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El Agua del Carmen: probamos la droga de nuestras abuelas

Tomamos Agua del Carmen para escribir un artículo sobre cómo es tomar Agua del Carmen.

Es domingo por la tarde, tengo muchas cosas que hacer y mañana viajo. Estoy nervioso porque me tengo que levantar a una hora muy ingrata y eso me acelera. Sé que no dormiré bien así que me voy a tomar un trago de Agua del Carmen. Por un lado espero que eso me relaje un poco, y por otro, me vendrá bien para escribir este artículo sobre este remedio de viejas que tengo ahora encima de la mesa.

Desenrosco el pequeño tapón de la botella de plástico y le doy un besito. El líquido es transparente y muy nítido. Baja ardiendo por la garganta. Noto una contracción en varios esfínteres y la intensidad del alcohol me sube por la nariz y me baja hasta la barriga. Ambas cosas me obligan a cerrar los ojos. Los labios escuecen y ahora se me han dormido. En la boca hay una explosión de sabores indistintos a hierbas naturales. La sensación es duradera pero no puedo centrarme en ella porque me quema el estómago y empiezo a sentir el primer golpe de embriaguez. El mismo que se siente cuando tomas un aguardiente blanco.

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España es un país de alcohólicos y yo me acabo de tomar un chupito. A pesar de que los españoles arrastran el estereotipo de la siesta y es más común creer que los borrachos son los rusos, los alemanes o los irlandeses, lo cierto es que nosotros también sabemos beber. Según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud, España casi duplica el consumo anual per cápita de alcohol.Según esta estadística cada ciudadano español bebe 11 litros de alcohol al año (la media mundial es de 6,2) mientras que la media europea es de 10,9 litros por persona (casi tan alta como la nuestra).

La mitad del alcohol que consumimos en este país se toma en forma de cerveza y en público. Sin embargo el Agua del Carmen encaja mejor en ese espectro de remedios caseros muy similares a los vinos dulces como el Sanson o el coñac que se usaban para atajar el malestar general. La receta original data del siglo XVII y se atribuye su descubrimiento a los monjes carmelitas descalzos. El brebaje cura los "síntomas del estrés tales como trastornos gastrointestinales o nerviosismo" y se comercializa en farmacias por apenas 7€ la botella de 200ml (unos 35€ el litro, lo que lo hace bastante caro como licor).

Este "medicamento no sujeto a prescripción médica" está hecho a base de melisa por su alto poder sedante y un sinfín de otras hierbas que además lo hacen digestivo (entre ellas manzanilla, hierba luisa, angélica, tila, cilantro y canela). Lo demás son excipientes –si es que realmente lo podemos llamar así dado que un excipiente es un agregado inocuo para facilitar la toma de medicamentos, y esto ni parece un medicamento ni es fácil de tomar– como la sacarosa, y un contenido de etanol del 55% en volumen. Lo que pone al Agua del Carmen al nivel de destilados como el mezcal o la absenta.

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Básicamente,y a juzgar por la claridad del líquido, podemos entender que los ingredientes fundamentales del Agua del Carmen son mucho alcohol etílico, bastante agua azucarada y unas cuantas hierbas relajantes. Es decir, una suerte de orujo barato o un chupito fuerte con sabor a perfume. Un carajillo doméstico recomendado para mayores y pequeños: aunque hoy cueste creerlo, no son pocas las personas que recuerdan haberla tomado durante su niñez.

El viernes pasado llegó una botella a la oficina para que pudiéramos degustarla y analizarla. En cuanto a aspectos comerciales, tenemos una una caja amarilla decorada en plan art decó con tonos verdes que recuerdan mucho a aquellos balnearios construidos a finales del siglo XIX y principios del XX como el retiro final para ricachones de la época. Una idea que refuerza el relato del Agua del Carmen, con esta referencia al wellness novecentista sus efectos relajantes están garantizados al menos como una sugestión. Dentro hay un prospecto bastante creíble y la botella que podéis ver en las fotos: pequeña, con el cuello estrecho y de plástico, adornada con los mismos motivos que la caja.

Relaja y elimina el estrés pero también está recomendado como "alivio del malestar asociado a la menstruación" y, según algunas madres y abuelas con las que hemos hablado, era usado especialmente durante la menopausia. De manera que la botella llegó a ser muy frecuente en los hogares españoles durante el siglo pasado. Ayudaba a calmar a un niño revoltoso y al ama de casa frustrada y aburrida que espera aburrida las ausencias de su marido.

