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Sexo

Cinco cosas que el porno nos ha llevado a creer que todo el mundo hace

No intentéis poner en práctica nada de esto sin el consentimiento de vuestras parejas.

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A mucha gente le resulta incómodo hablar de sexo abiertamente, ya sea en un contexto educativo o en conversaciones distendidas. Por esa razón, muchos adolescentes reciben sus primeras lecciones sobre sexo viendo vídeos porno (o lo que es peor, de amigos que los han visto). Quizá esa forma de aprendizaje no habría estado mal en la época en la que las estrellas del porno eran personas normales y el sexo era, bueno, relativamente normal, también. Sin embargo, hoy en día el porno es harina de otro costal: mucho más agresivo, para empezar, y muy alejado de la realidad, como ya recordó Cindy Gallop en su emblemática charla TED en 2009.

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Este es un aspecto importante y sobre el que tengo que incidir más de lo que me gustaría. Llevo más de una década enseñando sexualidad humana a universitarios. También he escrito libros sobre el placer sexual y la satisfacción y he participado en estudios con organizaciones como la Kinsey Institution. Asimismo, he oído numerosas historias sobre experiencias sexuales en las que sus protagonistas se han sentido amedrentados, tristes, o incluso ultrajados. Si bien sería ingenuo esperar que la gente pidiera consentimiento verbal para todas y cada una de las prácticas sexuales que realicen, existen una serie de ellas que el porno ha popularizado y que merecen análisis. Este es el top cinco de prácticas ofensivas.

Eyacular en la cara

Hoy día, para muchos tíos, eyacular en otro sitio que no sea la vagina o el ano puede ser un acto de lo más trivial, pero hay una gran diferencia entre soltar el chorreo sobre el estómago de tu pareja y hacerlo en toda su cara. Para empezar, podría entrarle semen en el ojo, lo que podría provocarle una molesta irritación. Si bien habrá gente a la que pueda excitarle eso, los estudios demuestran que a la mayoría no les gusta. Por tanto, a no ser que alguien te pida expresamente que te corras en su cara, lo mejor será que lo hagas en otro sitio que acordéis, como por ejemplo, un condón.

Sexo duro

Da igual cuántas veces hayáis visto juntos la secuela de 50 sombras, a ver si te entra en la cabeza que todo lo que se menciona a continuación solo debe estar presente cuando cuentes con el consentimiento, los ruegos o la invitación implícita de tu pareja: penetración oral, asfixia, golpes, puñetazos o embestidas agresivas. Las historias de sexo agresivo no deseado son las más espeluznantes de las que oigo, porque normalmente las víctimas llegaron a temer por su vida. Los "juegos de asfixia controlada", por ejemplo, no son una práctica apta para aficionados, ya que, de hacerse mal, las consecuencias pueden ser muy graves. No dudo que haya gente que disfrute del sexo duro, pero por lo general quienes lo practican poseen un código de normas muy claras y tienen los límites de lo que se puede y no se puede hacer muy bien definidos. Muy importante: debéis encontrar una palabra de seguridad con la que tu pareja pueda indicarte que te estás pasando de la raya.

Cualquier práctica anal

Aunque actualmente el sexo anal es más común que hace décadas, en según qué países, como EE. UU., hay muchas personas que nunca lo han probado. A menudo me encuentro casos de personas de todos los géneros que han tenido experiencias desagradables con el sexo anal porque alguien intentó penetrarles sin su consentimiento o previo aviso. Así que, a todas esas mujeres que han leído que a todos los hombres les gusta que les metan un dedo en el ano para masajearles la próstata: no presupongáis nada y preguntad primero. Sacad el tema a colación cuando habléis de lo bien que os va sexualmente y de cómo podríais darle vidilla a la relación. Si les atrae la idea, os lo harán saber. Y si eres el poseedor del elemento penetrador, ya sea un pene o un juguete sexual del tamaño que sea, no se te ocurra metérselo en el ano a tu pareja sin avisar. Puede parecer un consejo demasiado obvio, pero os sorprendería saber cuántas mujeres me han dicho que sus parejas pasaron de la vagina al ano repentinamente y les hicieron daño. Penetrar analmente a alguien que no te lo ha pedido no es sexy, es una violación.

Quitarse el condón

Si has acordado con tu pareja sexual el uso del condón, déjatelo puesto hasta el final. Y si por alguna razón tienes que quitártelo, hazlo, pero entonces no sigas penetrando o cambia a una práctica en la que no exista riesgo de embarazo ni de transmisión de ITS, como la masturbación.

Ataduras

A mucha gente le gusta que le aten con corbatas, pañuelos, cuerdas y esposas, pero muchas veces la comodidad y el miedo van de la mano. Si eres más fuerte y corpulento que tu pareja, probablemente te sientas cómodo dejando que te agarre de las muñecas, te "inmovilice" y te diga o haga cosas feas. Pero cuando eres de constitución pequeña o te están atando con algo de lo que no resulta fácil librarse, el hecho de que lo hagan sin tu consentimiento puede asustar mucho.

Cuando me cuentan casos de este tipo, suelen usar expresiones como "Me ató contra mi voluntad" o "me inmovilizó y me obligó a…". A mí eso me suena más a agresión que a juego sexual consensuado. Si vais a hacerlo, que sea en los términos que acordéis, porque hasta que no habléis de ello, no sabréis dónde está la delgada línea que divide lo excitante de lo angustioso.

Traducción por Mario Abad.