Historias de gente adulta que se cagó encima

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Historias de gente adulta que se cagó encima

Cagarse encima es la pesadilla definitiva de cualquiera.

Piensa en tu miedo más terrible, ese que te acerca a la muerte y hace que supures sudor, sangre y fluidos sexuales por todos los poros de tu cara y los de tus globos oculares. Tómalo y multiplícalo por el número más elevado que tu cerebro sea capaz de generar. Bien, ya lo tienes; eso es el terror.

Lamentablemente este terror que has obtenido resulta insignificante si lo comparamos con la pesadilla definitiva: cagarse encima.

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Cagarse encima es cruzar el umbral. Es ese punto de no retorno en el que te quedas completamente solo, asilado. Es un estado que te separa de las demás personas, de la realidad. Es un auténtico error en Matrix ya que es una situación que, por tu madurez existencial, no deberías estar viviendo.

Ya no eres un bebé que está obligado a cagarse encima constantemente para sobrevivir; tampoco eres un anciano que le deja los mandos de control del esfínter a los dioses; eres Susana, directora de ventas, estás empezando a plantearte un embarazo, odias calentar la comida en el microondas y sí, una vez te cagaste en el metro sin querer.

Este tipo de incidentes son parte de la realidad y, como tales, no debemos ignorarlos. Es más, se merecen que alguien hable de ellos.

Ahí van, sin más dilación, unas cuantas historias de nuevos cagadores que espero que te hagan sentir un poco menos mal cada vez que, sin querer, cruces ese terrible portal hacia Fecalia.

Todos los testimonios quieren mantener su anonimato, nadie quiere que al googlear su nombre, al lado de su cuidado LinkedIn, aparezca un artículo en VICE sobre gente que se cagó.

ANDREA

Edad actual: 29 años/ Edad del incidente: 25 años

VICE: ¿Cómo sucedió el incidente?
Andrea: Yo una vez me cagué sin querer porque estaba borracha, había fumado, había comido mal y estaba hecha una mierda. Lo recuerdo perfectamente.

El caso es que ese día venía cagándome en el camino a mi casa, y todavía estaba muy lejos. Al salir del metro empecé a subir la cuesta y las tripas me dolían. Iba muy encogida como con muchas ganas, algo insoportable.

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Entonces, cuando estaba llegando a casa, se me escapó un pedo, salió toda la mierda y me llené de caca líquida. Fue horrible porque estaba a diez metros de mi portal y venía desde bien pinche lejos, o sea que había aguantado MUCHO RATO.

Esto es un clásico: aguantar todo el camino y cagarte al lado de casa. Es lo que los expertos llaman la "ley de la proximidad", que vendría a decir algo así como que cuanto más cerca, más peligro.
Pues me cagué encima y luego subí a casa y tuve que meterlo todo en la lavadora y bañarme, realmente ya no tenía ganas de cagar.

¿No tiraste nada a la basura?
Es que era caca líquida, se me llenaron las bragas y los pantalones de mierda, hasta los tobillos. No tiré nada: tuve que meterlo todo en un balde con agua y luego tirar la caca líquida mezclada con el agua por el retrete. Era la caca líquida que produce el vermut de grifo.

Captura de pantalla de Trainspotting.

SAMUEL

Edad actual: 26 años/ Edad del incidente: 21 años

VICE: ¿Cómo sucedió el incidente?
Samuel: Sucedió cuando iba a la universidad. Mantenía una relación más o menos esporádica con una chica mayor que yo. Como ella era de fuera de la ciudad vivía en un depa compartido con más estudiantes, lo que permitía que cogiéramos bastante (yo todavía vivía con mis padres).

En aquella época un amigo tenía entrada gratis permanente —por no sé qué onda de su familia — a una discoteca, así que casi cada viernes y sábado íbamos. La entrada costaba como 300 pesos o así y nosotros, a veces, teníamos cubas gratis y todo.

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Una vez me metí mucha cerveza con Jäger y terminé en la zona de fumadores vomitando, completamente destruido. Mis amigos, inexplicablemente, habían desaparecido.

Lo siguiente que recuerdo fue levantarme en una cama que no era la mía, boca arriba (normalmente duermo boca abajo), y con la chica en cuestión al lado. En ese momento pensé que la noche no debería haber acabado tan mal si estaba ahí. Eran como las 12 del mediodía y ella dormía profundamente.

