La UNAM tiene un pendiente: la muerte del estudiante de odontología

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CDMX

La UNAM tiene un pendiente: la muerte del estudiante de odontología

De acuerdo con sus cercanos, el joven pudo haber sido asesinado por el crimen organizado que opera en Ciudad Universitaria.

Finalmente se evidenció lo que la comunidad universitaria denunciaba: la bomba estalló en Ciudad Universitaria el viernes pasado, cuando un tiroteo dejó dos heridos, presuntamente narcomenudistas, en la que habría sido una disputa entre integrantes del crimen. El mismo rector, Enrique Graue, expuso que haber ignorado la inseguridad y el narcomenudeo no era una opción.

La UNAM tiene, además, otro pendiente: resolver la misteriosa muerte del estudiante de Odontología Víctor Manuel Orihuela, quien, de acuerdo con esta investigación, fue golpeado por sujetos antes de ser hallado muerto a un costado de la Facultad de Filosofía y Letras. Sus cercanos dicen que pudo haber sido asesinado por el crimen organizado que opera en Ciudad Universitaria.

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VICE en Español accedió a los videos de la UNAM en los que se observa que el estudiante de odontología ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras con la autorización del personal de seguridad. No existe evidencia de que Víctor Orihuela decidiera quitarse la vida.

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El cuerpo desnudo de Víctor Manuel Orihuela yace sobre la cama de necropsias del Instituto de Ciencias Forenses. Sus labios están resecos, los párpados tenuemente cerrados, casi abiertos, y hay heridas negras en la frente y en el pómulo izquierdo. En la pierna izquierda, justo en la zona de la rodilla, se extiende una profunda lesión: una fractura abierta con centro blanco y costra alrededor. El cuerpo del estudiante fue encontrado hace casi nueve meses, el pasado 12 de junio, en el ala oriente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y la descripción corresponde a la de una imagen que aparece en el expediente de este caso no resuelto y al cual VICE en Español tuvo acceso.

Un par de días después de hallado el cuerpo, la procuraduría capitalina dijo que la primera hipótesis como causa de muerte era el suicidio. Que el fallecimiento fue provocado por los golpes recibidos tras la caída de uno de los niveles del edificio de la facultad, que no se detectaron huellas de forcejeo y que no había indicios de que se tratara de un homicidio doloso.

En menos cuatro meses se cumplirá un año y, hasta ahora, la procuraduría no ha esclarecido lo ocurrido esa noche de junio de 2017, un par de horas antes de la medianoche. No hay evidencia de que Víctor, de 18 años, se haya aventado al vacío por voluntad propia.

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Un shock

Sus amigos le decían Orihuela, Ori, Oriqueso, Don Víctor. Nunca Víctor Manuel. Y recuerdan que en la Prepa 6 de la UNAM, la de Coyoacán, se le identificaba por la enorme mochila que cargaba en la espalda, siempre, como si fuera una extensión de su cuerpo.

Víctor vivía con su mamá y su hermana menor en el poniente de la Ciudad de México. Frecuentaba a los amigos de la prepa y había hecho nuevos lazos en dos facultades de Ciudad Universitaria: Odontología, donde estaba inscrito en el segundo semestre, y Filosofía y Letras.

Dana, Radamés, Natalia, Ayari y Neli, amigos de la Prepa 6 y la universidad, rememoran a Orihuela como el más carismático del grupo. En el encuentro, en un departamento en la zona céntrica de la capital, expresan: “Su muerte fue un shock para todos”.

Orihuela se relacionó con estudiantes de Filosofía y Letras porque su mejor amiga de Odontología, Ayari, lo invitaba a la facultad cuando visitaba a sus amigos del CCH Sur. Víctor entabló enseguida nuevas amistades. Y, durante el segundo semestre, a principios de este año, se interesó por la licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales.

“Él deseaba estudiar medicina, pero el promedio fue insuficiente. Ya en Odontología, deseó ingresar a Gestión. Quería explorar, conocer México, y por eso hizo el examen de admisión. Si no lo lograba, volvería a la carrera de dentista”, cuenta Dana, una joven con quien Víctor sostenía un noviazgo desde octubre de 2016.

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Cuando el martes 13 de junio las noticias afirmaron que se había quitado la vida después de las 10 de la noche anterior, sus amigos rechazaron esa versión. “Lo vi en redes: ‘Encuentran otro cuerpo en CU’. Comencé a temblar, porque en la foto que se difundió reconocí sus tenis, todos los hicieron”, recuerda Dana, aún consternada.

