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Jugué a 'Catacronia', el juego de pegar a independentistas

Los enemigos se llaman, básicamente, "los subvencionados" o "los fotógrafos miserables". Y es lamentable.
catacronia
Foto de portada vía el usuario de YouTube Js Navarro

Creo que podemos afirmar que hemos encontrado el peor juego que existe y que nunca existirá para móvil. Se llama Catacronia y es un juego de plataformas (más o menos) en el que tenemos que ayudar a una policía a recuperar el dinero robado por la familia Puzzolone, unos criminales que han conseguido su fortuna a base de realizar corruptelas de diversa índole.

Tanto la estética como la temática dejan muy claro que se trata de una comparación demencial con todo el tema de “lo de Catalunya”. Podéis catar el asunto si os descargáis el juego —cosa que no os recomiendo— pero quizás sea mejor mirar este vídeo de promoción, que será mucho menos traumático.

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Catacronia está creado por Suno Navarro, la misma mente inquieta que creó Universo Rock, un “proyecto transmedia” —así lo llamaba él, pues su idea era crear un producto que podía adaptarse a varios formatos, como el cómic, el cine y los videojuegos entre otros— fallido que al final solo llegó a ser un cómic; el remake de Star Crash o la película Gavá Rock City, entre otras maravillas. Suno Navarro es un creador que se merecería un artículo entero, una figura que mezcla esperpénticamente la cienca ficción, la fantasía, el porno y el rock and roll a partes iguales, creando una suerte de cine de serie Z escandalosamente febril y extrañamente entrañable.

Pese a sus intentos de realizar varios proyectos como director de cine de género, Suno al final sucumbió a la evidencia de sus fracasos y decidió meterse en política, cosa que hasta la fecha tampoco le ha salido muy bien. Estuvo militando en Ciudadanos y llegó hasta el Ayuntamiento de Viladecans pero sus tuits catalanófobos y homófobos no gustaron demasiado, como tampoco fueron muy bien percibidas las noticias que relataban cómo fue pillado haciendo de taxista ilegal mientras ejercía también de concejal en esta misma localidad. Pero nada puede detener a Suno y actualmente parece que está flirteando con VOX.

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Esta mezcla de populismo de derechas, rock, rol y tetas grandes es el germen de Catacronia, un videojuego de 97.38 MB totalmente desproporcionados e inmorales que está puntuado con cinco estrellas sobre cinco, ya que las cuatro personas que se han dignado a votar han puesto la puntuación máxima, y Suno Navarro es una de ellas —y dos de estas cinco valoraciones han sido votadas por usuarios anónimos— .

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Catacronia es un juego ambientado en un mundo en el que una familia llamada Puzzolone (casualmente parecidos a los Pujol pero con un toque italiano para exagerar su estructura mafiosa) se ha agenciado impúdicamente el dinero de todos los ciudadanos. Es por esto que la agente Diana Alba tendrá que recuperar todo este dinero peleando contra los acólitos de los Puzzolone, unos tipos de enorme cabeza vestidos de amarillo llamados “los subvencionados” (unos enemigos “muy cabezones”, reza el mismo juego) que te atacarán con sus cabezazos. A estos se les suman “los fotógrafos miserables”, otros malhechores que hay que “evitar atacar frontalmente”, pues sus fotografías inoportunas nos causarán un profunda daño.

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Según iremos viendo a medida que avanzamos en el juego, el dinero robado por los Puzzolone proviene de varias fuentes: unas “comisiones ocultas”; algo llamado “Dinero del Palau”; unas “Mordidas de Junior” o de algo al que se refieren como el “3%”. Como podéis ver hay mucha sutileza en todo esto.

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El enemigo final es el “temible troll de las gafas blancas”, que tiene cierto parecido con Raül Romeva. Es especialmente inquietante esa inquina con “las gafas blancas”, algo que le debe dar mucha rabia a Suno Navarro y que no le debe dejar dormir, ya que gran parte de la militancia independentista escoge colores incómodamente vistosos a la hora de adornar su miopía.

