Los países más felices… no son tan buenos para el futbol

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los países más felices del mundo

Los países más felices… no son tan buenos para el futbol

En algunos sitios, el futbol no repercute en el grado de felicidad en las personas.

En algunos sitios la felicidad no es un momento de gloria, es un estilo de vida. Las sonrisas se miden por cuánto es el ingreso anual de cada habitante, los servicios sociales que tiene, la esperanza de vida, la libertad de hacer sus propias elecciones, la generosidad y la percepción de corrupción.

En 15 de octubre del 2013, cuando el árbitro del partido entre Honduras y Jamaica dio por concluido el encuentro, el Presidente de la nación centroamericana, Porfirio Lobo Sosa, preparó un discurso que pronunció a nivel nacional por la radio y la televisión. Al día siguiente toda la administración pública lo tenía libre, "para que celebren con tranquilidad", y prometió que los jugadores de la selección tendrían "regalito doble".

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La calificación al Mundial de Brasil fue motivo de fiesta y los aficionados inundaron las calles, aunque en ellas estuvieran involucradas dos de las ciudades más violentas del mundo (San Pedro Sula y Distrito Central). Coches con las banderas hondureñas ondeándolas, los cláxones pitando con ritmo, hombres saltando en las camionetas, mujeres bailando. Y aunque el futbol es el deporte más popular del mundo, el más popular en Honduras, no, esa felicidad no es suficiente. Son la nación número 104 en el ranking World Happiness Report 2016.

En cambio, a más de 8,000 kilómetros de distancia en una isla del norte de Europa, en Islandia, ninguna de sus generaciones en toda su historia sabe lo que es estar en un Mundial. Ni lo requieren. Es una de las tres naciones más felices del mundo y no necesitan de una gesta épica para sentirse bien o probablemente con las historias de vikingos tengan. Hace unos meses su selección calificó por primera vez a una Eurocopa y lo hizo con autoridad porque derrotó en casa a selecciones de tradición como Holanda, República Checa y Turquía.

El 6 de septiembre del año pasado en Reikiavik, la capital el país, empataron 0-0 con Kazajistán, suficiente para acceder al torneo de este verano en Francia. Sí, los jugadores saltaron en el centro del campo, pero ninguna celebración fuera de lo normal (¿Recuerda cuando Diego Armando Maradona se tiró un piscinazo luego que Argentina empatara un partido de eliminatoria?… pues nada de eso se miró en Islandia).

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El capitán Aron Gunnarsson dijo: "es algo que jamás imaginé ni cuando empecé a jugar el futbol, es un gran día". Pero lo comentó tan sereno como si lo que acabaran de conseguir fuera una rutina. Su estadio nacional es pequeño, apenas le caben poco más de 15,000 personas y su mejor entrada no tiene nada que ver con el futbol sino con un concierto en 2007 donde acudieron 25,000 fans.

¿Casualidad?… entre los 10 países más felices del mundo según World Happiness Report 2016, únicamente Holanda es una potencia en el futbol, el resto ha tenido momentos lúcidos, destacados, pero algunos ni si quiera tiene en mente tenerlos. Dinamarca es la nación con más alta nota y está en el lugar 40 del ranking de FIFA. El segundo puesto es para Suiza, que se le reconoce más porque ahí está la FIFA que por sus éxitos futbolísticos; y el tercer lugar es precisamente de Islandia, que se destaca más por la fuerte selección de hockey sobre hielo o incluso el balonmano.

Por su puesto que no depende (directamente) el grado de felicidad de las naciones para determinar qué tan bueno o malo es un país para el futbol, pero los datos indican que en los territorios donde hay mejores condiciones de vida, en este deporte no destacan a nivel internacional.

Si obtuviéramos un sitio promedio de las 10 naciones más felices del mundo y los ubicáramos en el ranking FIFA, el lugar sería el 54. Ningún país que esté en esa clasificación ha ganado un Mundial.

El día de la calificación de Islandia, las calles no lo resintieron, no hubo festejos hasta altas horas de la noche, no se suspendieron las actividades laborales. Todo normal. En Paraguay, luego de ganar el billete para el Mundial de Sudáfrica en 2009, la fiesta dejó dos muertos, un herido y cinco detenidos. Está claro, la felicidad de una nación no pasa por el futbol.