Al moverme para levantarme noté algo raro: un peso extraño. Los calzoncillos pesaban mucho. Toqué un poco y entendí enseguida lo que estaba pasando. Salí de la cama con mucho cuidado y revisé rápidamente que no se hubieran manchado las sábanas. Fui hacia el lavabo (por suerte era justo saliendo de la habitación), me quité los calzoncillos, vacié su contenido dentro del baño y los tiré por la ventana que daba al patio interior. Afortunadamente había bidé y pude lavarme con agua caliente.

Al volver a la habitación revisé las sábanas de nuevo y a conciencia para asegurarme de que no hubiera manchado nada y, milagrosamente, todo estaba de color blanco. Me tumbé, me dormí y al despertarnos la chica me contó que me había encontrado tirado en la discoteca semiinconsciente —yo no sabía que ella estaba ahí— y que decidió rescatarme y llevarme a su casa.

Un momento, ¿los pantalones estaban bien?
Los pantalones estaban perfectos. Supongo que sucedió mientras dormía. Ella aún no lo sabe y nunca lo sabrá.

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TOMEU

Edad actual: 34 años/ Edad del incidente: 32 años

VICE: ¿Qué pasó?
Tomeu: El caso es que tenía un amigo que vivía en una casa okupa en Ámsterdam en la que no había baño. En esa casa todos los habitantes cagaban dentro de bolsas en la azotea y al terminar, simplemente, lanzaban la bolsa hacia alguna construcción contigua. Con los años, la panorámica, según me contó mi colega, era de miles de bolsas con caca en azoteas y techos contiguos.

Con esta introducción lo que quiero decir es que cagar en una bolsa es un recurso que muchos hemos utilizado ante una urgencia.

Yo nunca he cagado dentro de una bolsa.
Bueno, déjame empezar con mi historia. Fue una vez que tanto yo como mi pareja comimos algo que no cayó muy mal. Al llegar a casa —y siendo todo un caballero— la dejé entrar a ella antes al baño. Yo aguanté pero llegó un momento en el que no pude más y tuve que poner en práctica la táctica de la bolsa de plástico. Agarré una y la puse dentro del cubo de la basura (era una bolsa de supermercado, concretamente) y empecé a cagar en la cocina. ¿El resultado? Nefasto.

¿Por?
Caca por todos lados, no tuve puntería

¿En serio? ¿Salió todo fuera?
Totalmente fuera. No tenía noción de para dónde disparaba mi ano hasta ese día. Ensucié todo el cubo de basura, mi ropa interior, el suelo… en fin.

¿Pero no pusiste tus nalgas dentro del culo?
No, la basura me intimidó. Traté de hacerlo con cierta distancia, como en una letrina. ERROR.

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¿Y cómo lo limpiaste? ¿Te vio tu pareja en esa extraña situación?
Lo limpié con mucho papel de cocina y llevando unas bolsas en las manos a modo de guantes. Ella no lo vio pero se lo conté. De hecho cuando ella salió del baño entré yo con el cubo (previamente le pedí que se metiera en el dormitorio) y lo lavé en la bañera. Dios, siempre es duro lidiar con heces.

AGUSTÍN

Edad actual: 32 años/ Edad del incidente: 23 años

VICE: ¿Cómo fue?
Agustín: Yo me cagué encima en Cobá, la zona arqueológica. Me compré una hamburguesa en un puesto en la calle que no se podía considerar ni quiosco y el güey —bromeando— me dijo que comprara papel de baño, no le hice caso. Subí a la pirámide de Cobá, me fumé un porro ahí arriba y me entró diarrea. Como estaba tan mal, no podía bajar los escalones de la pirámide lo suficiente rápido como para llegar abajo. Así que: diarrea encima.

¿Te cagaste en un atemporal emblema de la antigua civilización maya?
Baja tú esto corriendo, con diarrea y pacheco. Es imposible no hacerlo. Esto no lo sabe casi nadie, no sé por qué te lo cuento.