Para destruir a todos estos enemigos no solo les daremos puñetazos y patadas —que parecer ser que para los cuerpos de seguridad del estado es la forma más habitual de lidiar con los independentistas, según este juego—, también tendremos un arma secreta de energía limitada que nos permitirá lanzar una especie de rayo que debilitará a los enemigos a cierta distancia.

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Cuidado con esto: se trata de una especie de ataque que activaremos pulsando un botón con varios logos de redes sociales —YouTube, Twitter, Facebook, Instagram, Google Plus, Pinterest, WhatsApp y Flickr, entre otros—, como queriéndonos decir que una forma de joder bien a estos “subvencionados” será mediante tuits incendiarios en redes.

Suno lo tiene todo en cuenta y sabe muy bien que las redes sociales son un arma que puede cambiar el curso de la historia, sobre todo si se tuitea como él, diciendo cosas como “Lluís Llach, ese hombre que no ha encontrado en Cataluña la medida que buscaba y se ha ido a Senegal a rellenar esos huecos que le faltaban”.

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Bajo una estética más cercana a un programa de televisión infantil de baja estofa que de un juego programado en el siglo XXI, Catacronia es básicamente un videojuego de plataformas en 3D en el que tenemos que atrapar el máximo de monedas y encontrar las llaves que nos llevarán a los siguientes niveles. Durante este viaje atravesaremos varios mundos virtuales —el juego se refiere a ellos como “paraísos fiscales” y se llaman Lunchestein, Soissa, Panamita y Mandorra (sutil)— que al principio parecen enormes pero que a los pocos minutos de juego veremos que son tremendamente limitados.

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No solo son mapas muy pequeños sino que encima están tan mal diseñados que uno se pierde dentro de ellos. Pese a que el territorio es ancho, solamente podremos avanzar por ciertos caminos delimitados por rocas o árboles, convirtiendo toda la pantalla en un paisaje inaccesible, pues solamente un 40% de la superficie será realmente jugable. Además, en más de una ocasión nos quedaremos bloqueados o colgando sin sentido en el aire en este pequeño mapa mal programado.

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Y esto estaría incluso bien si al menos la jugabilidad fuera agradable, porque el tema es que manejar bien al protagonista con los mandos que nos propone Suno se convierte en una tarea casi imposible. Digamos que la principal dificultad del juego reside en, básicamente, moverse por el mapa. Por muy 3D que sea el motor gráfico, las coordenadas con las que podemos mover a nuestro personaje son realmente limitadas. No podremos movernos en un ángulo de 360º porque por alguna razón nuestra capacidad de direccionamiento se limitará a 90º (derecha, izquierda, arriba y abajo). En fin, que Suno nos ha vendido un 3D de postal.

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Pero hay más, a esto de que nuestra policía no sepa moverse por este territorio independentista (¿es esto otra analogía, Suno?) hay que sumarle la excesiva dificultas a la hora de pelear contra todos los enemigos. Nuestra barra de energía vital caerá constantemente en picado por culpa de nuestros movimientos secos que nos convertirán en un blanco fácil para las patadas de los subvencionados o fotógrafos locos, a quienes además tendrás que asestar excesivos golpes para derrotarlos. Está claro que, por la sencillez de las pantallas y de la propia narrativa del juego, había que poner algún tipo de dificultad para no pasarse el juego en cinco minutos, y esa dificultad se basa en hacer imposible la manejabilidad de nuestro personaje y hacer inmortales a los enemigos.

Los gráficos apestan pero podrían ser mucho peores. Es más, desde mi pequeña pantalla de móvil de mierda no se ve del todo mal y, de hecho, me sorprende que haya podido cargar este juego, pues normalmente los juegos 3D con mapas grandes no me funcionan muy bien —quizás porque las pantallas de este juego son, al fin y al cabo, cortísimas—. Supongo que es de agradecer que Suno haya hecho un juego que puedan disfrutar todo tipo de bolsillos, para que nadie se pierda su extraña visión del mundo y del “conflicto catalán”.

En fin, por su evidente analogía con todo “lo de Catalunya”, por su inmoral propuesta (pegar a independentistas) y por su penosa jugabilidad, Catacronia es lo último que necesitas tener instalado en tu teléfono, 97.38 MB de puro despropósito.

Sigue a Pol Rodellar en @rodellaroficial.

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