“Fue de lo más amarillista ver su cuerpo tapado, su nombre en todas partes. Lo más doloroso”, recrimina Natalia. Radamés, por su parte, recibió un screenshot de la noticia fúnebre: “Nunca imaginas que eso le pasará a quien consideras un hermano”, solloza.

No podían aceptar que Víctor se hubiera quitado la vida, sobre todo porque en las últimas semanas habían aparecido otros dos cuerpos en Ciudad Universitaria. Uno en la Cantera de los Pumas y otro a un lado del Instituto de Ingeniería. Este último pertenecía a Lesvy Berlín Osorio, cuya primera versión de su fallecimiento fue el suicidio, aunque después el Tribunal de Justicia de la Ciudad de México reconociera un feminicidio.

Los videos

En el expediente del caso, elementos de seguridad declaran que a las 22:00 Víctor llegó a la entrada de la facultad —donde había cuatro vigilantes— y forcejeó con ellos para ingresar al edificio. Afirman que el joven, de mediana estatura, entró por la fuerza y fueron tras de él. Uno de ellos habría llamado a vigilancia central. Supuestamente cuatro personas no podían detenerlo.

Añadieron que a las 22:20 escucharon un ruido y encontraron el cuerpo de Víctor a un costado del edificio.

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VICE en Español accedió a algunos de los videos que conforman la investigación del caso y su contenido no coincide con el de un suicidio o forcejeo:

A las ocho de la noche del lunes 12 de junio, Víctor llega a la entrada principal de Filosofía, donde hay cuatro vigilantes. No parecen uniformados.

En la puerta principal, la de barrotes, charla con el personal de seguridad. No hay señales de discusión. El joven se sienta en el piso, tranquilo. Tres minutos después, los vigilantes le ceden el paso. Cuando lo dejan pasar, Víctor atraviesa la reja y corre, como quien va tarde a una cita.

En otra grabación, Víctor, ya adentro de la facultad, va por el pasillo. Su rostro se ve alegre, sin pizca de angustia. Pasa la reja de cristal y sigue corriendo como si alguien lo esperara. Poco después de las ocho, un vigilante aparece en la misma ruta. Camina. No persigue a Orihuela.

A las 22:20, otro video enfoca el cuerpo de Orihuela en el suelo. No hay grabación que explique cómo llegó ahí. Se distingue una luz. Parece una patrulla interna de la UNAM. La cámara apunta desde la Biblioteca Central.

El fósil

El 30 de abril pasado, Hazy, estudiante de Literatura Dramática y Teatro, vivía un momento personal complicado. En la madrugada, caminaba sin rumbo por algún punto de la México-Pachuca. Cruzaba la carretera una y otra vez, deseando que un automóvil la arrollara, cuando su teléfono timbró. Víctor Orihuela llamaba a las cuatro de la mañana. “Ya no quiero seguir”, sollozaba la joven. “Tranquila”, dijo él, “al menos debo saber a dónde voy a ir a encontrarte”. Minutos después, Víctor envió el Uber que la devolvió a casa.

Esa llamada fue una casualidad y Hazy, aún inconsolable por el deceso de su amigo, señala: “No estaría aquí si no fuera por él”.

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Orihuela y Hazy se conocieron en Filosofía. “Quería a Víctor porque era empático, siempre tenía un comentario positivo. Enterarme de su muerte fue la peor experiencia. El martes íbamos a vernos”, cuenta.

Sin ánimos, ese martes 13 de junio, un par de horas después de recibir la noticia, Hazy se dirigió a Filosofía a recibir una última calificación. Llorando, se asomó al precipicio desde el tercer piso de la facultad. Hazy me cuenta que al observar el cuerpo pensó: “Si por su cuenta se hubiera aventado, no habría caído en esa posición”. Segundos después concluyó: “No estaba solo”.

Recordó que Orihuela frecuentaba a personas que se reunían en los jardines alrededor de la Biblioteca Central, la zona que los estudiantes nombraron El Edén. Un nombre vino a su cabeza: Mariano, un alumno de la Prepa 6 que pasaba varias horas adentro o alrededor de Filosofía y Letras. Era, como se dice en la jerga universitaria, un fósil.

