Así es el turismo en los campos de concentración

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Así es el turismo en los campos de concentración

El fotógrafo Roger Cremers retrata cómo ha cambiado la forma en que la gente lidia con una guerra que acabó hace 70 años.

Cuando el fotógrafo holandés Roger Cremers estaba visitando Auschwitz en 2002, un turista americano llamó su atención. El tipo estaba plantado al lado de las incineradoras luciendo una camiseta con el mensaje: 'Sonríe, es una orden'. Cremers no pudo resistirse y le tomó una foto, pero decidió no publicarla. "En Ámsterdam puedes llevar una camiseta así en un bar, pero no en Auschwitz", explica el fotógrafo. Su nueva exposición, World War Two Today, fue inaugurada el 22 de abril en el Museo de la Resistencia Holandesa en Ámsterdam, y repasa, a través de una selección de fotos, las diferentes formas en que lidia hoy la gente con la Segunda Guerra Mundial.

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Cremers empezó a fotografiar a turistas en Auschwitz en 2008 y su serie fue premiada con el World Press Photo Award, aunque también dio pie a un acalorado debate. "Aunque haya gente que crea que la ironía no se puede mezclar con Auschwitz, es mi lenguaje visual. Creo que la ironía puede llevar a la reflexión. Además, en mi trabajo me limito a proyectar la ironía sobre los visitantes", explica Cremers.

Las fotos son una prueba de cómo el turismo de masas suele chocar de forma extraña con el pasado. Por ejemplo, si llega demasiada gente a Auschwitz, a algunos de estos grupos de turistas los envían en bus a Birkenau. ¿Te suena familiar? "Hay muchos paralelos de este tipo", dice Cremers.

Cuando Cremers empezó a fotografiar turistas en lugares como Auschwitz supo inmediatamente que había encontrado un campo que explorar . "Supe que había creado algo insólito y también sospechaba que generaría algún tipo de debate, pero sobre todo lo vi como una oportunidad para llegar al corazón de la historia. Además, nada iba a impedir que dejara de tomar fotos".

Desde que empezó a trabajar en esta serie, el fotógrafo ha estado buscando lugares donde la guerra todavía se sienta y esté presente. En sus diversos viajes por Europa ha documentado las aventuras y experiencias de grupos de turistas, supervivientes y sus familiares y aquellos a los que les gusta recrear la guerra.

Cremers seleccionó 52 de sus fotografías para la exposición, imágenes que son fascinantes porque nos muestran de algún modo el cambio de paradigma que se está dando. A medida que vamos dejando la guerra atrás, desarrollamos nuevas formas de contextualizar los eventos del pasado y de hacerlos encajar en el presente. Una superviviente de Auschwitz que le muestra su tatuaje del campo a un grupo de estudiantes americanos representa este giro, también lo hacen dos hombres húngaros que van a visitar Auschwitz vestidos con una sudadera de color rojo intenso.

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La ironía es palpable, por ejemplo, la foto de la guía turística en Auschwitz casi marchando con el paraguas en alto para dirigir a su grupo en la dirección adecuada, o la del chico que limpia las lápidas en un cementerio de guerra (abajo) luciendo una camiseta con una calavera.

Cremers también confiesa que muchas de las fotos le dan escalofríos. Quedó petrificado en un bosque cerca del campo de exterminación de Uckermark cuando vio una figura con forma humana de alambre sentada contra un árbol: no sabía si se trataba de uno de los diversos homenajes a las miles de mujeres sin nombre y sin rostro que fueron exterminadas en este campo.

También sintió escalofríos cuando visitó las excavaciones del campo de Sobibor. "En 2011 los arqueólogos empezaron a buscar los cimientos del campo. No estaba permitido tomar fotos, pero uno de los trabajadores me mostró algunas de las cosas que desenterraron. Antes de saberlo tenía en las manos una pequeña bolsa de plástico llena de anillos de boda con nombres holandeses inscritos en ellos. Literalmente, tenía entre las manos un pedazo de historia que había estado enterrado durante 70 años, fue increíblemente triste y aterrador".

A Cremers tampoco le quedó ninguna duda de lo maleducados que pueden llegar a ser algunos turistas. Un ejemplo de esto son los hombres que mean en público en Auschwitz y que desafortunadamente no pudo retratar. "Me es imposible a veces tomar fotos de todo lo que pasa. Trabajo sólo con una cámara analógica, así que sólo puedo tomar fotos cuando el sujeto se encuentra a 3 metros de distancia. Tendrían que haber bebido mucho para que pudiera acercarme a ellos a tiempo. Sería mucho más fácil si uno de esos hombres estuviera cagando detrás de los búnkeres de Hitler".

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"Tengo una cámara Rolleiflex vieja, parece casi una antigüedad, así que la gente no me ve como una amenaza. Puedo acercarme mucho a mis sujetos sin que se den cuenta".

A pesar de esto, Cremers tuvo que escapar una vez de un grupo de neonazis: "Durante la colocación de una corona en una pequeña iglesia en Austria había unos viejos veteranos que no se portaron del todo bien durante la guerra. Estaban acompañados de un grupo de jóvenes con la cabeza rapada, gafas de sol, chaquetas bomber y botas militares negras. No les hizo ninguna gracia que yo estuviera por allí, pues sabían que no era uno de ellos. De repente uno empezó a empujarme contra una pared mientras el resto me rodeaba. Querían golpearme y me cagué del susto".

Ysselstijn, Países Bajos 2011. Estudiantes holandeses limpian las lápidas en un cementerio de guerra para soldados alemanes.

Logró escapar en una van de prensa y el grupo de neonazis lo persiguió. "Tuvimos que meter todo en la van, pisar el acelerador y salir a toda mierda". A pesar del mal momento que pasó, Cremers sigue lamentándose de no haber podido tomarles una foto. "Quiero documentar las formas en que la Segunda Guerra Mundial se encuentra presente hoy y los neonazis también son parte de ello".

Cremers también fotografía a gente que recrea eventos y batallas de la guerra; los ve como una especie de conmemoración. "Nos encontramos en un punto extraño en el tiempo, la guerra todavía está fresca porque todavía siguen vivas algunas de las personas que la vivieron. Pero igualmente ha pasado tiempo suficiente como para que podamos empezar a recrearla. Esta situación muestra un cambio. Cuando los chicos juegan a los caballeros, a todo el mundo le parece estupendo, y si quieres vestirte de Napoleón nadie se va a ofender. Puede que sea así como la gente recordará la Segunda Guerra Mundial dentro de 150 años".

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Eben-Emael, Bélgica, 2010. Un grupo de gente recrea la caída de la fortaleza de Eben-Emael en 1940.

Auschwitz, Polonia 2008. Dos judíos visitan Auschwitz.

La exposición World War Two Today se puede ver hasta el 25 de septiembre de 2016 en el Museo de la Resistencia Holandesa en Ámsterdam. Para más información sobre Roger Cremers y su trabajo, visita su página web.

Este artículo fue publicado originalmente en The Creators Project, nuestra plataforma de arte, diseño y tecnología.