¿Cómo arreglaste el asunto?
Pues yo creo que como lo haría todo el mundo que no tiene el hotel cerca. Me fui a una letrina asquerosa que tenían los guardas de la pirámide, me limpié la mierda del culo y la que cubría parte de mis piernas y tiré los calzones al interior del imperio maya para la posteridad. Luego tiré los pantalones a la basura. La cosa es que hasta que no compré otros pantalones en alguna tienda (y Cobá no es que tenga muchas) fui con la mancha de mierda encima.

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Recuerdo que le preguntaba a mi amiga "se nota mucho?". Pregunta tonta, porque eran dos palmos de mierda en un pantalón blanco.

¿Cómo te miraba la gente?
Antes de cagarme ya era evidente que estaba drogado, no traía camiseta y no me había bañado en días. Pero la verdad es que tampoco había mucha gente. La cagada era súper evidente pero me puse una sudadera atada a la cintura, de forma que la parte del culo me quedó tapada, para que no se viera. Supongo que apestaba pero estaba tan puesto que no me importó, generalmente no habría podido vivir con esa vergüenza.

JUAN

Edad actual: 34 años/ Edad del incidente: 18-21 años

VICE: Cuéntame tu historia, por favor.
Juan: Ahí va. Empecemos. La edad no la recuerdo muy bien, tendría entre 18 y 21 años. Creo, es lo único que no recuerdo, el resto de la noche se me quedó grabada con fuego. Vayamos rápido, era la boda de mi primo. Él tiene unos siete u ocho años más que yo y se casaba con la novia de toda la vida del barrio.

Conocíamos a la familia, muy buen rollo, una boda típica y normal y un gran lugar para la primera gran borrachera con la familia. Pero la cosa se me fue de las manos.

Después del aperitivo, de cenar y con las primeras copas ya vi que me había pasado de la raya. Estaba muy borracho. Yo de por sí soy tímido y estaba en medio de la fiesta con la corbata en la cabeza y liderando las congas. Ni me pegaba ni me pega.

Aquello no podía ir bien. En un momento bajé al baño, a Dios gracias vacío, para mear. Me puse a ello en uno de esos baños de pie. Todo hombre sabe (quizás las mujeres también, nunca pregunté) que cuando haces fuerza para mear es fácil que te salga algún pedo. Pues bien, fueron uno, dos, tres y de repente… choff. Noto que me acabo de cagar encima. Una pasta líquida y caliente empieza a llenarme todos los calzoncillos.

Aún hoy en día, con ya 34 años, cada vez que oigo el nombre de Chenoa o la canción me viene el olor a diarrea y un asco de la verga

Entro en pánico ¿cuál será la magnitud de la tragedia? Miro a mi alrededor y por suerte no hay nadie. Me encierro en un baño y me bajo los pantalones y los calzoncillos temblando para ver lo que ha sucedido. Efectivamente, me había cagado encima. Una media diarrea lo cubría todo y el olor era horrible. Pero muy horrible. Miro fuera del baño y sigue vacío, así que decido limpiarme el culo con papel, quitarme los calzoncillos y subirme los pantalones.

Salí con los calzoncillos en la mano llenos de mierda y apestando y me puse a lavarlos en la pila. Súper nervioso mirando a un lado y a otro rezando para que no entrara nadie. Cuando creí tener los calzoncillos limpios, aunque el olor parecía que no se iba, me encontré con algo obvio que no se me había ocurrido antes: estaban completamente empapados, por lo que no me los podía poner. Decidí secarlos en el secador de manos. No lo pruebes nunca, es imposible secarlos del todo. Y el olor seguía ahí. Después de no sé cuánto rato y con los calzoncillos aún húmedos, decidí que era hora de volver a subir. Tenía que enfrentarme al problema.

Mi plan era subir y decirle a mis padres que nos fuéramos, y así hice. Pero antes el destino me tenía preparada la última. Justo decido irme con mis padres, voy a buscar las cosas a mi silla y llega por detrás la novia y me pide bailar. Yo sólo podía pensar en que me acababa de cagar encima, sólo podía oler la diarrea tan característica de cuando estás borracho, y la novia ahí enfrente pidiendo el baile. Toda la vida recordaré la canción: "Cuando tú vas yo vengo" (o como se llame) de Chenoa.

Aún hoy en día, con ya 34 años, cada vez que oigo el nombre de Chenoa o la canción me viene el olor a diarrea y un asco de la verga. Ese baile fue eterno, el peor baile de la historia.