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Identidad

El culto a la Santa Muerte está ganando más adeptos que cualquier otra religión del mundo

"Ha logrado tener entre 10 y 12 millones de devotos en sus 12 años de existencia pública", asegura Andrew Chesnut, autor de ​Devoted to Death, primer libro que se publica en inglés sobre este culto.
Foto por Toni François

​¿Recordáis la primera escena de la tercera temporada de Breaking Bad? Aquella en la que aparecen por primera vez los primos Salamanca, esos dos asesinos trajeados que dan constantes quebraderos de cabeza a Hank y a Walt. La escena se desarrollaba en mitad de un pueblo mexicano; los primos salían de un flamante Mercedes negro mientras se veía a los lugareños arrastrarse por el suelo hacia un pequeño edificio. Instantes después, los Salamanca se unen a la procesión y se arrastran hasta un santuario atestado de velas, flores y notas ofrendadas a una figura de aspecto siniestro. Allí es donde los primos cuelgan su deseo de muerte: un dibujo de "Heisenberg".

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Ese santuario está dedicado a la Señora de la Santa Muerte, cuya cifra de adscritos está creciendo a mayor velocidad que la de cualquier otra religión del mundo.

"Ha logrado tener entre 10 y 12 millones de devotos en sus 12 años de existencia pública", asegura Andrew Chesnut, autor de ​Devoted to Death, primer libro que se publica en inglés sobre este culto. Antes de 2001, se adoraba a la Santa Muerte en la clandestinidad de los hogares de sus seguidores, que montaban santuarios dedicados a la siniestra figura en sus armarios. Sin embargo, desde que Enriqueta Romero reveló el primer santuario público dedicado a la santa en el barrio de Tepito, en Ciudad de México, no tardaron en aparecer seguidores por todo el país, en otros lugares de Centroamérica y en ciudades estadounidenses con fuerte presencia de población latina, como Los Ángeles y Houston. Chesnut incluso afirma haber hallado indicios del culto a la Santa Muerte en Japón, Australia y las Filipinas. "No hay ningún otro movimiento religioso de reciente aparición capaz de competir con este crecimiento vertiginoso", concluye Chesnut.

Antes de su aparición de Tepito, el origen de la Santa Muerte resulta incierto. Muchos lo consideran una combinación / versión degenerada del catolicismo y la creencia azteca en Mictecacihuatl, la Reina del Inframundo. El vínculo con el catolicismo queda patente en los rituales empleados en la adoración a la Santa Muerte, muy similares a los usados por el Vaticano. La conexión con las creencias indígenas está algo más difuminada, ya que son muchas las culturas que adoran a la muerte en sus diversas personificaciones. A pesar de lo oscuro de sus orígenes, no resulta difícil imaginarse por qué la Santa Muerte reúne la mayor cantidad de seguidores en México.

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​​"Desde 2006 se han producido casi 80.000 muertes en México", afirma Chesnut. Las fotos en color de cadáveres decapitados por las guerras de los narcos ocupan las páginas de los periódicos matutinos. Las esperanzas de que la situación cambiara con la salida de la presidencia de Felipe Calderón y la toma de posesión de Enrique Nieto se desvanecieron con el ​reciente asesinato de 43 estudiantes. "La gente busca protección, y la Santa Muerte tiene reputación de ser la más poderosa".

El mayor altar a la Santa Muerte se encuentra en la ciudad de Tultitlán y consta una estatua de casi 23 metros frente a la que Enriqueta Vargas celebra bodas y bautismos. Vargas heredó el santuario de su hijo, Jonathan, que fue asesinado a tiros por unos sicarios en 2008. Por episodios violentos como este, se ha acabado vinculando a la Santa Muerte con la cultura de los narcos, a lo que también ha contribuido, en cierta medida, la escena de Breaking Bad.

"Es innegable que la Santa Muerte es especialmente querida entre los narcos", dice Chesnut. "¿A quién mejor que a la misma muerte se le podría pedir que te concediera un poco más de vida?". Asimismo, narcotraficantes y contrabandistas se identifican con más facilidad con la imagen ruda que emana la Santa Muerte. "Uno de sus sobrenombres es 'la cabrona', lo que reafirma esa faceta dura de la santa". Pero no hay que caer en el error de pensar que solo los delincuentes veneran a la Santa Muerte.

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"Quería suicidarme", explica Lilian, una de sus devotas residente en Los Ángeles. "Mi marido me pegaba y para mí la vida ya no tenía ningún sentido. Un día llamé a una amiga y le dije que iba a tomar pastillas para matarme, y fue entonces cuando me habló de la Santa Muerte". Pero cuando la santa te ayuda, siempre espera algo a cambio: flores, oraciones, velas, cigarros, a veces incluso dinero. "Debes mantener tus promesas, si no, te castiga haciendo que no encuentres trabajo, que te falte dinero, o que te pongas enferma", añade Lilian.

