"Quería romper mi TV": recordando el #NoEraPenal de Holanda vs México
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Mundial 2018

"Quería romper mi TV": recordando el #NoEraPenal de Holanda vs México

Revivimos este trágico momento para la Selección mexicana de futbol. Una vez más en las puertas del quinto partido del Mundial de futbol.

El quinto partido. La barrera psicológica más grande que tiene la selección de México. Nunca se ha ganado un partido de knockout en un Mundial fuera de casa (México 1986 y 1970). El cuarto partido que, históricamente, más bien pareciera que se empieza perdiendo uno o dos goles en contra. Como si cuando el árbitro sopla su silbato para que alguno de los dos equipos saque desde el medio ya en la cabeza de los seleccionados mexicanos está la derrota; o el estar "ya casi", cerca de la victoria. Puede ser que el olor a muerte que tienen todos estos partidos después de la fase de grupos sea un aroma que aún los jugadores mexicanos no están acostumbrados a tener en sus narices, y al inhalarlo, nubla sus pies y los pone de vuelta en el aeropuerto de (inserte cualquier ciudad mundialista) con destino a CDMX.

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Los penales, un gol increíblemente delicioso como el de Maxi Rodríguez, expulsiones, offsides, y el más reciente: el maldito penal de Rafa Márquez en el minuto 92 contra Arjen Robben. Ese fatídico y sufrido partido que todos pensamos que la zurda de Giovani Dos Santos y las doscientas cincuenta mil tapadas de Memo Ochoa y el bendito poste izquierdo de su portería habían ganado. El maldito 29 de junio de 2014. Una de las migrañas más difíciles de curar de la historia reciente del futbol mexicano. Hoy la recordamos, porque no conocemos una manera más útil y real de combatir y aprender del pasado que entendiéndolo. Y así más nunca caer en él. O en las pinches piscinadas del zurdo sin cabello que amargó nuestro quinto partido.

Vía FIFA.com

México había pasado invicto la fase de grupos de ese Mundial. Ganando a Camerún, Croacia, y empatando 0-0 con la siempre favorita y deslumbradora Brasil luego de una de las mejores actuaciones de Paco Memo Ochoa desde que su madre lo parió. De los últimos cruces de octavos de final de la selección de México, resaltan nombres de adversarios como Argentina, Alemania, Holanda, Italia, EEUU, Bulgaria y Argentina de nuevo: todos estos equipos han privado a México del ansiado quinto partido. Esa Holanda del 2014 venía del último Mundial con los Van Persie, Robben, Sneijder y Kuyt, nombres claves de la última camada de jugadores de la otrora Naranja Mecánica. Manejadas por un lúnatico Louis Van Gaal que, nadie sabe cómo ni de qué manera logró que este equipo lograra a ser subcampeón del mundo dejando K.O al divino equipo de España, que coronó su tierno toque de balón con un campeonato del mundo cuatro años atrás.

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"Cuando empezó este partido tenía una especie de optimismo muy fuerte. México históricamente se agranda ante las selecciones superiores, y había algo en el aire ese día que me hizo pensar que íbamos a lograr el quinto partido. Tuvimos siete puntos en la fase de grupos y confiaba. Pero como cada cuatro años en octavos de final: despertamos del sueño. Y esta fue una de las más dolorosas que recuerdo. La tuvimos más que nunca. A tres minutos estábamos en cuartos de final contra Costa Rica. Pero no pudo ser", dice Carlos Jiménez, que vio el partido en un bar de CDMX lleno de playeras verdes.

Recuerdo que antes de empezar el partido empecé a simular en un calendario que me regaló algún restaurant que no recuerdo, el posible Mundial que iba a tener México. Holanda, Costa Rica, Argentina y Alemania en la final. Veía a México en semifinales, y ese logro hubiese causado que todo bar y departamento en zona gentrificada de Ciudad de México y el resto del país temblara como nunca antes. Soy ese tipo de persona bien ansiosa que se adelanta a todo evento en su vida. Voy caminando por la calle al mercado y ya estoy imaginando con cuál billete le voy a pagar al cajero. Eso soy.

Vía Vazesh11.com

Según el Weather Channel, ese 29 de junio hacían 24 grados en CDMX, y Miguel Herrera alineó a Oribe Peralta por delante del Chicharito. Soy de Javier Hernández todos los días del año. En mi equipo siempre jugaría, siempre. Si para Sir Alex Ferguson Javier era suficiente, para mí también. Comenzó el partido en el Itaipava Arena Pernambuco, Recife, con una selección mexicana mordiendo a Daley Blind y Stefan de Vrij, con un bastante encendido Dos Santos que no perdía tiempo en probar su zurda contra Cillessen. México encimaba a una Holanda que se sabía su libreto como estudiante de prepa cara: esperaban para contragolpear con la velocidad y vértigo asqueroso de Robben y su gemelo zurdo Van Persie. Los primeros 45 minutos de ese partido mostraron a un México ambicioso y protagonista, y a una Holanda que esperaba que Sneijder frotara la gasolina que le quedaba a su lámpara y lanzara un pelotazo a los de arriba.

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"Siento que la clave de haber perdido ese partido estuvo en que no matamos a Holanda en el primer tiempo. Tuvimos muchas y no la metimos. En este tipo de partidos si no las hacemos es muy probable que nos eliminen", me cuenta vía voicenote de WhatsApp María Gutiérrez, que vio el partido con varias cervezas demás y "muy feliz porque tenía tiempo sin ver a México jugar tan bien".

