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Cultură

Arena para gato: Meow meow, mejor conocida como MCAT, parece MDMA, pero no lo es

Conozcan a la hermanita pequeña de las sales de baño.

Foto vía Wikimedia.

Empezó en mis extremidades y se abrió paso hasta mi tórax, entonces empezó el hormigueo. Estaba en Electric Zoo y me acababa de meter un molly. Me dolían los dientes de tanto sonreír. Tenía las encías hechas papilla. Mis huesos vibraban con el bajo.

Y de repente las cosas se tornaron extrañas.

Empecé a sentir ansiedad. Pensé. ¿Quizá necesito otro poco? Pero estaba demasiado paranoico para moverme. Mientras güeyes sudados y chicas ravers saltaban al ritmo de Above and Beyond, yo me encerré en mi caparazón. ¿Qué es esta mierda? No tenía esa sensación cálida que acompaña al MDMA. No quería que me tocaran. Me sentía atrapado en una bolsa, viendo cómo todo sucedía fuera de mí, mareado por el aire reciclado.

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Más tarde descubrí que ese MDMA era en realidad una droga llamada mefedrona, también conocida como MCAT o meow meow. Parece MDMA, pero es catinona, un compuesto de la planta khat (o qat), un planta seminarcótica utilizada en el Cuerno de África y la Península Arábica como lubricante social. Pero el concentrado de catinona puede estimular un viaje. La síntesis de mefedrona se reportó por primera vez en 1929, pero la droga resurgió en 2003, cuando un químico underground la promocionó en una página de narcóticos llamada Hive.

Es parte de la familia de las “sales de baño” con la MDPV y la metilona, y quedó bajo el radar de la DEA en octubre de 2011. Es una de las llamadas drogas de diseño, lo que quiere decir que se produce en masa en China cual bolsas pirata. En dos años, será cosa del pasado.

Craig Motbey es investigador y estudiante de doctorado en psicofarmacología en la Universidad de Sydney, y ha realizado experimentos en ratas para estudiar la naturaleza adictiva y los riesgos potenciales de la mefedrona.

Motbey me explicó que la popularidad de la droga en el Reino Unido se debía a la intervención del gobierno contra el mercado de la cocaína y el éxtasis. De repente, este polvo estaba en todos lados, y era legal. Para algunos, la mefedrona es lo mejor de ambos mundos. Es la intensidad de la coca, mezclada con la empatía incondicional del éxtasis.

“Era muy difícil conseguir cocaína y MDMA, eran muy caras, y la calidad era deplorable”, dice Motbey. “Así que podías pagar mucho dinero por un poco de éxtasis de mala calidad, o pagar mucho menos por mefedrona de primera”.

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En Nueva York, la gente consume molly como si fueran Altoids. Pero cuando las reservas se agotan, algunos dealers la remplazan con mefedrona y esperan que nadie se de cuenta. Eso fue justo lo que hizo Mo Napoli*.

Napoli tiene un trabajo de 9 a 5. Pero no hace mucho, vendía drogas para ganar un extra. Descubrió la mefedrona hace tres años en casa de un amigo, cuando le propusieron que ayudara a venderla. Napoli tuvo sus dudas al principio, hasta que vio a sus amigo en acción con la droga.

“Veo a estas personas, y pienso en lo estúpidamente ricos que vamos a ser”, me dijo.

Napoli, junto con otros cinco dealers, empezó a comprar y vender mefedrona. Ya que la droga se parece tanto al MDMA, decidieron etiquetarla como tal, para venderla por el triple de su valor en el mercado.

“La gente la ama, así que seguiré diciéndoles que es molly porque no saben distinguir”, me dijo. “Fue de la noche a la mañana. Un día no tenía dinero, y al siguiente tenía tanto que no sabía que hacer con él”.

Mientras sus amigos se encargaban de hacer los pedidos y enviar el dinero a China, Napoli era el responsable de distribuirla en la ciudad.

“Dependiendo de cuanta compres, te puede costar hasta tres dólares el gramo, y yo la vendía por cien dólares el gramo. Me estaba haciendo rico”.

Las páginas de internet describen a la mefedrona como un suplemento para plantas. Pero seamos realistas, la mefedrona no es un fertilizante. Se etiqueta como alimento para plantas y no para consumo humano para evadir las regulaciones. Motbey dice que esto podría ser en referencia a un estudio fallido realizado en Israel hace varios años en el que se intentó usar mefedrona como insecticida.

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Napoli y sus muchachos recibían sacos desde China, etiquetados como detergente o sulfato de potasio cada dos semanas. Este ciclo continuó hasta que la mefedrona fue clasificada como una droga Clase 1 en 2011.

La orden final de la DEA sobre las sales de baño decía lo siguiente: “En un punto de entrada a Estados Unidos, el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de EU (CBP) encontró al menos 127 cargamentos de mefedrona, metilona, y MDPV, así como otras catinonas sintéticas como 4-MEC, butilona, fluorometacatinona, y dimetilcatinona”.

