Asistimos a una matanza de monos en la selva de Bolivia
Fotografías por Víctor Hugo

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Asistimos a una matanza de monos en la selva de Bolivia

La tribu de los chimanes tiene cada vez menos recursos y se ve forzada a comer monos, algo que antes rechazaban.

Todas las fotografías por el autor. Avisamos de que algunas de las imágenes pueden ser muy duras y NSFW.

En España, hasta hace pocas décadas el 11 de noviembre se celebraba el día tradicional de la matanza del cerdo. Un ritual convertido en una gran fiesta que sigue siéndolo en algunas zonas rurales. Un animal del que se aprovechaba todo y que era el sustento de muchas familias.

Para los chimanes de la Amazonia boliviana —quienes hace poco saltaron a la fama por tener los corazones más saludables del mundo— esta "fiesta" tiene lugar cuando una o dos veces al años una ONG española los traslada hasta sus instalaciones de San Ignacio de Moxos para tratarlos o practicarles intervenciones que no pueden hacerse sobre el terreno. Una estancia que aprovechan para cazar todo lo que en sus tierras esta desapareciendo ya que Evo Morales está permitiendo la entrada de empresas madereras para explotarlas.

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En sus tierras la caza escasea y cada vez hay menos comida. Tan amenazada está su supervivencia que en estos momentos, para conseguir alguna presa, tienen que recorrer largas distancias a pie durante días. Un esfuerzo descomunal que les ha llevado a una práctica que antes no contemplaban: comer mono. Algo inconcebible entre los chimanes. Inconcebible pero legal, ya que en las selvas en las que viven la legislación boliviana reconoce los derechos a las tierras ancestrales de los diversos pueblos indígenas, lo que les da vía libre para hacerlo. Me cuentan que en ocasiones incluso les han facilitado las escopetas y las balas para llevar a cabo las cacerías.

A su llegada a San Ignacio de Moxos, consigo unirme a ellos. Y lo primero que observo es que no pierden el tiempo. Han venido a curarse y a trabajar, por lo que ese mismo día aprovechan para darse una vuelta por los alrededores del pueblo en busca de caza. Descalzos y sin apenas armas regresan al cabo de unas horas con cinco o seis monos, un par de caimanes y dos cubos llenos de peces. Mientras, las mujeres y los más convalecientes recogen leña seca para ir preparando el festín. Es curioso verlos comer. Los chimanes son una etnia que se comporta de forma muy distante incluso entre ellos por lo que no es difícil verles comer separados los unos de los otros. Hoy, sin embargo, se apiñan alrededor del botín, entre risas y bromas.

Estas imágenes pueden parecer una salvajada, y seguramente lo son, pero ellos aseguran que el avance de las máquinas que asolan la selva no les ha dejado otra opción e insisten que los matan "de forma tradicional con arco y flechas", pasando horas de calor mientras caminan por el barro, pasan hambre y sortean a las serpientes y a los miles de mosquitos, a diferencia de nosotros y nuestro mundo supuestamente moderno, en el que cometemos salvajadas similares sin darnos cuenta y a la velocidad de un clic.

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