Las putas fuimos al Encuentro Nacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans

Artículo publicado por VICE Argentina

Salimos el viernes a las 5pm: el micro lo esperábamos a las 3pm, pero llegó dos horas después. La ansiedad ya se sentía. Nos esperaban mínimo 20 horas para llegar a Trelew, Chubut, donde se hacía la edición número 33 del Encuentro Nacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans. Hicimos una parada en Azul —provincia de Buenos Aires— para ir a una estación de servicio, nos cruzamos con otrxs compañerxs que también viajaban, entre ellxs a Ofelia Fernández —militante de la Organización La Emergente—. Nos abrazamos, hablamos sobre los talleres, sobre todo lo que se venía, compartimos información de cuidados, nos subimos y seguimos viaje hasta llegar al otro día.

Los talleres empezaban a las 3pm así que el micro nos dejó en la puerta de la Escuela 759 donde ya sabíamos que teníamos seis aulas para realizar los talleres de Trabajo Sexual y uno nuevo que sumamos este año, uno autoconvocado, no para debatir sobre nuestro trabajo sino para profundizar sobre el reconocimiento del mismo. Las seis aulas del colegio no alcanzaron y muchxs pibxs se quedaron afuera mirando a través de las ventanas en el pasillo.

No entrábamos, no sólo por la cantidad sino por la pasión, las ganas de compartir ideas, vivencias, experiencias, preguntas y también por tanto amor hacia las putas y nuestra militancia; eso que por tantos años fue negado y que desde ciertos feminismos se abrazan con cada vez más fuerza para que no nos callen más.

Es el tercer año consecutivo donde el taller de Trabajo Sexual es oficial en el Encuentro. Antes, mis compañeras tenían que ir a otros donde se debatía sobre si nuestro trabajo lo es o no, y estar a la deriva de ser insultadas y atacadas sólo por optar por un trabajo que muchxs quieren seguir imponiendo como un no trabajo, como algo mucho menos reconocido.

Sin embargo, cuando una puta habla todos los argumentos son rebatidos, porque se les responde desde la vivencia. Este es el segundo Encuentro al que voy. El año pasado fuimos al que se realizó en el Chaco, también con seis talleres (uno de estos con corte de calle incluido porque éramos tantxs que no entrábamos en el colegio).

Lety, Gabi y Morena son trabajadoras sexuales que trabajan en la ruta, por Camino de Cintura. Para Lety es el segundo encuentro pero para el resto es el primero. Cuentan sobre la violencia institucional y el hostigamiento de la policía que sufren a diario. Fátima es de Mendoza y ejerce el trabajo sexual hace 35 años, alza el megáfono y cuenta su deseo de pronto poder jubilarse como puta, de lo que siempre trabajó. Flor levanta la mano en un taller, dice que ejerce el trabajo sexual y es la primera vez que lo dice en público. Otras cuentan que gracias a escuchar a las putas se replantean todo, en especial su propia sexualidad. La pregunta que más se repite es cómo hacer para ayudarnos. Georgina Orellano, la Secretaria General de AMMAR responde: “No nos tienen que ayudar. Nos tienen que acompañar”. Cada vez que Georgina habla se prenden los celulares y a veces le cuesta terminar las frases porque los aplausos la tapan. Una asistente levanta la mano y empieza a hacer preguntas prejuiciosas y con mala intención. Las putas no decimos nada porque ya estamos cansadas de responder siempre lo mismo pero no hace falta porque quienes están ahí con nosotras en el taller le responden así que se levanta y se va insultándonos por lo bajo. “En nuestros talleres no queremos ni antiputas ni antitravas”, digo yo. Construimos un feminismo con todxs adentro, un feminismo interseccional.

Después de los talleres del sábado y el domingo salimos a marchar todas juntas con el grito de "siempre con las putas, nunca con la yuta”, mujeres de todas las edades desde sus casas agitando pañuelos verdes o aplaudiéndonos a más de 50 mil mujeres, lesbianas, travestis y trans que viajamos de todo el país para charlar, debatir y unirnos con más fuerza.

Bailamos, gritamos pidiendo justicia por Sandra Cabrera, trabajadora sexual y referente de AMMAR de Rosario, asesinada por la policía por denunciar su complicidad con la trata de personas. Nos abrazamos, lloramos porque sabemos que no estamos solas, agitamos nuestros carteles, prendimos bengalas de colores rojo y verde, somos felices por tanta lucha, sabiendo que por más estigma, represión, demonización a nuestras luchas y formas de manifestación, el feminismo avanza cada día más.

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