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Abrimos por fin la botella y se la damos a probar a los voluntarios. Al parecer tiene fuerza y "efectivamente sabe a colonia chunga". Se nota que no tardará en hacer efecto. Es común que todos frunzan el gesto y suelten una exclamación tabernaria al tragar. Uno siente "ganas de fumar y hacer bromas hasta quedarse dormido". Le pedimos que no lo haga porque en la oficina no está permitido fumar –beber, por lo visto, sí-. Otra chica dice que "¡es puto veneno!" y lo escupe en la papelera, que no tiene bolsa. En los más veteranos despierta su memoria emotiva y les recuerda su infancia, a sus abuelas. "No sabía que todavía lo fabricaban". De hecho casi ninguno en la oficina conocía el remedio.

Sin duda el establecimiento de la sanidad pública ha ido eliminando el Agua del Carmen de los botiquines en favor de los fármacos ansiolíticos y los calmantes. La sociedad española actual ya ha pasado mayoritariamente por las escuelas y, por tanto, las costumbres supersticiosas y el uso de curalotodos como éste han dejado de ser frecuentes. Utilizar alcoholes tan fuertes para tratar a niños o a adolescentes está totalmente contraindicado y no deja de ser un vestigio de la España pobre e ignorante que fuimos hasta el fin de la dictadura. El Agua del Carmen ya no es tan popular pero si tienes curiosidad seguramente podrás encontrarla en alguna farmacia de tu ciudad.

Paradójicamente puedes comprarla sin la prescripción de un médico cuando prácticamente todos los apartados de su prospecto te recomiendan que consultes a uno. Evidentemente está contraindicado en todos los casos en los que el sentido común no recomienda que te pongas pedo. "Este medicamento es perjudicial para personas que padecen de alcoholismo". "El contenido de alcohol debe tenerse en cuenta en el caso de niños y grupos de alto riesgo como pacientes con enfermedades del hígado". "La cantidad de alcohol en este medicamento puede alterar los efectos de otros medicamentos". "El contenido de alcohol debe tenerse en cuenta en el caso de mujeres embarazadas". "El contenido de alcohol en este medicamento puede disminuir la capacidad para conducir o manejar maquinaria". Prácticamente la única cosa que has de saber es que lleva muchísimo alcohol –más de la mitad, de hecho– y esto te puede joder como en esos casos que bebes algo pensando que no está nada cargado. Bebes un poco y el golpe será tan fuerte que notarás efectos al momento.

El alcohol figura como uno de los excipientes de este "medicamento" –entre comillas para señalar el sospechoso ánimo autorreferencial del producto– justo al lado de la sacarosa y el agua en la que se diluye todo. Más arriba ya se dijo que precisamente un excipiente es un componente inocuo para facilitar el consumo de un fármaco. Evidentemente, como el propio prospecto indica, hay que tener mucho cuidado con el alcohol. "Si se sobrepasan las dosis indicadas y en tratamientos prolongados, puede aparecer dependencia o hábito", avisa en los efectos adversos. Si tienes una sobredosis recomienda visitar al médico, pero como cada vez que alguien aparece pedo cerca de un hospital o un colegio, lo más seguro es que un agente te meta en el calabozo hasta que se te pase el ciego.

Llegados a este punto nos resistimos a considerar el Agua del Carmen un medicamento. A juzgar por los efectos que produce sería más acertado considerarlo como el fármaco común que es y llamarlo por su nombre: alcohol, que además es totalmente legal y está normalizado –y se toma en infinidad de formas mucho más agradables al gusto. Sus efectos son los mismos que los de la embriaguez de un destilado. Te calienta la cabeza. Desinhibe la mayoría de tus preocupaciones, la tensión y los nervios. Si la bebes muy seguido te acelera el corazón y finalmente te adormece los sentidos. Es un aguardiente con etiqueta de producto de botica. Un engañabobos milagrero que tanto da si lo tomas como Agua del Carmen o en forma de licor de hierbas. Aunque no descarto que pueda funcionar como ingrediente para un buen combinado. Adelante, experimentad con el Agua del Carmen. Quién sabe… ¡podría ser el nuevo Jäger!Yo, me vais a perdonar, no tengo ánimos para hacerlo. Me acabo de tomar otro trago y todavía tengo la maleta sin preparar. Soy gilipollas.

Dos notas a modo de epílogo. Imposible llevarla en el avión en cabina. No cuela como medicamento y además viene en botes de 200 ml así que seguramente acabe en la papelera del control. Acuérdate de facturarla y así sorprenderás a tus amigos en Berlín. Y en las noches en que no queda nada que beber y los bares están cerrando, una farmacia de guardia podría ser un buen lugar para adquirir un quitapenas.