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Para muchos, la ayahuasca es una vivencia única que les cambia la vida, pero hay un colectivo muy reducido de personas que han convertido estos rituales en una experiencia que repiten varias veces al año. Hablamos con varios de ellos para que nos cuenten sus impresiones.
Carpintero
VancouverEn lo que va de año ya llevo 20 ceremonias, cinco de las cuales eran de dos días de duración.Suelo asistir a una ceremonia al mes, pero estas son más tranquilas porque bebes menos. Es más como una ceremonia de meditación, mucho menos intensa y en la que no llegas a vomitar. Me van muy bien para encontrar el equilibrio espiritual.La gente se suele quedar con lo negativo de estas experiencias: lo de los vómitos y el hecho de que te entran ganas de llorar. Pero yo estoy más que dispuesto. Soy adicto a la heroína y eso sí que es sentir dolor. A veces pensaba que me moría. Con la heroína, da igual que sufras una sobredosis: lo vas a volver a hacer, una y otra vez. Y sufres lo indecible.Ya llevo dos años y medio limpio, quizá incluso más. Empecé siguiendo el programa de 12 pasos de Alcohólicos Anónimos. Allí te enseñan a ser consciente de tu situación, a comprender tu comportamiento y la forma en que exteriorizamos nuestros problemas. Te hacen ver el daño que haces a los que te rodean y que, por naturaleza, somos muy egoístas. El problema es que conviven siempre con los mismos problemas. Te explican las mismas historias continuamente, y yo lo que quería era apartarme de eso, curarme.
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Intérprete musical
TorontoSupe de ella hace más de cinco años, pero me costó mucho dar con un grupo con el que pudiera probarla. Soy profesora de yoga y me interesan mucho las filosofías orientales y cualquier cosa que esté al margen de lo comercial. Además, suelo consumir drogas recreativas. Este año he participado en ocho ceremonias.Al principio me sentía atraída por estos rituales porque veía en ellos una posible solución a mi tendencia a la depresión y la ansiedad, que arrastro desde la adolescencia.He estado seis meses haciendo terapia conductual cognitiva en grupo a través de un programa del hospital y también sicoterapia. He probado por varías vías que han sido más o menos satisfactorias, pero nunca he tenido la sensación de estar tratando la verdadera raíz de los problemas, que parecían ser de naturaleza existencial. No me gusta decir que buscaba un componente espiritual en mi terapia, pero realmente era así, solo que en aquel momento no era consciente de ello. Solo sabía que la terapia convencional me ayudaba pero no era la solución definitiva.No creo que vaya a asistir a ceremonias ocho veces al año todos los años, aunque preferiría eso a estar a base de antidepresivos durante el resto de mi vida. La ayahuasca me parece un buen sustituto que me ha permitido dejar los antidepresivos.
Estudioso de las adicciones
VancouverHe participado en 11 ceremonias en total desde febrero de 2011. Eso da una media de dos al año. En este tipo de rituales vives experiencias incomparables. La primera vez que tomé ayahuasca hablé con Dios al cabo de 15 o 20 minutos. Obtuve respuestas a todas mis preguntas. Fue muy intenso.
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