Hazy se acordó de que, en una ocasión, tras concluir una clase después de las nueve de la noche, Víctor saludó a Mariano y a sus amigos. “Ori los buscaba, pero yo no confiaba en ellos”.

La universidad secuestrada

En la fotografía difundida por los medios, el cuerpo de Víctor está en el suelo, paralelo al edificio de Filosofía y Letras y cubierto con una tela azul. Fue encontrado, al parecer, boca abajo, con uno de los pies apuntando hacia las Islas y la cabeza en dirección a las escaleras que llevan a la facultad.

Los amigos de Orihuela no dudan: “En todo caso, alguien tendría que haberlo cargado y aventado desde el extremo del barandal del edificio de Filosofía para que cayera en esa posición. Todo mundo en la facultad hablaba de la forma en que fue encontrado. Sus uñas estaban desgastadas, las rodillas destrozadas. ¿Qué explica eso?”, cuestionan.

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Más de medio año después del suceso, los estudiantes de Filosofía niegan que alguien pueda ingresar a la facultad después de las 10 de la noche.

Nely, amiga de Víctor y estudiante de Literatura Dramática, explica que las clases concluyen a las nueve o, por muy tarde, a las nueve y media: “Te corren de inmediato por la entrada principal, porque los demás accesos ya están cerrados. Como alumno, no hay manera de seguir ahí. No tiene sentido”.

Los estudiantes advierten que es un secreto a voces que, por las noches, los dealers de droga toman los salones de la facultad: “No sólo la comunidad estudiantil sabe lo que ocurre en Ciudad Universitaria. Rector y directores están al tanto de que hay inseguridad, narcotráfico e ignoran la situación. ¿Quién permite que esto pase en una universidad? Los dealers ofrecen droga por doquier. Están en todas partes”.

La postura de la autoridad

El comunicado de la UNAM, fechado el 13 de junio después de la una de la tarde, dice que Víctor Orihuela murió la noche del lunes “al caer del segundo o tercer piso del edificio” de Filosofía, que el “personal de vigilancia de la universidad halló el cuerpo a un costado de la Biblioteca Central” y “que los hechos ocurrieron al filo de las 22:00”. La procuraduría informó que fue localizado “por elementos de seguridad” alrededor de las 23:00.

Seis meses después del deceso de Víctor, las autoridades de la UNAM no han mostrado el video que comprobaría que el estudiante se quitó la vida por voluntad propia y, pese a ello, insisten en un suicidio. Así lo confirma Gustavo Ayala Vieyra, coordinador de Enlace y de Relaciones Públicas de la Dirección General de Comunicación Social de la universidad.

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“Ya se dijo que fue una caída del chico, que se aventó del segundo piso. La postura de la UNAM es que se suicidó. Honestamente, no se dará una entrevista, por lo complejo del tema. Es complicado que alguien hable”, responde el funcionario.

En la visita a la Facultad de Filosofía y Letras, se solicitó una entrevista con el director, Jorge Enrique Linares Salgado, para charlar sobre las nuevas medidas de seguridad en el inmueble. La respuesta fue que su agenda “estaba muy apretada y complicada”.

De acuerdo con la procuraduría, la necropsia arrojó que Víctor murió como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico y profundo en tórax provocado por el fuerte impacto que recibió al caer sobre el pavimento. También, dijo que Orihuela forcejeó y esquivó a los vigilantes para ingresar a la facultad. La fiscalía de Coyoacán se hizo cargo de la averiguación.

VICE en Español requirió una charla con ambas dependencias para conocer los avances de la investigación o, al menos, averiguar si la UNAM ya entregó el video que confirma que Orihuela se quitó la vida. No respondieron.

El 10 de mayo pasado, el PAN en la Asamblea Legislativa “pidió” la cabeza de Claudia Elizabeth Cañizo Vera, titular de la Fiscalía Desconcentrada Coyoacán-1, “por su responsabilidad como funcionaria en el resguardo de la información relativa al homicidio de Lesvy Berlín Osorio en Ciudad Universitaria”. Se trata de la misma persona que llevó el caso Orihuela, al menos hasta principios de septiembre, cuando se convirtió en la fiscal de Investigación de Álvaro Obregón. Su lugar lo ocupó Roberto Carlos Garduño Mejía.

