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Diez preguntas que siempre has querido hacer a un paseador de perros

¿Cómo se llevan con los animalistas y qué de cierto hay en lo que dicen acerca de los paseadores y la marihuana?

¿Recordáis esa época en la que todo era más sencillo y la gente tenía tiempo para pasear a sus mascotas? Porque yo no.

Desde hace seis meses, Andrés Medina renunció a su trabajo como adiestrador de perros para abrirse su propio camino en la industria del cuidado canino desde abajo, desde la posición de paseador de perros.

Pero ¿puede vivir una persona de salir al parque con un rollo de bolsas? ¿Qué opina un profesional sobre los chalecos de felpa para caniches? ¿Cómo se llevan con los animalistas? Y ¿qué pasa cuando lo sencillo se complica y un perro se pierde?

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Esta mañana, Andrés interrumpió uno de sus paseos grupales por el parque del Virrey para contestar las diez preguntas que siempre quise hacerle a uno de estos freelancers de exteriores.

VICE: Este trabajo parece muy agradable. ¿Da para vivir?
Andrés Medina: Si uno es disciplinado y presta un buen servicio, claro que sí: esto da un ingreso bueno y estable.

¿Cuáles son tus tarifas?
[Risas] La verdad es que yo no divulgo mis tarifas porque ahora hay mucha competencia y siempre hay gente que rebaja aún más los precios. Pero puedo decirte que no son fijas. Yo primero concierto una cita para conocer al perro y dependiendo de la edad, de la raza y del comportamiento, decido cuánto cobro. Cobro más por pasear a un pitbull adulto que a un cachorro de labrador.

¿Dirías que los perros se parecen a sus dueños?
Eso es verdad, se parecen mucho. Adquieren hábitos y comportamientos. No necesariamente adoptan la personalidad de su amo, pero sí lo imitan. Yo me he dado cuenta, por ejemplo, de que los perros hiperactivos suelen tener dueños que son así, como agitados.

¿Cuál es tu raza preferida?
Los border collies son perros geniales. Son los más inteligentes, aunque necesitan entrenamiento y ejercicio. Los pitbulls, también: son perros muy centrados e inteligentes, pero hay que saberlos criar desde pequeños. ¿Sabe qué perro me gusta mucho? El french poodle. Ese es un perro que aprende rapidísimo. Lo que pasa es que aquí esa raza se asocia a señoritos.

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¿Y la que menos te gusta?
No me gusta mucho trabajar con perros pequeños, como los pinscher, chichuahuas y razas de ese estilo. Lo que pasa con esas razas es que al ser muy pequeñas los dueños tienden a sobreprotegerlos, a cogerlos en brazos cada vez que se les acerca un perro y terminan por volverlos malcriados y problemáticos.

¿Alguna vez te ha superado el tamaño de un perro?
Sí y fue precisamente uno pequeño, un yorki que se llamaba Milo. Ese perro no corría detrás de la pelota, sino detrás de los demás a morderlos. Me esforcé mucho por educarlo pero el perro no cambiaba y me di cuenta de que era porque la dueña lo seguía tratando como a un niño; al final me negué a seguir paseándolo. Me he dado cuenta de que los problemas de los perros son solo un 10 por ciento del perro; el otro 90 es del dueño.

Entonces, ¿qué consejo darías a los dueños?
Yo creo que el error que más cometen los dueños hoy en día, sobre todo los de estratos altos como en este barrio, es el de humanizar a los perros. Es fácil reflejar lo que uno piensa y uno siente en su perro, pero eso es un error, ellos son animales y tratarlos como humanos también es maltrato.

¿Qué piensas de la ropa para perros?
A eso me refiero. Mira este perro: lo ves y piensas que está todo sucio. ¿Pero crees que a él le importa, que tiene frío o siente vergüenza? Para nada, él está contento y si ve otro charco, volverá a meterse. Claro que me han tocado clientes que me los entregan con una chaqueta y unas botitas y me dicen que no se los quite. Se les respeta, pero eso no es necesario. Eso es puro marketing, este mercado de las mascotas está creciendo mucho. Si los perros necesitaran ropa, no nacerían con tanto pelo.

¿Cómo es tu relación con los animalistas?
Esa es una de las cosas difíciles de trabajar en la calle: a veces la gente me llama la atención porque me han visto tirar con fuerza de la correa del perro u obligarlo a tumbarse y creen que eso ya es maltrato. A esa gente le pasa lo mismo, humanizan a los animales. Son lo que yo llamo animalistas ignorantes.

¿Qué pasa si se te pierde un perro?
A mí la persona que me enseñó esto me dijo que lo único que se puede hacer en un caso así es ir con la verdad por delante y eso es lo que he hecho: dar la cara y decir que se me perdió el perro. Con mis clientes tengo un acuerdo verbal y no me hago jurídica ni económicamente responsable por la pérdida de un perro. En mi experiencia, la gente tampoco espera que le pagues el perro, simplemente quieren que lo encuentres y se lo devuelvas.

¿Qué hay de cierto en el cliché del paseador que está todo el tiempo fumado?
Sí, hay muchos. Este es un trabajo que aparentemente puede hacer cualquiera, por lo que mucha gente se da cuenta de que puede ganarse un dinero fácil. Aquí en Bogotá cualquiera coge un perro, incluso hay una aplicación que es como un Uber para paseadores. Yo por aquí veo varios que pasan con los perros y el porro. No hay nada malo en ello, pero terminan dañando la imagen de este trabajo.

¿Cuál es la mayor cantidad de perros que has llevado en una mano?
En casos de urgencia he llegado a llevar ocho en una mano, pero no me gusta. Lo recomendable es máximo 5 o 6 por mano. Claro que he visto a gente llevar hasta 12 perros, pero no me parece bien. Es querer abarcar demasiado.