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equitación

El centauro chileno

En Chile, la dupla de Larraguibel como jinete y el caballo "Huaso" batieron el récord mundial de salto en altura en 1949. El record sigue sin ser roto.

Hacia fines de los años 40, mientras el deporte profesional se transformaba en una masiva droga consumida a nivel mundial a través de los medios de comunicación, en Chile —que por entonces no superaba los 7 millones de habitantes. No había un solo hito deportivo del cual sus ciudadanos pudiesen enorgullecerse. Ninguna historia heroica que hiciera al ego navegar dichoso por las aguas del delirio nacionalista. En este contexto fue que se construyó el mito del Capitán Alberto Larraguibel y su caballo "Huaso", que se convertirían en la primera gran gloria deportiva chilena.

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Para entender esta historia necesariamente debemos partir por su mística conexión con la experiencia del Centauro Quirón, maestro del héroe de los mitos de la antigua Grecia, el eterno Aquiles. De mirada compasiva y profunda sensibilidad en la música, el arte y la moral, Quirón provocaba que Aquiles se sintiese el más afortunado de los alumnos. Su maestro era una elegía a la belleza, una hermosura integral y absoluta. No solamente por su inteligencia, sino por la oda que su cuerpo era a la bestia que todo Ser Humano lleva adentro. Mitad caballo y mitad hombre, Quirón era el Centauro excepcional, aquel que había salido del salvajismo de sus pares para alcanzar el equilibrio absoluto, la plena unión entre la razón y el instinto, la prueba de que la alianza equino-homínida llevaría la experiencia de ambas bestias a impensadas dimensiones.

La figura del Centauro tendría un rol protagónico en la Conquista de América y se haría real en la creencia de los aterrorizados indígenas nativos de que un monstruoso ser mitad hombre, mitad caballo, asolaba sus tierras sagradas. Siglos después, los ejércitos del mundo mantenían a su cuadrúpedo aliado como parte de la tradición castrense. El Ejército de Chile no era excepción y contaba con una surtida gama de bestias a las que utilizaban para los deportes ecuestres. Entre ellas se encontraba "Faithful", hijo del potro Henry Lee y de la yegua Trémula, que fue criado especialmente para ser un atleta de excepción. Sumido en su entrenamiento, el animal buscaba instintivamente complacer a los seres que le habían robado el destino, así como a entender sus crípticas instrucciones, pronunciadas en un lenguaje desconocido.

Un incidente llevó a "Faithful" a los confines del umbral del dolor cuando un hierro perforó sus cuartos traseros, dejándolo al borde de la muerte. Fue la mano sanadora del Capitán Gastón Galleguillos, veterinario de las fuerzas armadas, la que lo salvó. ¿Cómo satisfacer a los humanos? ¿Por qué transformar la naturaleza en un absurdo sistema de reglas y símbolos? La castaña crin de "Faithful" brillaba con los rayos de sol mientras era mortificado por la cicatrización de su herida, cuando sintió por primera vez la inconfundible caricia del Capitán Alberto Larraguibel.

Fue entonces cuando "Faithful" se transformó en "Huaso" por obra de su nuevo compañero y el espíritu chilenizador de la época. El solo contacto de la palma del Capitán Larraguibel con la bestia, hizo que ambos seres se divorciaran de su realidad anterior —forzada, fútil, incompleta y segmentada— para fundirse en un abrazo de conciencia. Los años de desgarramiento, desarraigo, y angustia, habían sido fulminados por el mero contacto. Vinieron años de simbiosis, un maravilloso acoplamiento, pulir los conductos, afinar las conexiones y sobre todo: elevarse, volar, y en las alturas tender al uno todo heracliteano, para que sus patas traseras, o su vientre, no rozaran las varas.

El 5 de febrero de 1949, Larraguibel y "Huaso" devinieron en el primer centauro chileno, batiendo el récord mundial de salto en altura, elevándose en su tercer intento a 2.47 metros, marca que se mantiene inquebrantable hasta nuestros tiempos. A las 18:04, en las canchas del Regimiento de Caballería No- 4 "Coraceros" cobró vida Quirón hasta que el destino los volvió a separar. Helsinki 1952 no pudo ser. Los años, las lesiones. Ninguna carga humana volvió a asentarse en el lomo de "Huaso": tal fue su premio. Por su parte, el Capitán Larraguibel se retiraría del servicio en 1979 y sería recordado eternamente por su hazaña, logrando sortear incluso que su gloriosa memoria fuese tocada por las funestas sombras que mancharon al Ejército de Chile gracias a la Dictadura que impuso en el país su comandante en jefe, Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990. Así, el vuelo del centauro chileno ha permanecido incólume a los embates del tiempo, impermeable a los asuntos del hombre y a la pulsión vital de los animales, todavía suspendido en la memoria de los pueblos.