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El último día

El domingo 11 de junio Víctor llamó por teléfono a Dana, su novia. Le dijo que su mamá ya estaba en fase de recuperación del cáncer de mama que había padecido, que sería dada de alta del hospital al otro día, que estaba contento y sugirió verse la tarde del lunes. “Mejor el martes, ¿va?”, respondió la joven. El mismo día, Orihuela preguntó a Hazy si se encontraban a la siguiente jornada. Ella también lo citó el 13 de junio.

El lunes, horas antes de su muerte, Víctor tuiteó: “Pensé que este día nunca llegaría”, en referencia, afirman sus amigos, a la salida de su mamá del hospital. Tenía, además, otras razones para estar de buenas. El 15 de julio próximo se publicarían los resultados del examen de admisión de la UNAM y, casualmente, ese día cumplía 19 años. Una buena señal, pensaba el estudiante. Se había esforzado para ingresar a una nueva carrera: acudió a un curso para un obtener un buen resultado. Ya había adelantado a sus amigos que celebrarían a lo grande. Por estos motivos, ellos nunca creyeron la versión del suicidio. “Lo descartamos porque un suicida”, analizan, “no hace planes y, además, para Ori su mamá era megaimportante”.

El cuerpo de Víctor salió del forense el martes en la noche y llegó a la funeraria pocas horas después del miércoles. La mayoría de sus múltiples amigos acudió al velatorio, efectuado en Gral. Prim, en la colonia Juárez. Consternados, cuestionaban que los medios validaran la afirmación de la procuraduría: un suicidio. “Desde entonces y, a la fecha, para nosotros es tremendo no tener información, pues perdimos a una persona y no de manera natural. Los que seguimos en CU tenemos miedo: no sabes si el siguiente eres tú. Primero fue Lesvy, luego alguien cercano… ¿y ahora?”, cuestiona Ayari, la estudiante de Odontología.

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Este episodio cimbró a la comunidad universitaria, exponen los estudiantes, “y no sólo a quienes conocíamos a Ori. Ocurrió al lado de donde estudiamos. A un costado de Rectoría, en el corazón de CU. ¿Por qué asesinan en la UNAM? Por la irresponsabilidad de la autoridad al permitir que el narcotráfico crezca. La universidad debería otorgar títulos, no cartas de defunción”.

Este mes, en la protesta por la desaparición del estudiante Marco Antonio Sánchez Flores, se denunció el asesinato de otro alumno. Sus papás afirmaron que su cuerpo apareció en las inmediaciones de las facultades de Odontología y Medicina.

La sonrisa de Mariano

En el funeral, Hazy vio el rostro de Víctor. Observó un moretón en el pómulo y una herida en la boca, nada más. La nariz, recuerda, estaba intacta. Todos los amigos confirmaron que nadie vio a Orihuela ese lunes. “Mariano. Estaba con Mariano y sus amigos”, concluyó la estudiante.

El viernes 16 de junio, los amigos de Orihuela efectuaron una protesta-homenaje a un costado de Rectoría. Acudieron unos 100 estudiantes de Filosofía, Odontología y la Prepa 6.

Esa tarde, Hazy vio a Mariano a lo lejos. Era su oportunidad de saber qué había pasado. En compañía de Ayari y Dana, lo increpó: “¡Dime todo!”. Hazy relata que tras vacilar unos segundos, Mariano reconoció que él y sus amigos estuvieron con Víctor ese lunes 12 por la noche, cerca de la Biblioteca Central, y que esos mismos amigos golpearon a Orihuela. “Dijo que alguien bebía alcohol, Ori le quitó la botella y ahí empezó. Que alguien lo agredía y Ori se defendía”.

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Hazy recuerda la “sonrisa cínica” de Mariano y las palabras que le siguieron: “Me dijo: ‘aquí estuvimos con él, detuve sus peleas… a lo mejor (murió porque) lo empujaron o se peleó con alguien’”.

De acuerdo con la versión de Hazy, Mariano habría dicho a Víctor que se marchara a su casa y luego, supuestamente, se retiró en compañía de sus amigos, cuando eran las 22:05, minutos antes del posible asesinato. Si su versión es cierta, él y su grupo fueron los últimos en verlo con vida.

“Con quienes estaba Ori eran personas violentas”, agrega Hazy, “cerca de Rectoría, se junta mucha gente mayor, hay movimiento de dealers, pero sólo Mariano sabe quién estaba ahí. Lo cierto es que hubo una riña y que Víctor fue golpeado”.