Para sus devotos, la Santa Muerte tiene dos funciones: no solo es una santa a la que venerar, sino también una trabajadora espiritual. "Como santa, te protege y te guía en la vida", dice Steven Bragg, fiel de la santa desde 2010 y pastor de una ​iglesia dedicada a la Santa Muerte en Nueva Orleans. "En lugar de girar a la derecha, giras a la izquierda y evitas el accidente de tráfico. Pequeñas cosas como esa. Pero cuando se trata de asuntos más importantes, recurro a los tres exvotos". Es en esos momentos cuando la Santa asume su rol de trabajadora espiritual, cuando sus devotos invocan su poder mediante las tres velas de colores. El blanco apela a la curación, la paz y la prosperidad. El rojo, al amor, el trabajo y la justicia. Con el negro se invocan "fuerzas oscuras", por ejemplo para protegerse contra la brujería. "Ella sería capaz de mover montañas por ti", afirma Bragg.

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Además, a diferencia de el culto al Dios cristiano, por ejemplo, la devoción a la Santa Muerte no exige exclusividad. De hecho, muchos de los seguidores de la Santa Muerte siguen adscritos al catolicismo, excepto cuando recurren al ritual de las tres velas para tratar asuntos un tanto más sórdidos. "La gente se siente más cómodo pidiéndole favores que se supone que no deberías pedirle a un santo católico", afirma Chesnut. "Si quieres que tu alijo de metanfetamina llegue a salvo, es más fácil pedírselo a ella que a la virgen de Guadalupe".

La Iglesia Católica, por supuesto, no es ajena al crecimiento de este culto. En mayo de 2013, el cardenal Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de Cultura del Vaticano, condenó oficialmente la veneración de su figura y tildó el culto de ​​"blasfemia contra la religión". Los obispos católicos de México también se hicieron eco de la condena. "No pasa una semana sin que lea noticias sobre algún obispo ambicioso de México que tache a la santa de satánica", afirma Chesnut. Lo que resulta irónico es que la figura de la Santa Muerte tiene parte de sus raíces en el cristianismo. Incluso su imagen recuerda la de una virgen de Guadalupe a la que le hubieran quitado la piel. Es precisamente ese común denominador el que atrae a devotos indecisos. "Es un proceso de sanación", explica Bragg. "Es como volver y verlo todo con otros ojos". Pero la Iglesia Católica ha tenido parte de culpa en esa deserción de adeptos que acuden a los brazos de la Santa Muerte.

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"Ella no conoce barreras raciales, religiosas o idiomáticas", explica la profesora Cielo, líder de una congregación de Los Ángeles desde hace 13 años. "Ella es una de las pocas fuerzas que conozco que no te critica por lo que eres, por qué aspecto tienes o por tu forma de ganarte la vida".

Otro colectivo que también es objeto de las críticas y los prejuicios del Vaticano es la comunidad LGBT. "Constituyen un porcentaje muy pequeño del total de población", afirma Bragg. "Sin embargo, yo diría que hay un buen número de miembros del colectivo LGBT entre los devotos de la Santa Muerte".

Si bien las uniones entre personas del mismo sexo no es un asunto tan candente en México como en otros países –los matrimonios entre homosexuales se legalizaron en 2007-, la homofobia sigue siendo una realidad en México. El pasado enero, una pareja de hombres fue ​expulsada de una fiesta de Nochevieja por un grupo de policías armados con escopetas por haberse besado en público. El obispo Leopoldo González, que estaba presente cuando ocurrieron los hechos y que considera que la homosexualidad "va contra natura", aplaudió la actuación policial.

"La Iglesia les ha dado la espalda por ser gais, bisexuales o transgénero", afirma Bragg. Y así es como acaban acudiendo a la Santa Muerte. No les quedan más sitios a los que acudir. En muchas ocasiones incluso forman sus propias congregaciones. Uno de los santuarios más populares dedicado a la Santa Muerte se encuentra en el barrio de Queens de Nueva York, en el apartamento de ​Arely González, una inmigrante transexual a la que las iglesias católicas de México cerraron las puertas por su condición.

"Ella me ha enseñado a valorar y entender al ser humano, cosa que no te enseñan muchas religiones", afirma la profesora Cielo. "Te enseñan a discriminar y menospreciar a la gente. Muchas te enseñan a ignorar a los gais o a rechazarlos, te inculcan que las prostitutas viven en pecado y son delincuentes. Pero con ella, eres libre".

Muchos de los seguidores de la Santa Muerte se aprestan a afirmar que no son tantos los miembros del colectivo LGBT que también adoran su figura. También niegan la existencia de narcotraficantes, prostitutas u otras minorías marginadas por la sociedad. Pero la realidad es que las congregaciones son una amalgama de personalidades, géneros, puntos de vista e incluso religiones.

"A todo el mundo le llega la muerte", afirma Bragg. "La muerte no hace distinciones".

Un agradecimiento especial a Olivia Sandoval por la información aportada y su ayuda con las traducciones.