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una perfecta maquinaria

El infortunio de no ser Alemania

Eslovaquia tuvo el inconveniente de enfrentarse a Alemania. O el inconveniente de no ser Alemania

Eslovaquia tuvo el inconveniente de enfrentarse a Alemania. O el inconveniente de no ser Alemania. Todos los equipos que juegan al futbol que no son Alemania tienen el impedimento de no ser Alemania. La frase de Lineker, el lugar común, el futbol es un deporte en el que juegan once contra once y al final siempre gana Alemania. Ganó Alemania.

Pudieron ser más. Pero metieron tres y pasan —con la naturalidad de los ganadores, de los que juegan despacio, meticulosamente, y después hacen una serie fugaz de toques de primera intención con la que llevan el balón al área chica y gol— a cuatros de final, contra Italia o España. Probablemente ganará Alemania, pero la ciencia puede equivocarse. Los equipos que enfrenten a Alemania, desdichados, se romperán la cabeza para descifrar eso que tantos diarios han llamado "la perfecta maquinaria" o cosas del estilo. Lo que no se puede obviar: ¿cómo es que ganan con esa desaforada naturalidad? ¿Cómo es que domestican sus emociones y, aunque fallen un penal ocasional o sus jugadores no sean Messi, miren los noventa minutos de frente y tengan la certeza de que ganarán? Lo pregunto para un amigo cuyo uniforme solía ser tricolor y ahora es casi siempre negro —guiño, guiño—. Porque por fortuna tenemos a Alemania para que el futbol nos rompa la cabeza y nos aleje de la incertidumbre y el abismo. Adiós al arte de lo inesperado.