FYI.

This story is over 5 years old.

Vice Blog

CASIO SHOCK THE WORLD: CONCURSO DE ANÉCDOTAS

b
por bg

¡Buen trabajo, degenerados! Vuestra buena disposición a mostrarle al mundo lo desagradables que sois a cambio de la posibilidad de ganar un reloj es digna de encomio. Y como nos lo estamos pasando la mar de bien leyendo acerca de vuestras incontinencias, ingeniosas formas de practicar sexo sucedáneo y bromazos que acaban mal, hemos decidido prorrogar el concurso una semana más.

Enviad vuestras anécdotas espeluznantes a paul@vice.es. La de aquí abajo puede que os sirva de inspiración.

Publicidad

"Cuando estudiaba en Sevilla tenía que coger todas las semanas un autobús muy parecido a los que se ven en las películas de Bollywood y que tardaba unas 3 horas y media para una distancia de 100 kilómetros. Paraba en todos los putos pueblos de la provincia. Era asqueroso pero no había otra.

La mañana de un lunes de invierno tuve la genial idea de tomarme un batido de chocolate justo antes de montarme en el bus infernal… Mala opción. A los 20 minutos de comenzar el viaje la barriga me empezó a hacer ruidos raros y me entraron unas ganas de cagar como no había tenido en mi vida. Comenzaron los sudores fríos y la respiración rapida. Me quedaban tres horas de viaje, el autobús estaba lleno de estudiantes (y sobre todo estudiantas) y yo tenía el mojón tocando tela, literalmente.

La cosa se fue poniendo cada vez peor. Los retortijones ya no eran tales sino que, directamente, parecía como si me clavaran agujas en el estómago. El esfinter no reaccionaba y avisaba que poco más iba a poder aguantar. El dolor seguía aumentando hasta que, despues de probar las posturas mas cercanas al kamasutra posibles, directamente me relajé y me cagué en lo alto… Pero no hablo de un poquito; hablo de un 'muchito'.

Ante esa situación que era lo mas parecido a una pesadilla que me hubiera pasado en toda mi vida, directamente tenía dos opciones: o darle el viaje al resto de personas oliendo a mierda y dando tema de conversación para semanas… o acabar de liarla del todo. Opté por la segunda opción e hice como si me hubiera desmayado por 'algo raro'. La actuación fue sublime, digna de Robert de Niro en Taxi Driver. Hasta me tiré al suelo. De esta forma conseguí, primero, dar pena y asustar al personal, y segundo, que el autobús parara en un pueblo que teníamos cerca. Allí (el conductor había avisado al ambulatorio local) me esperaban un médico y un enfermero que muy amablemente me tumbaron en una camilla, llevaron al ambulatorio y me limpiaron el culo con gran delicadeza.

Me hicieron varias pruebas y análisis, ya que no sabían que me había pasado, y al cabo de un rato conseguí irme del pueblo limpito, recién cagado y feliz de la vida".

Teneis hasta el jueves por la tarde para mandarnos algo peor.