaba el tololoche y yo la guitarra; pero nos gustaba el grunge, el rock and roll de la época, y por eso empecé a escribir canciones. Formé una banda y de inmediato invité a Rafa. Pasábamos el tiempo con un grupo muy reducido de amigos, chavillos rocanroleros. Si alguien traía una chamarra chida, pues al ratito compartíamos la prenda. En algún momento todos usamos el mismo ropero.

Así que tras irse una temporada a Estados Unidos regresaron a México, a la capital, pero se instalaron en el mero barrio espeso.
Rafael: Sí. Estuvimos viviendo alrededor de dos años por el metro Indios Verdes. Nos fuimos ahí porque era para lo que nos alcanzaba, no había de otra, pero lo tomamos con optimismo. Ya nos habíamos presentado algunas veces en la capital, no éramos los provincianos de Zacatecas porque veníamos de California; y aunque agarramos el cambio con serenidad, hay que aceptar que mudarnos al DF fue otra cosa. No estábamos acostumbrados al ritmo de la capital.

Luis: Desde que llegamos, empezamos a cotorrear con la gente del barrio. Pronto ya nos conocían todos y había estima. Nos veían llegar y decían "ai vienen los norteños". Seguramente nos veíamos raros porque en esa época traíamos botas vaqueras y pantalones bien apretados, y como que la gente encontraba curioso que anduviéramos así. Una vez a Rafa lo asaltaron, iba saliendo de la tienda y le quitaron lo que traía, se bajaron de una moto y le robaron lo que compró, que, ¿qué sería?, ¿una caguama, a lo mucho? Pero la onda es que los de la esquina fueron a corretear a los rateros. El barrio salió a hacer el paro. Así sobrevivimos, haciendo lazos con la gente.

Días rudos esos para Enjambre, amontonados en un cuarto, buscando lugares para tocar.
Luis: Íbamos a tocar puertas, no sólo a estaciones de radio, sino a muchos sellos disqueros, independientes y trasnacionales. Traíamos como mil copias de nuestro último disco, pero nadie nos pelaba. Fue hasta la tocada que platicamos, en el FARO, que de pronto todos se interesaron por nosotros, incluso estaciones de radio y revistas.

Rafael: Vino lo del Vive Latino. Nos dieron un escenario pequeño a temprana hora, y aun así cayeron como 5 000 personas a vernos.

Luis: No Rafa, había como 10 000 escuchándonos.

Rafael: No, eso pasó en nuestro segundo Vive Latino, ¿no? Bueno, la cosa es que todo lo bueno ocurrió al mismo tiempo y supimos que algo grande se venía, por fin, después de aguantar que nos aventaran de todo. Una vez me arrojaron un caguama que por fortuna se estrelló antes de llegar a mí; sólo me abrí el brazo con un pedazo de vidrio.

Luis: Tocamos por todas partes, en barrios de todo tipo. Cierta vez a mí me aventaron un vaso de esos grandes de cheve, para caguamón, pero lleno de tierra. Me lo echaron en la cara. En la mera jetota me cayó. También recibí pedradas y lodo.

Sin embargo, no todo fue un asunto de justicia divina. Supongo que un manager estuvo ahí, moviendo ciertos hilos para que la situación cambiara de pronto.
Rafael: Es clave tener un buen manager. Los músicos no piensan igual que la gente de la industria discográfica. No es lo mismo crear una canción que venderla. Con los años se aprende, uno se malea en cuanto a negociaciones. Nosotros hemos logrado negociar buenos contratos discográficos defendiendo nuestra autonomía como creadores, la disquera ha tenido que entender esto. Pero no lo hubiéramos logrado sin un buen manager.

Luis: Yo agregaría la importancia del público en nuestro proceso de crecimiento. Venimos de estrenar Imperfecto extraño en el Teatro Metropolitan con dos conciertos consecutivos, pero antes ya llenamos el Auditorio Nacional y el Palacio de los Deportes. Para lograr esto ha sido determinante el público que se ha identificado con nuestras canciones. Cuando recién llegamos a la ciudad, pasábamos por los lugares que mencioné y de verdad pensábamos: qué padre sería tocar alguna vez ahí. Ahora creemos que todavía podemos mejorar mucho. Hay potencial en este grupo.

Rafael: Somos un diamante en bruto que hay que seguir lijando.

Luis: Aunque en este grupo algunos sean más brutos que diamantes.

Hablando de diamantes, ¿se creen rockstars?
Luis: Yo no creo en eso. El estereotipo del rockstar surgió gracias a los músicos que se compraban limusinas y terminaban casándose con teiboleras. Y eso pasaba cuando se vendían muchos discos. A nosotros nos tocó hacer música justamente cuando se dejaron de vender discos, de manera que yo no me siento una estrella. No soy superior a quienes van a verme tocar. Incluso puedo decir que seguramente no tengo más dinero que quienes están frente a mí cuando canto.

Bueno, Luis, eso muchos lectores no te lo van a creer.
Luis: Y está bien. A mí lo que me interesa es que crean en lo que estoy cantando, que crean en la música de Enjambre. Lo demás no me importa. No tengo ningún interés en farandulear. No me atraen los lujos. Francamente los de Enjambre somos gente de familia, personas que mantienen ese tipo de vida; aunque, claro, nos halaga firmar discos y que nos aplaudan con emoción, esa es una gran recompensa. Hasta el día de hoy nos ha funcionado trabajar a nuestra manera, y mientras podamos hacer la música que nos gusta tal como nos gusta, seguiremos, sin importar a cuál elite pertenezcamos.

Enjambre toca este fin de semana en Guadalajara y seguirán girando en territorio nacional para darle promoción a Imperfecto Extraño. Mantente al pendiente en su Facebook.

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