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Por qué Iron Maiden sigue rifando y el heavy metal nunca morirá

La banda está próxima a lanzar su primer álbum doble, y estamos muy pinche emocionados.

Este artículo fue publicado originalmente en Noisey, nuestra plataforma de música.

Iron Maiden lanzó un comunicado hace unos días que ha provocado una actividad febril en el mundo del metal en internet. Los dioses del heavy metal británico no solo van a publicar un nuevo álbum este año (el 4 de septiembre, para ser exactos) sino que marcarán otro hito en su extensa y variopinta carrera con la publicación de su primer álbum doble grabado en estudio. Los 92 minutos del The Book of Souls incluirán 11 canciones nuevas, incluido un tema final épico de 18 minutos titulado "Empire of the Clouds", que pone el broche final al álbum.

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Esto es mucho Maiden y los fans están como locos. Desde que su icónico vocalista, Bruce Dickinson, anunciara este año que iba a someterse a un tratamiento para el cáncer, el futuro de la banda parecía pender de un hilo, pero esta nueva noticia deja claro que no es tan fácil derribar a Bruce. Sus médicos lo dieron de alta y, según la página oficial de la banda, "debido a la enfermedad de Bruce, el grupo ha tenido que posponer los planes de gira pero prometen volver a la carretera a principios del año que viene, para que Bruce pueda recuperarse del todo físicamente y estar listo para los rigores de las actuaciones en vivo de Maiden".


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El anuncio del nuevo álbum hizo un eco importante entre sus fans por todo el mundo. Mientras que las noticias sobre publicaciones de discos nuevos de veteranos reconocidos como Black Sabbath, Slayer o King Diamond suscitan habitualmente cierta inquietud entre sus fans, que ya han perdido la fe (o han aceptado el hecho de que algunas bandas simplemente no dan más de sí), hay algo realmente alentador en el sobrecogedor entusiasmo con el que se ha recibido la noticia de este nuevo álbum. Es casi sorprendente, además, teniendo en cuenta que el primer disco de Iron Maiden salió en 1980, hace nada menos que 35 años; sus miembros pasaron ya hace tiempo la mediana edad y este último esfuerzo será el décimo sexto álbum de estudio de la banda. Ya no van a traspasar límites (a ver, joder, para empezar ellos fueron los que establecieron las reglas); no son extremistas, ni nihilistas, ni brutales, y definitivamente no son un grupo "de moda" (da igual cuántas veces veamos a Miley Cyrus con sus camisetas). Tocan el mismo tipo de música que han tocado siempre y, exceptuando la ausencia de Bruce Dickinson de 1993 a 1999 y las idas y venidas de los guitarristas Adrian Smith y Janick Gers, han mantenido una línea bastante estable desde los ochenta. De manera que, ¿por qué está la gente tan entusiasmada con este nuevo disco? ¿Por qué les sigue importando?

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Porque son los putos Iron Maiden. Por eso.

En pocas palabras, Iron Maiden es la onda. Es una de las bandas originales de heavy metal y sin duda sigue siendo una de las mejores. Fueron la luz que guió la nueva ola del heavy metal británico que llevó las galopantes guitarras y vigorosos gemidos hasta los oídos de tantos chicos perdidos y encabronados por todo el mundo; una banda de heavy metal inteligente que acribilla sus enardecedoras epopeyas con letras altamente sofisticadas y una grandilocuente teatralidad; tienen el acto en vivo más cabrón que verás en tu vida y la mascota más chula del mundo, Eddie. Siempre han sido increíbles y su repertorio es enormemente rico, variado y francamente atemporal. Incluso sus últimos discos, más deslucidos, conservaban la ambición y la energía que hicieron tan contundentes sus primeros clásicos y no hay motivo alguno por el que The Book of Souls no vaya a ser bien recibido. ¿Estará a la altura de The Number of the Beast o Powerslave? Quizá no, pero seguirá siendo bueno, porque Iron Maiden no es el tipo de grupo que se permitiría publicar nada que no fuera un esfuerzo notable —y un esfuerzo notable de Iron Maiden sigue estando a años luz de lo que cualquier banda joven pueda aspirar a tocar en sus mejores días—.

El heavy metal aún da muchísima importancia a su pasado, en parte porque el género es relativamente joven. No es como el blues o la música electrónica o incluso el rock'n'roll, cuyas historias se han convertido justo en eso: historia. Las primeras bandas de metal están todavía en activo, todavía vivas y Black Sabbath —reconocida mundialmente como la primera banda de heavy metal de la historia— ha estado de gira recientemente y está preparando un nuevo álbum. Nuestra historia aún se sube a los escenarios y agarra el micrófono cada noche. La vieja guardia aún se mantiene en pie, incluso cuando los estragos del tiempo empiezan a pasar factura. Ya van apareciendo las primeras grietas en las armaduras de nuestros dioses de la guerra y su delicada mortalidad empieza a ser más un hecho que una idea. Ya nos han rondado los fantasmas de los héroes que cayeron demasiado pronto, como Ronnie James Dio, Cliff Burton, Jeff Hanneman, o Darrell "Dimebag" Abbott, y esta no es una tendencia que parezca calmarse.

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Si contamos desde los primeros sonidos de Black Sabbath en 1968, el heavy metal cumplió 47 años en 2015. Tomando en cuenta que la mayoría fundaron las bandas siendo aún adolescentes o adultos jóvenes —Tony Iommi tenía 20 años en 1968— no es muy sorprendente que estos últimos años haya habido un aumento de noticias en la prensa sobre los problemas médicos que aquejan a los mayores de nuestros grandes hombres. La sirena antiaérea de los Judas Priest, su vocalista Rob Halford, ha sido sometido a varias intervenciones quirúrgicas de espalda y de cadera. Motorhead ha tenido que cancelar varias fechas debido a que los problemas de salud de Lemmy persisten. Iommi, el hombre de hierro por excelencia, tuvo que abandonar los escenarios cuando le diagnosticaron un linfoma no Hodgkin en 2012 y, aunque por ahora ha vuelto a reincorporarse a la acción, su pronóstico no es tan halagüeño como nos gustaría. En 2011, King Diamond se sometió a un triple bypass de corazón tras una serie de graves infartos; ya está en buena forma otra vez pero estas y otras historias ponen de manifiesto la cruda realidad de que nuestros ídolos se están haciendo mayores. A pesar del desgarro, poder y pura fuerza que es el heavy metal, estos hombre son de carne y hueso, no de acero y, mientras más les fallan sus cuerpos, más nos aferramos a su leyenda. Han dedicado literalmente sus vidas al heavy metal, y algún día tendrán que dejarnos.

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Será triste, y les lloraremos, pero ¿saben qué vivirá para siempre? "Run to the Hills" vivirá para siempre. "Sweet Leaf", y "Raining Blood", y "Rainbow in the Dark", y "Cemetery Gates", y tantas, tantas otras que jamás serán olvidadas. Un clásico es un clásico, ya se oiga por primera o por cincomilésima vez. Iron Maiden nunca morirá, como tampoco lo hará el heavy metal así que, que venga el nuevo álbum. Que venga la nueva gira. Que venga el nuevo diseño de la camiseta de Eddie, y los nuevos videos, y más fotos de Bruce pilotando su puta avioneta. Que venga el metal.

Up the irons hoy, mañana y hasta que resuene la última nota.