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Música

¿La industria musical se está convirtiendo en un hobby para las clases sociales altas?

Investigamos el declive de los músicos pertenecientes a la clase trabajadora.

Este artículo apareció originalmente en i-D Australia.

En términos de riñas musicales, la discusión del mes pasado entre el cantante educado de manera privada James Blunt y el secretario de cultura subterránea educado de manera privada, Chris Bryant, apenas y se compara con la de 2Pac vs. Biggie Smalls.

"Estoy encantado porque Eddie Redmayne ganó [el Globo de Oro por mejor actor]", Bryant le dijo a the Guardian en un punto más abierto respecto a si la gente en el mundo de las artes también es muy fresa, "pero no podemos tener una cultura dominada por Eddie Redmayne y James Blunt y su clase".

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Aunque fue mencionado brevemente, para Blunt, la implicación fue clara: su éxito era un resultado no merecido de los privilegios y favores no disponibles para aquellos provenientes de una posición social menos privilegiada.

"Estúpido clasista", respondió, en una carta abierta hacia el mismo periódico (las cartas abiertas, en posición al fuego abierto, son el arma por elección en este argumento en particular). "Resulta que yo estudié en un internado. Nadie en el internado me ayudó a entrar a la industria de la música. Nadie en la escuela tenía NINGÚN conocimiento o contacto en la industria de la música y se esperaba que me convirtiera en un soldado, abogado o tal vez un corredor de bolsa".

Sin embargo, Bryant nunca sugirió que Blunt no hubiera trabajado duro para tener esa carrera. Al contrario, no vendes 11 millones de copias de tu álbum debut sin un montón de trabajo. Si a caso, estaba confrontando un punto más sistémico; uno en el que un número desproporcionado de músicos destacados provienen de un 7% de la población quienes tienen la fortuna de recibir educación privada.

Para los músicos, eso significa una búsqueda de lo que amas durante más tiempo sin paga, y eso puede hacer o deshacer, la diferencia entre el éxito y fracaso. Y para el secretario de cultura subterránea laborista, el indicar que la excepciones a esta regla han sido pocas y distanciadas, difícilmente es motivado por la envidia, sólo es declarar lo que sabemos que es verdad: que la música ha sido incrementadamente dominada por aquellos libres de la presión de tener que trabajar para subsistir.

Y esto no sólo afecta a la música. En un reporte con becarios sin paga realizado por Lindsey Macmillan del Instituto de Educación encontró que en 1990, los periodistas provenían de familias únicamente 6% más ricas que el promedio. Hoy en día, son de familias con un ingreso mayor en un 42%. Al excluir a aquellos cuyos padres no pueden pagar una renta en Londres mientras van de una práctica no pagada al a otra, estamos alejando a toda una voz fuera de nuestros medios, y, con eso, dictando el tipo de historias que están siendo escritas.

Tomemos el caso de la prensa musical acosando a Tom Clarke, el vocalista principal de The Enemy, una banda de Coventry. En septiembre del año pasado, Clarke anunció que dejaría Twitter luego de una serie de ataques incrementadamente personales sobre su altura y apariencia. No sólo los ataques expusieron la falta de responsabilidad dentro del periodismo musical, también demostraron el miedo de las clases trabajadoras, uno que utiliza el ridículo como una cortina de humo para el odio de clases.

"Clarke ha estado caminando con sus patas traseras desde aproximadamente 1991" se mofó The Quietus. Una "rata callejera llorona" ofreció NME. "Como un galardón a la poesía para gente con dificultades de aprendizaje", describió Drowned In Sound, quienes en el mismo artículo sugirieron que Clarke podría regresar a trabajar en el piso de alguna tienda en el futuro próximo.

"Esta es 'la gente' Tom Clarke representa", continuaba. "El tipo que cree que poseer una copia de Moseley Shoals combinada con un corte estilo los Beatles les da el derecho de comprar guitarras, llamarse a sí mismos músicos y formar bandas".