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Perfiles

El creador de Pancho Pantera es mi tío Tito

El hombre que animó películas de Disney y sus campañas anticomunistas, y que ahora vive en el campo, en Veracruz.

Fotos por la autora.

Ernesto López Bocanegra es animador de caricaturas, trabajó con Walt Disney, Marvel y Hanna-Barbera. Con ellos no sólo dibujó, sino que también fue director de diferentes grupos de animadores en Australia, España y Taiwán. Pero sobre todo él es el creador de Pancho Pantera, personaje con el cual todos los mexicanos han desayunado aunque sea una vez siendo niños; ¡todos hemos tomado Chocomilk! Con los años, y debido a asuntos de derechos comerciales, Tito tuvo que modificar al personaje de Pancho Pantera y crear a Tito Chipotito.

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Ernesto es mi tío Tito, nació en 1928 en Tampico, Tamaulipas. Viajó mucho durante su infancia, vivió en la Ciudad de México, Yucatán y Ciudad Juárez por razones familiares y estuvo unos años en Estados Unidos. Ya más grande se mudó a Xalapa, Veracruz. Lo conozco bien porque es como el abuelo que no tuve y el más viejo de la familia; el más viejo y el más locochón. Es un poco amargado y necio pero cuando está feliz sí que lo está.

Según él ya no ve a las mujeres como lo hacía antes, pero se divierte mucho cuando ve a una chica. Cada que puede, grita: “¡Nálgame, dios!”.

Hoy vive solo en su rancho en el estado de Veracruz, rodeado de sus personajes, en un mundo de caricaturas a pesar de que es padre de Titito, dentista, y de Marissa, fotógrafa, los dos ya son grandes, tienen hijos y están ocupados. Su hijo vive en Mexicali, su hija en Los ángeles y su esposa ya murió. A Tito pocas cosas le interesan ya, como escuchar la calma del campo e ir de vez en cuando por barbacoa a las afueras de Xalapa. Me ha llevado varias veces, es de sus paseos favoritos, siempre dice con emoción: “Yo te invito una barbacoa, ¡o una pizza de Costco!”.

Parece que somos una familia llena de famosos un poco locos; lo digo porque Tito es hermano de Nacho López, figura importante del fotoperiodismo de México en el siglo 20, quien tenía ideas no tan comunes como, por ejemplo, poner en ciertas situaciones a las personas de la Ciudad de México para fotografiar sus reacciones. Una de sus series más conocidas es una en la cual un señor se pasea por toda la ciudad con un maniquí desnudo. Ahora, por lo mismo, conocer un poco más a Tito es interesante.

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No le gustan las entrevistas. “A mí no me gustan esas cosas, para mí son vanidades tontas, ¿ves? En realidad no tiene caso”, fue su advertencia de bienvenida. Tal vez porque soy su sobrina nieta, tal vez porque le prometí una pizza de Costco, sea lo que sea, logré convencerlo de que platicara conmigo. Lo cual, como verán a continuación, fue muy afortunado.

Empecé preguntándole sobre lo que más ha hecho en su vida, quería saber por qué le gusta dibujar y su respuesta fue sencilla y clara: “Nací para dibujar”. ¿Pero cómo se da cuenta uno de este tipo de cosas? Dice que todo empezó desde la niñez y le echa la culpa a su papá: “Él empezó a fomentarlo. Me compraba máscaras del Ratón Miguelito [Mickey Mouse] y yo me las ponía y jugaba, chiquitito. Luego me llevó al cine a ver las primeras películas de Disney; en Ciudad Juárez, fuimos a un cine del lado americano. Los Tres Cochinitos, una de las primeras… me quedé impresionado, quería hacer eso”. Pasó el tiempo y poco a poco se fue formando su camino.

A mí siempre me están molestando con que tengo que estudiar algo y necesito un título, tal vez los tiempos hayan cambiando pero yo sé que Tito no estudió, mucho menos dibujo. Ni la prepa acabó porque su padre murió y tuvo que trabajar como ayudante de su hermano Nacho. Estuvo descubriendo el mundo de la foto hasta que conoció a unos jóvenes que estaban experimentando con los dibujos animados, y conformaban el grupo llamado Dibujos Animados de México. Los que sabían más le enseñaron. “Empezamos a animar un mosquito chiquitito que se incluyó en un largometraje, fue la primera cosa nuestra que salió. Luego se quemó el estudio. Lo bueno fue que no se quemó la cámara de animación, así que seguimos haciendo comerciales”.