Los estudiantes efectuaron otra protesta el 21 de junio, que comenzó en la Prepa 6 y culminó en la fiscalía de Coyoacán. Ahí les dijeron que la investigación del caso requería tiempo y que, aunque la línea de investigación era el suicidio, no descartaban un homicidio.

El crimen

El 25 de agosto pasado, cuando iniciaba un nuevo semestre y un par de días después de que el periodista Humberto Padgette denunciara que había sido agredido por narcomenudistas en Ciudad Universitaria, diversas patrullas de la vigilancia interna custodiaban las Islas. Era apariencia: en el corazón de CU, en Los Bigotes —frente a la estación del Pumabús del metro Universidad— y en los frontones —a un costado del Anexo de Ingeniería, donde Padgette fue violentado—, el comercio de drogas continuaba.

Ese mismo día, en este último lugar, cinco dealers me ofertaron todo tipo de drogas. Ácido, éxtasis y mariguana. Me informaron que están ahí de lunes a viernes, hasta las seis de la tarde. Su vestimenta es parecida, como si estuvieran uniformados: playeras Polo a rayas, pantalones de mezclilla y tenis. Las sustancias las cargan en mariconeras. En esa ocasión, compré mariguana estándar. 50 pesos.

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Tres meses después, el 30 de noviembre, regresé a los frontones. Lo mismo: ahí seguían los dealers. El mismo escenario continuaba en la zona de Los Bigotes —apodada así porque hay dos esculturas con esa figura— y alrededor de la Biblioteca Central: en El Edén, donde Víctor habría estado minutos antes de su muerte.

Hace unos días se reanudaron las clases en Ciudad Universitaria y el jueves 8 de febrero la venta de droga en las Islas continuaba. Al menos siete personas ofertaban las sustancias.

Los cercanos a Víctor afirman: “Orihuela pudo haber sido asesinado por el crimen organizado que opera en Ciudad Universitaria”. Hoy se sabe quiénes distribuyen la droga ahí adentro.

En el video donde se observa a Víctor ingresar a Filosofía tras charlar con los vigilantes, el reloj marca las ocho de la noche. El abogado que apoyó a la familia de Orihuela en el proceso legal, Arturo Wong, indica que la UNAM afirmó a la fiscalía de Coyoacán que había un error en el horario y que, en realidad, eran las 10. “Yo creo que sí entró a las ocho”, dice Wong.

Aún no aparece el video que revelaría cómo llegó el cuerpo de Orihuela a unos metros de la entrada de Filosofía, después de las 10 de la noche y minutos luego de que —de acuerdo con el testimonio de Hazy— el estudiante fuera agredido por los amigos de Mariano.

El silencio

Norma Rojas, la mamá de Víctor Orihuela, es experta en gastroenterología pediátrica. Tras concluir con las quimioterapias contra el cáncer, está en fase de recuperación. En una llamada telefónica, pide que ya no se le cuestioné sobre la muerte de su hijo. “Sostengo que no fue un suicidio”, finaliza. Por su parte, Arturo Wong, el abogado que apoyó a Norma y padrino de Orihuela, niega que el joven estuviera deprimido, como lo afirmaron algunos medios que, además, aseveraron que padecía cáncer.

“También dijeron que la familia tenía problemas económicos por el cáncer de Norma. Mentira: la póliza de gastos médicos cubrió más de 300 mil pesos. A Norma le han ofrecido la dirección de pediatría del IMSS en diversas ocasiones, pero prefería pasar más tiempo con sus hijos”, indica.

Wong confirma que ese lunes, tras recoger a su mamá del hospital, Víctor recibió la llamada de un amigo. “Probablemente arribó a Ciudad Universitaria a las siete y media de la noche”. De acuerdo con uno de los videos del caso, Orihuela llegó a la entrada de Filosofía y Letras a las ocho.

La familia entregó a las autoridades el teléfono y la computadora del estudiante. El abogado Wong informa que aún no se recupera el historial de llamadas de Telcel que indicaría quién telefoneó a su ahijado a las seis. La compañía no lo entregó porque, según la fiscalía de Coyoacán, un juez negó el pedimento, algo que Wong no se explica.

Lo que sabe es que, en teoría, la UNAM ya habría entregado más videos a la procuraduría capitalina. “Mi conclusión”, dice el abogado, “es que, si hubiera sido un suicidio, la universidad ya hubiera mostrado el video que lo confirma. Así se quita ese problema de encima. ¿Por qué ese silencio?”