Así que aunque muchas personas en EU no saben todavía sobre la droga, suficientes personas la conocían para llamar la atención de la DEA.

Napoli me dijo que hoy en día en Nueva York, la MDMA es ya casi obsoleta y está siendo remplazada por su gemela de diseñador.

“¿Por qué compraría MDMA, si puedo hacer una llamada a China y ordenar meow meow por una fracción del precio, y luego venderla por la misma cantidad de dinero?”

Los estudios de Motbey muestran que la mefedrona daña la memoria a largo plazo más que la MDMA, y que es más adictiva, lo cual puede llevar a un mayor número de dosis por noche y elevar el riesgo de muerte por sobredosis; creo que eso explico mi comportamiento en el Electric Zoo.

En 2012, InTech, una revista científica, publicó un reporte en el que citaba todas las muertes relacionadas con mefedrona en el Reino Unido hasta el momento. Según el Programa Nacional de Decesos por Abuso de Sustancias (np-SAD) 125 de los incidentes estaban, supuestamente, relacionados con mefedrona, y según los resultados postmórtem, 87 tenían mefedrona en sus sistemas.

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Motbey mencionó que sus propia investigación confirmaba un estudio realizado en el University College de Londres. El estudio encontró que aquellas personas que consumían mefedrona de manera regular tenían un desempeño muy inferior al de aquellos que no la consumían en diferentes pruebas de memoria. Motbey realizó prueba con ratas de laboratorio y encontró que las ratas con mefedrona tenían más problemas para reconocer objetos, algo para lo que son naturalmente buena.

Además de una pérdida de memoria a largo plazo, los posibles efectos negativos de la mefedrona son: paranoia, nauseas, alucinaciones y convulsiones.

Napoli no creía en estos efectos secundarios. Su alta tolerancia para las drogas lo mantenía tranquilo, hasta que decidió meterse un gramo en una fiesta (diez veces la dosis promedio).

“Nos metimos la primera. Un viaje de fantasía, me sentía mejor que nunca, ¡la mejor aventura de mi vida!” me dijo. “Después la fiesta empezó a decaer y el efecto de las drogas a desvanecerse, así que pienso, ‘¡Hora de meterse otra!’ Y lo hice, estúpidamente”.

Napoli salió de la fiesta y se dirigió a Times Square. Mientras caminaba por ahí, sus ojos empezaron a entrar y salir de foco.

“¿Ubicas ese punto cuando los átomos están súper excitados, a tal grado que permanecen virtualmente en el mismo lugar porque se mueven tan rápido? Así me sentía. No podía usar los dedos. No tenía habilidad motriz. Tenía diez millones de cosas en mis manos. No podía guardar cosas en mis bolsillos”, me dijo. “Nunca me había sentido así en toda mi vida”.

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Este resultado no es de sorprender. Motbey explica que la mefedrona libera una explosión de serotonina y dopamina. La liberación de serotonina activa una fuerte, pero intermitente sensación de euforia, y la dopamina está vinculada con la naturaleza adictiva de la droga. Esa noche, el cerebro de Napoli estaba sobreexcitado. Una mujer lo vio “batallando” y lo ayudó a llegar a casa de un amigo, donde durmió hasta el día siguiente. Dice que nunca volverá a subestimar esta droga.

Hace algunos meses, era posible recoger un bolsita en la tienda más cercana, pero ahora es más difícil. Los dealers todavía usan página de “alimento para plantas” y han aprendido a borrar su rastro. En Nueva York, dependiendo de tu historial y sin importar la cantidad, ser agarrado con mefedrona puede resultar en cargos por posesión criminal de una sustancia controlada en el séptimo grado, una falta castigable con hasta un año en prisión.

En mayo, la DEA publicó un reporte que dice: “sustancias identificadas en laboratorios forenses como mefedrona pasaron de diez reportes en 2009 a 336 en 2011, para luego caer a 60 en 2012. Los oficiales han encontrado mefedrona en 36 estados desde 2009”.

Motbey está seguro que, incluso si la fuente de mefedrona desapareciera mañana, la gente no tardaría en encontrar la siguiente droga. Para él, el problema no es tanto la mefedrona, sino el sistema en sí.

“Prohíbes una droga y aparece la siguiente, después prohíbes esa y llega una nueva, y la siguiente, y otra. Al hacerlo mantienen a los consumidores un paso delante de la investigación”, dice Motbey. “Es cuestión de tiempo antes de que nos encontremos con algo increíblemente tóxico que dañe a un buen número de personas, antes de que sepamos lo que está ocurriendo”.

Napoli, ya dejó su etapa de dealer atrás y está contento con su nueva vida. En cuando al destino de meow meow, no esperen ver una sequía en un futuro próximo. A esta droga todavía le quedan unas cuantas vidas.