Minuto 48, Dos Santos aguanta la necia marca del niño bueno Daley Blind y, como si estuviese obstinado a que le pegara en todo el partido, patea con la zurda (esa que algunas veces nos hizo decir cosas de más sobre su talento), y la mete en un lugar en el que un portero –(a mi gusto) poco talentoso– como Cilessen, jamás iba a llegar. La mandó a guardar el ex de Belinda. Sus pupilas se agigantaron como si hubiese consumido alguna sustancia maradoniana en el entretiempo y dentro de nuestro cuerpo sentimos que, por fin, esta sí iba a ser la tarde que se iba a quebrar el cuarto partido. Miguel Herrera celebró y dio vida a veinte millones de memes. "Gio hizo el gol y rompí el vaso de refresco que me estaba tomando", me dijo Manuel Arreaza. Manuel vio el juego en el fan fest de Brasil

Desde el minuto 50 al 87, Paco Memo y la mala puntería holandesa mantuvieron a la selección mexicana con vida. Y es normal: una histórica como Holanda tenía el deber de arrinconar a México y buscar el empate. Todo equipo de futbol que quiere llegar lejos tiene que aguantar este tipo de embestidas, que no les piten penales, expulsen jugadores, alguna que otra decisión equivocada a favor, y que a la pelotita no le da la pinche gana de traspasar la línea de la portería. Y todas estas cosas nombradas jamás suceden a favor de México. Así es el futbol, dirían varios amigos citando esta frase trilladísima cuando algún suceso inexplicable en este injusto deporte es el culpable de la eliminación de cualquier equipo que apoyen.

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Pasó lo que al parecer el destino del partido tenía guardado: el empate holandés por medio de un zapatazo violentísimo de Sneijder fuera del área luego de un despeje en un corner a tres minutos del final. Wesley estaba esperando en la media luna esto. O sea, en Youtube hay treinta millones de goles de este estilo que llevan su firma. Ningún mexicano lo marcó, y Wesley, como ladrón en el centro de CDMX esperando que un extranjero tenga doce tequilas demás y descuide su iPhone de diez salarios mínimos mexicanos, lo tomó y marcó el empate. Memo Ochoa miró al cielo quizás maldiciendo a Johan Cruyff, la Naranja Mecánica, a Stanley Kubrick y a Peña Nieto

Ya todos esperábamos el tiempo extra y ver qué cambios iba a hacer Miguel Herrera y el señor Van Gaal. Pero no. Esto es la selección mexicana de futbol y esto es un Mundial. Minuto 92 de los seis que agregó el árbitro. Robben corre solo por la banda derecha hasta el fondo del campo, como las millones de personas que jugamos FIFA en el planeta hemos hecho cuando escogemos a un equipo en el que está. O sea, Arjen Robben es un jugador diseñado para este tipo de jugadas: correr a la banda contraria de su zurda, zigzagear a los defensas y, en el último momento, quebrar para su zurda y meterla al ángulo contrario. Todos lo sabemos. Todos. Todos menos la selección mexicana de 2014. Y todos sabemos lo fácil que este holandés se tira al piso ante el más mínimo contacto cuando está tratando de enganchar para adentro. Pero Rafael Márquez no. El pie de Rafa cobró vida propia y, como quien quiere y no quiere, asomó la puntita y tocó a Robben para que este señor se lanzara a la piscina más cara de toda Amsterdam.

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Pedro Proença, el portugués más googleado en la historia de ese país el 29 de junio de 2014 en México, pitó sin dudas el penal. Minuto 93, octavos de final, penal en contra de México. Y aquí se hace difícil no creer en una especie de fuerzas sobrenaturales que existen solamente para joder y dejar en claro que, algunas cosas, simplemente no suceden. Klaas Jan Huntelaar se paró frente a Memo Ochoa, y como el 99% de los mexicanos imaginó, la clavó en el ángulo contrario a donde se lanzó Memo. 2-1, se acabó. México queda eliminado de unos octavos de final de nuevo. La historia mexicana en el cuarto partido se repetía, como una ex pareja que a la que no queremos volver pero que de alguna manera siempre termina dentro de nuestras sábanas sucias. Y nacía la leyenda del #NoEraPenal.

"Quedé fría. Estaba en casa de mi novio con mis amigos. Nadie habló, incluso dos amigos lloraron. Era demasiado cruel para ser real. Quería romper el TV de la impotencia que tenía. Fue la amargura más grande que me ha dado la selección", me dijo de nuevo María. Twitter hizo lo suyo y desencadenó decenas de miles de tuits con el hashtag #NoEraPenal. Pero ya el daño estaba hecho y México se devolvía a casa de nuevo, en el borde del quinto partido.

Hoy, en el Mundial de 2018, existe el VAR. Muy probablemente Pedro Proença hubiese dibujado con sus dedos el cuadrado que simboliza el VAR, amonestado a Robben y México hubiese ganado en tiempo extra para luego convertirse en campeón del mundo. Obvio no, pero habrían roto la barrera del cuarto partido, y se hubiesen visto con los vecinos de CONCACAF, Costa Rica. Y ahí al menos se hubiesen roto todo hueso del cuerpo para clasificar a una semifinal y estar en las mejores cuatro selecciones de futbol del mundo. Una locura.

México pareciera siempre desmoronarse cuando está cerca de lograr algo histórico, y este juego contra Holanda puede ser la representación más real de la idiosincracia del futbol mexicano. Si mandáramos un cassette con el video de este juego al espacio, cualquier marciano podría entender en noventa minutos la historia de la selección mexicana. El estar ahí cerca, casi casi, para morir ahogados en la recta final de la alberca.

Por cierto, felicitaciones al mexicano que tuiteó por tres años seguidos #NoEraPenal, nunca te olvidaremos.

NoEraPenal. Ojalá Robben esté viendo en un sillón muy cómodo este Mundial.

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