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Siria

Así es morir a causa de una intoxicación por gas nervioso

La gente de Siria lo experimentó hace unos días.

Los reportes son agresivos, los videos horrorosos, y el jurado no está haciendo nada más que aplazar el caso; otra vez utilizaron gas nervioso en Siria. Al menos 58 personas, muchas de ellas niños, murieron hace tres días de una forma espantosa. Es un tipo de muerte que nadie debería experimentar. La humanidad reconoció la brutalidad de las armas químicas después de su uso generalizado en la Primera Guerra Mundial, prohibiéndolas durante el Protocolo de Ginebra de 1925. Durante la Segunda Guerra Mundial, la moral general prevaleció y las armas químicas fueron utilizadas sólo esporádicamente, principalmente por el Ejército Imperial Japonés contra las fuerzas chinas. En 1972, la Convención Internacional sobre Armas Biológicas prohibió el desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas químicas. Después de la masacre química de Saddam Hussein en 1988, que mató a unas 5.000 personas, la Convención sobre Armas Químicas de 1993 reafirmó estas implementaciones y también ordenó la destrucción de todas las armas químicas. El uso de armas químicas viola claramente el derecho internacional, pero la historia nos ha demostrado que las restricciones morales son débiles.

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Si existen los castigos crueles, inusuales, y salvajes, la muerte por gas nervioso sin duda lo es. Los agentes nerviosos se clasifican como organofosforados, y pueden ser considerados como insecticidas extremadamente potentes y letales, o como humanicidas. Los primeros agentes nerviosos que se crearon (tabun, sarin y soman) fueron hechos en la Segunda Guerra Mundial por los científicos alemanes. Más tarde en 1952, los científicos británicos fabricaron el VX, o el agente venenoso-X. Aunque son químicamente similares a los insecticidas organofosforados, estos agentes se utilizan en la guerra porque se necesitan concentraciones muy bajas para causar la muerte en seres humanos.

Los agentes nerviosos trabajan uniendo e inactivando la acetilcolinesterasa, una enzima que reside entre las terminaciones nerviosas, cuyo único trabajo es descomponer la acetilcolina un neurotransmisor importante. Cuando se desactiva la acetilcolinesterasa, la acetilcolina se acumula en las áreas nerviosas, lo que lleva a una excesiva estimulación de la glándula o del músculo descendente. Esto da como resultado dos sucesiones perjudiciales.

En primer lugar, la acetilcolina activa muchas secreciones glandulares y procesos intestinales. La acetilcolina excesiva corrobora lo que se ha informado y visto en los videos tomados justo después del ataque, incluyendo la salivación incontrolada que causa "espuma en la boca", vómitos, lagrimeo, defecación y orina involuntaria, puntos rojos diminutos en las pupilas y una frecuencia cardíaca lenta causante del desmayo.

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En segundo lugar, la acetilcolina también funciona para darle la señal a los músculos esqueléticos de contraerse. Con el exceso de acetilcolina, se producen contracciones y espasmos musculares involuntarios y dolorosos, esto lleva a una profunda debilidad muscular. Los músculos se sobreestimulan tan rápido que se produce una parálisis completa. El diafragma (el músculo principal responsable de la respiración) no se salva de este ataque en todo el cuerpo, por lo tanto, la respiración se vuelve superficial y, finalmente, se detiene. Los músculos de la laringe y la garganta también se paralizan y las víctimas son incapaces de tragar, toser o eliminar la cantidad sofocante de saliva que producen. La muerte por un agente nervioso suele ser causada por asfixia de la propia saliva, y acompañada de parálisis, a veces con la víctima aún lúcida. Es horripilante, salvaje y criminal.


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El gas nervioso también penetra en la barrera hematoencefálica; para los que tienen suerte, esto ocurre antes de la asfixia y el colapso respiratorio. Da como resultado un coma que alivia misericordiosamente la sensación de ahogamiento, pero también puede inducir ataques difíciles de controlar.

El tratamiento para envenenamiento por agentes nerviosos comienza con la descontaminación, en la cual, desnudan a las victimas y les echan agua con mangueras de manera muy agresiva. Esto es imprescindible, ya que si no se hace una descontaminación adecuada el envenenamiento continuará, y también pone en peligro al personal médico que está realizando el tratamiento.

Afortunadamente, existen los antídotos a los agentes nerviosos, y están dirigidos a detener las dos sucesiones mencionadas anteriormente. Las inyecciones de Atropina disminuyen la salivación, el vómito, la defecación y las actividades glandulares involuntarias. La pralidoxima revierte las contracciones y la parálisis, pero si se usa gas sarín, la pralidoxima debe administrarse dentro de cinco a ocho minutos para evitar la unión química irreversible. La mayoría de las fuerzas terrestres militares llevan inyectores automáticos que contienen ambos antídotos.

Lamentablemente, esta no es la primera vez que se utilizan armas químicas en Siria. Los investigadores de la ONU descubrieron que el régimen de Al-Assad era responsable de más de tres ataques de gas de cloro y en 2013 de la muerte de más de 800 civiles por gas sarin en un suburbio de Damasco lo cuál casi provoca una invasión terrestre por parte de las fuerzas británicas y estadounidenses. ISIS también es acusado de usar gas mostaza. Los informes iniciales del reciente ataque apuntan a un bombardeo aéreo por fuerzas sirias o rusas, pero ninguna de las partes ha asumido la responsabilidad. Quienquiera que se encuentre culpable será condenado internacionalmente, pero ¿realmente se hará algo al respecto?

Darragh O'Carroll, MD, es médico de emergencia en Hawai.