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Poco después se fue a Estados Unidos, directamente a los estudios Disney a pedir trabajo. Al muy suertudo lo aceptaron como aprendiz pero estuvo ahí sólo seis meses. Se regresó a México porque no quería andar de ilegal por allá y le dieron permiso de irse para volver pero encontró trabajo como animador en otro estudio, una compañía que hacía noticieros. “Como no regresaba, me escribieron de Estados Unidos preguntando: ‘¿Qué pasó? ¿Por qué no has regresado?’ Pues como yo estaba joven y caliente [se ríe] tenía yo una novia y les dije: ‘Perdón, pero yo no quiero irme para allá, tengo novia y no quiero dejarla’. Yo, pues, tontejo, ¿verdad?, estaba enamorado de la chica”. Así fue que nunca regresó a Disney, a pesar de que le iban a dar los papeles y demás.

Recuerdo haber visto videos de YouTube y participar en pláticas con amigos en las que se cuenta que Disney incluía mensajes subliminales en sus películas. Me cuenta Tito que los estudios Disney participaron haciendo películas contra el comunismo y que sí, hay mensajes subliminales pero políticos, “en las películas de entretenimiento para niños había conversaciones de los personajes en las cuales metían por debajo que el comunismo era una cosa espantosa que no debería existir, que hay que tenerle miedo al comunismo”. Eso sí: nada de mensajes subliminales sexuales, sólo políticos.

Ya en México empezó a trabajar con Richard K. Tomkins, en ese entonces gerente de los Estudios Churubusco. De ahí se formaron grupitos de dibujantes y empezaron a trabajar para Hanna-Barbera en México. Luego lo dejó y, recomendado por su amigo y compañero Eduardo Olivares, regresó a trabajar con ellos de nuevo pero en Estados Unidos. Le tocó dibujar a los personajes más famosos, que a muchos de nosotros nos tocó ver todas las mañanas antes de ir a la escuela, como los Pitufos, los Picapiedra, los Supersónicos… También participó en la creación de algunos largometrajes. “Hubo una película muy bonita que se llamaba Heidi’s Song. ¡Es preciosa esa película! Disfruté mucho animarla”.

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Gracias a la calidad de su trabajo lo empezaron a mandar a diferentes países como supervisor de grupos de dibujantes de la compañía. Dice que le fue mal en Taiwán, primero por el idioma y segundo porque no querían hacer las cosas correctamente y todo se atrasaba. Pero parece que en Australia la pasó muy bien: su hija Marissa lo alcanzó y vivió con él allá. Aparte de que el inglés lo facilitaba todo, los dibujantes corregían sus errores sin discutir, las animaciones se hacían bien y rápido.

No creo que existan muchas personas a las que no les guste el chocomilk, así que seguro entenderán la emoción que sentí cuando supe que Tío Tito fue el que dibujó al famoso niño fuerte.

Pancho Pantera nació cuando Tito se asoció con Leobardo Galicia. Lo primero que hicieron fue ir a la agencia de publicidad que le daba trabajo a Tomkins. Tito vio muchas posibilidades de trabajar ahí, ya que era la agencia más grande de México, Noble Advertising. “Entonces, una vez me llamó el señor Noble y me dijo: ‘Quiero hacer un personaje para la empresa Chocomilk, así que quiero que me lo diseñes’. Y ahí mismo en su oficina le hice un dibujo; le encantó, él fue quien le puso el nombre de Pancho Pantera, yo no”.

¡Y así nació! Registraron como autor a mi tío y ellos conservaron los derechos comerciales, por esta razón hoy en día Tito no puede usar el personaje tal cual como lo creó para Chocomilk, le hizo algunas modificaciones y su nombre actual es Tito Chipotito. Lo más divertido es que Tito se inspiró en su hijo Titito para dibujarlo: “Tito, era chiquito y hacía caritas muy bonitas, muy simpáticas. Yo le dije: ‘Haz como si estuvieras muy enojado, ¡como si fueras muy fuerte!’ y hacía la expresión. Yo me puse a dibujar en la oficina del señor Noble, me acordé de las expresiones de mi hijo y ya; le gustó mucho”. Empezaron a hacer los comerciales y él ya estaba teniendo éxito con su propio estudio. Esto sucedió por ahí del ’59.

Ahora Tito vive solo en su rancho, y dice que así le gusta. Aparte de la pizza de Costco le encanta la barbacoa ésa. Ya no dibuja y no tiene ningún plan para el futuro. Le quise preguntar qué le diría a una mujer si tuviera que seducirla porque yo sé cuánto le gustan las mujeres, pero yo les avisé, es necio y a veces muy serio. Me dijo que le hice esa pregunta nomás porque soy joven y creo que todos son como yo. Me dijo que no le interesa seducir a nadie ya, tampoco le gusta bailar. “Escucho la tranquilidad del campo”, me dijo. “Ésa es mi música”.